El Senado y Cámara de Diputados...

LEY DE CONDECORACIÓN POR LA RECUPERACIÓN DEL CUARTEL DE LA TABLADA:

Artículo 1°: Distínguese con una condecoración a los miembros de las Fuerzas Armadas, de Seguridad y Policiales que participaron de la defensa y recuperación legítima del cuartel de La Tablada frente al ataque militar realizado por miembros del Movimiento Todos Por la Patria en los sucesos del 23 y 24 de enero de 1989, en ocasión de conmemorase el trigésimo primer aniversario de aquel acontecimiento.

Artículo 2°: La condecoración consistirá en una medalla que en su anverso tendrá una imagen del Regimiento de La Tablada y en el reverso, según corresponda, figurará la leyenda: “El Honorable Congreso de la Nación a los caídos en la recuperación del Regimiento de la Tablada en cumplimiento de su labor profesional y en defensa de las instituciones”, “El Honorable Congreso de la Nación a los heridos en la recuperación del Regimiento de la Tablada en cumplimiento de su labor profesional y en la defensa de las instituciones”, o “El Honorable Congreso de la Nación por participar de la recuperación del Regimiento de la Tablada en cumplimiento de su labor profesional y en la defensa de las instituciones”.

Artículo 3º - Los Ministerios de Defensa y del Interior, Obras Públicas y Vivienda elevaran las nóminas de los ciudadanos acreedores a las condecoraciones mencionadas en la presente ley.

Artículo 4º.- Los gastos que demande el cumplimiento de la presente ley, serán imputados al presupuesto correspondiente al Poder Legislativo Nacional.

Artículo 5°.- Comuníquese al Poder Ejecutivo.

Señor presidente:

El 23 de enero de 1989, se produce en la Argentina el último acto violento público de un grupo que pretendía acceder al político utilizando las armas y la violencia como herramienta política.

Este hecho, extremadamente grave, asume una dimensión de horror inusitada debido a que se produjo en pleno gobierno constitucional y democrático que en aquel entonces encabezaba Raúl Alfonsín.

Aquel día 47 de integrantes de una organización política, que hasta ese entonces tenía participación política pública y legal, el Movimiento Todos por la Patria, liderados, desde afuera del cuartel, por el ex jefe militar del Ejército Revolucionario del Pueblo, Enrique Gorriarán Merlo, coparon por la fuerza, a sangre y fuego, el Regimiento de Infantería Mecanizado 3 General Belgrano y el Destacamento de Exploración de Caballería Blindado 1 ubicados en la localidad bonaerense de La Tablada.

Fue un lunes de enero, en el inicio del último año de un gobierno democrático elegido por el pueblo en elecciones libres y sin proscripciones, con el Estado de Derecho en pleno funcionamiento, con dificultades económicas que desembocan en hiperinflación, conflictividad sindical elevada, avances de la Justicia para esclarecer el accionar del Estado en el combate a la subversión y en donde la Argentina se preparaba para ingresar en un año electoral.

La sociedad, viviendo su cotidianeidad, algunos volviendo de sus vacaciones, otros preparándose para tomarlas, los más sobreviviendo, pero todos ajenos a una aventura política que parecía darle a la primavera democrática una marcha atrás hacia un invierno de violencia política, al que creíamos que no volveríamos.

La gente, el pueblo, estaba viviendo su vida como podía, como siempre y aquella mañana de enero, no podía creer lo que nos devolvían las imágenes de la televisión: las fuerzas del orden intentando recuperar un cuartel tomado por terroristas.

Era la vuelta al pasado, del cual como sociedad habíamos dicho “Nunca Más”.

