La Cámara de Diputados de la Nación

RESUELVE:

Declarar su profunda preocupación por los daños ocasionados a los ecosistemas de la Región del AMAZONAS, agravados con los incendios ocurridos desde principios del 2019.

Señor presidente:

La región del Amazonas es uno de los ecosistemas con mayor biodiversidad del planeta, el bosque tropical más grande a escala global, representa más de la mitad de la floresta húmeda del mundo.

Su superficie es compartida por Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela. Sobre base de acuerdos firmados en 1978, en el año 1995 los gobiernos de estos ocho países conformaron la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica - OTCA, organismo intergubernamental cuya principal tarea es la promoción de planes de cooperación y protección ambiental.

La región se extiende sobre 7,4 millones de kilómetros cuadrados, equivalentes al 5 % de la superficie total de la Tierra y casi el 25 % del continente americano. Un 60 % de su territorio está en suelo brasileño. Una de las principales riquezas de la región está en el río Amazonas, el más caudaloso y largo del mundo, comprende el 20% de las reservas de agua dulce del planeta. Con su origen en Perú y desembocadura en el océano Atlántico, recorre unos 7.000 kilómetros.

El bioma amazónico contiene unas 30.000 especies de plantas vasculares, muchas de ellas con enormes cualidades alimenticias y medicinales. Según la OTCA, además alberga 2,5 millones de especies de insectos, 2.500 especies de peces, más de 1.500 especies de aves, 550 especies de reptiles y 500 especies de mamíferos.

A pesar de ser una región virtualmente despoblada, allí viven aproximadamente 34 millones de personas, de las cuales un 60 % está concentrada en polos urbanos, como la ciudad brasilera de Manaos, con 2 millones de habitantes. De esa población, 3 millones pertenecen a pueblos indígenas, distribuidos en 420 tribus que hablan 86 lenguas diferentes y 650 dialectos.

Según organizaciones ecologistas, cerca del 20 % de la región del Amazonas ha sido destruida durante los últimos 50 años por la acción depredadora del hombre, que ha avanzado sobre la selva para expandir fronteras agrícolas o explotar riquezas minerales. En Brasil, ese proceso se aceleró en los últimos años, a partir del avance de empresas privadas en los sectores de minería, agricultura, ganadería y turismo, entre otros. La Organización del Tratado de Cooperación Amazónica – OTCA no ha logrado incidir en esta situación.

Desde el 1 de enero hasta mediados de agosto de 2019, el Instituto Nacional de Estudios Espaciales-INPE, vinculado al Ministerio de Ciencia y Tecnología de Brasil, informó el registro de 71.497 focos de incendio en la región, un aumento del 82% respecto al mismo período del año anterior (39.194 focos), superando la última gran oleada ocurrida en 2016, con 66.622 incendios. Las zonas más afectadas se encuentran en los estados de Acre, Rondonia, Mato Grosso y Mato Grosso del Sur, avanzando sobre regiones de Bolivia y Paraguay, con alrededor de 21.000 hectáreas afectadas de la reserva Tres Gigantes, en la región de la triple frontera. También han presentado un incremento notable en los focos de incendios los estados de Para y Río de Janeiro.

Según el INPE, los focos de incendios han afectado sólo en la primera quincena de agosto 68 áreas protegidas de la región, ya sean reservas ambientales o indígenas. El Parque Nacional de la Chapada dos Guimaraes en Mato Grosso ya perdió el 12% de su vegetación, mientras que la cobertura vegetal en la Reserva Indígena Parque do Araguaia, en el estado de Tocantins, ha sido diezmada por el fuego. Algunos estados amazónicos, como Amazonas y Acre, han declarado la situación de emergencia o alerta ambiental debido a la humareda que multiplica enfermedades respiratorias y afecta hasta el tránsito aéreo.

Atentos a la inmensurable pérdida que representa el daño al Amazonas, preocupados por las consecuencias mediatas y a largo plazo que afectarán sin duda a escala global, nos sumamos a los miles de ciudadanos que piden a los gobiernos de todo el mundo que habiliten los mecanismos de diálogo necesarios para proteger este “pulmón vegetal” del planeta.

Por todo lo antes expuesto, solicito me acompañen en este proyecto de resolución.