N°33

La composición de N° 33 se organiza mediante una economía extrema de elementos, donde cada plano rectangular asume un peso específico dentro de un espacio amplio y silencioso. La estructura no depende de la simetría, sino de la tensión entre verticales y horizontales: la banda roja vertical actúa como eje articulador, mientras que los rectángulos horizontales —verde, azul y negro— introducen alternancias que evitan cualquier lectura estática. Esta relación entre direcciones genera un ritmo pausado pero firme, donde cada desplazamiento mínimo influye en la percepción general.

El color funciona como un sistema de jerarquías sutiles. El plano verde, de mayor dimensión, establece un foco primario, pero no lo monopoliza: los rectángulos más pequeños, especialmente el azul y el rojo, interrumpen esa centralidad y redistribuyen el peso visual. El rectángulo oscuro inferior de la izquierda opera como un anclaje que estabiliza el conjunto. En conjunto, la obra construye un equilibrio silencioso, sostenido por la precisión en las distancias, la proporción de los planos y la interacción entre color, orientación y vacío.

Fue donada por la Fundación Mundo Nuevo en el año 2007.