Mucho se habló y especuló con las causas de la acción, de por qué un grupo como el MTP que era una continuidad política del Ejército Revolucionario del Pueblo ERP, organización subversiva de origen marxista que tuvo activa participación político militar en las décadas del sesenta y setenta y que nunca había hecho un pronunciamiento público por las armas, hizo lo que hizo, que los llevó a tomar la decisión de hacer lo que hicieron: que eran unos “iluminados” que creían que podían torcer la realidad para crear una que los favoreciera y que podían hacer actos violentos para prevenir una violencia mayor; que fueron “operados” para que, aprovechando aquella “iluminación” y su determinación, terminen haciendo una acción que en realidad fuera contra sus propios intereses.

Más allá de especulaciones, lo concreto es que el objetivo de esta acción militar terminó siendo el tomar la unidad militar para hacerle creer a la opinión pública, en un acto de engaño manifiesto que los “carapintadas” otra vez se levantaban contra el gobierno de Alfonsí, pero que ahora estaban haciendo un golpe de Estado y entonces ellos querían aparecer como ciudadanos que actuaban impidiéndolo, justificando esa acción en el artículo 21 de la Constitución Nacional que establece la obligación de los ciudadanos a armarse en defensa de la nación; para después, de haber tenido éxito, organizar una “pueblada”, una “insurrección popular” que se dirigiría a la Casa Rosada para pedir la caída del gobierno radical y así “tomar el poder” antidemocráticamente.

Los afiebrados planes político-militares de los atacantes comienzan a fracasar de entrada cuando encontraron una resistencia mayor de la que creían por parte de conscriptos, que no solo no se plegaron a la arenga revolucionaria, sino que los combatieron heroicamente.

Durante casi 27 horas efectivos militares, junto a integrantes de las fuerzas de seguridad, cumplieron con la orden emanada del presidente Raúl Alfonsín de reprimir este acto violento, y lucharon denodadamente para recuperar las instalaciones, lo que finalmente sucedió a las 9 de la mañana del 24 de enero con la rendición de los terroristas sobrevivientes, quienes posteriormente fueron juzgados.

En el fragor del combate por la recuperación del cuartel, once integrantes de Ejército Argentino y de la Policía bonaerense murieron y una decena fueron heridos en cumplimiento del deber y para salvaguardar las instituciones públicas, mientras 28 de los atacantes también perdieron la vida, hubo 3 desaparecidos y 5 cadáveres que no pudieron ser identificados, lo que muestra la ferocidad de la lucha.

Al conmemorarse el trigésimo primer aniversario del ataque al Regimiento de La Tablada y su posterior recuperación, proponemos que el Congreso otorgue a los ciudadanos que efectuaron el hecho heroico de la recuperación una condecoración que exprese el agradecimiento y reconocimiento del Congreso Nacional a los argentinos que participaron en la defensa de las instituciones y ayudaron a poner fin a las aventuras revolucionarias.

Es por ello que proponemos que los ministerios de Defensa y del Interior, Obras Públicas y Vivienda eleven la nómina de los ciudadanos merecedores de tal distinción.

La defensa de la democracia y de las instituciones es un pilar que construye ciudadanía, el respeto a las decisiones del pueblo soberano expresadas en las urnas es su base y si hoy gozamos de democracia y libertades se los debemos no sólo al pueblo en su conjunto que entendió que es la forma para dirimir los conflictos entre sus ciudadanos, sino especialmente a aquellos ciudadanos que tuvieron que poner el cuerpo, cuando cometiendo delitos de sedición, una fuerza armada o reunión de personas se atribuye los derechos del pueblo y peticiona a nombre de éste.

Considero que el Congreso de la Nación Argentina, ámbito natural de la representación política, en donde se expresan en libertad las más diversas voces que tiene nuestro pueblo, debe darse la oportunidad de reconocer y homenajear a los que participaron en la recuperación del Cuartel de La Tablada justamente porque su accionar fue fundamental para que nunca más alguna mente obnubilada intente pasar por los derechos del pueblo.

Por lo expuesto, solicito a mis pares la aprobación del presente proyecto de ley que hace justicia con esos héroes que no deben ser anónimos.