PROYECTO DE TP


Expediente 6317-D-2018
Sumario: DECLARAR PATRIMONIO CULTURAL INMATERIAL DE LA NACION, AL ROCK NACIONAL ARGENTINO.
Fecha: 09/10/2018
Publicado en: Trámite Parlamentario N° 138
Proyecto
El Senado y Cámara de Diputados...


Artículo 1°. - Declárase Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación, en los términos establecidos por la Ley 26.118 de ratificación de la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, al “Rock Nacional Argentino”.
Artículo 2º.- La autoridad de aplicación nacional competente para la salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial promoverá acciones por sí y en articulación con las demás provincias para el cumplimiento de la presente ley.
Artículo 3°. - Comuníquese al Poder Ejecutivo Nacional.

FUNDAMENTOS

Proyecto
Señor presidente:


Las manifestaciones del patrimonio cultural inmaterial se encuentran en las tradiciones, conocimientos y creencias; las músicas, técnicas artesanales, juegos y relatos narrados de generación en generación. Son los diversos rituales o maneras de hacer, nombrar, producir y celebrar que forman parte de la identidad cultural de una comunidad, que se continúan practicando y que son transmitidas a las siguientes generaciones para reforzar su sentido de pertenencia.
El concepto de patrimonio cultural inmaterial se institucionalizó en 2003 cuando la UNESCO aprobó la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, acuerdo internacional para su gestión y protección, ratificado por Argentina mediante la Ley 26.118.
En dicha conferencia, la UNESCO destacó la importancia que reviste el patrimonio cultural inmaterial, crisol de la diversidad cultural y garante del desarrollo sostenible de un pueblo, la necesidad de suscitar un mayor nivel de conciencia, especialmente entre los jóvenes, para la producción, la salvaguardia, el mantenimiento y la recreación del patrimonio cultural inmaterial, contribuyendo con ello a enriquecer la diversidad cultural y la creatividad humana.
Resalta además la inestimable función que cumple el patrimonio cultural inmaterial como factor de acercamiento, intercambio y entendimiento entre distintas subjetividades en tanto se transmite de generación en generación, es recreado constantemente por las comunidades y grupos en función de su entorno y de su interacción con la naturaleza y su historia; infunde a las comunidades y grupos un sentimiento de identidad, de pertenencia y continuidad, promueve el respeto de la diversidad cultural y la creatividad humana, y cumple los principios de respeto mutuo entre comunidades, grupos e individuos, así como el desarrollo sostenible.
En este sentido debe destacarse que la protección y promoción del patrimonio cultural de un pueblo es una responsabilidad del Estado fundada en la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948, al Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de 1966 y al Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de 1966, documentos internacionales con jerarquía constitucional en nuestro país.
En el marco de la Agenda 2030, la UNESCO continúa trabajando en conjunto con los Estados miembro de las Naciones Unidas, otras agencias y organizaciones sociales para asegurar la inclusión de la cultura como motor del desarrollo sostenible. La cultura juega un papel fundamental principalmente en cinco áreas clave: la erradicación de la pobreza, la educación de calidad, la gestión medioambiental sostenible, las ciudades sostenibles y la cohesión e inclusión social.
Promover la participación de las comunidades y la trasmisión de las tradiciones a nuevas generaciones es un poderoso aliado para alcanzar la igualdad de género y la construcción de sociedades más prósperas e inclusivas. En este aspecto el patrimonio cultural inmaterial se ve acompañado de iniciativas como la red de ciudades creativas de 2004 y la convención de expresiones culturales del año 2005, todas a favor de situar la cultura y la creatividad en el corazón del desarrollo desde y para las comunidades.
En el marco de la Convención es que se alienta a los Estados Parte a identificar, documentar, proteger y promover este patrimonio siempre que sean compatibles con los instrumentos internacionales de derechos humanos vigentes y con los imperativos de respeto mutuo entre comunidades, grupos e individuos y de desarrollo sostenible.
Los bienes culturales que integran el patrimonio incluye distintas manifestaciones artísticas musicales históricas y de folclore, donde se suman también las expresiones musicales que actualmente se denominan “músicas populares” del ámbito urbano. Estos bienes culturales articulan identidades culturales de clase, género y etnia, y valores asociados.
Simon Frith ha señalado en sus estudios de los años 70 y ha remarcado en su artículo “Towards an Aesthetic of Popular Music” la función de la música popular como intensificadora de la experiencia presente. Según este autor, las músicas populares urbanas hacen un uso del tiempo decisivo en la organización social en general, y en los adolescentes y los adultos jóvenes en especial, en un momento de turbulencia emocional asociada a cuestiones de identidad y de posicionamiento social. En este sentido, entendemos que el Rock Nacional compone un bien social inmaterial de elevada trascendencia en nuestro país, y que por ello merece ser especialmente destacado y promovido por el Estado Nacional.
El Rock Nacional Argentino surgió como una expresión cultural rebelde, que libró con sus propias armas la batalla contra la censura y el orden “establecido”, además de activarse desde sus inicios como un estilo musical y poético con características propias. Durante las décadas de 1960 y 1970, años de nacimiento y consolidación del género en nuestro país, Argentina estuvo sumergida en la inestabilidad política, marcada por la creciente violencia institucional y la represión. En ese marco, el rock fue una trinchera de lúcidas manifestaciones propias de una juventud destinada a romper viejos convencionalismos y a ser parte activa de la historia.
La resistencia ante los gobiernos militares de esos años se llevó adelante en diversos ámbitos, y el rock fue uno de ellos. Como muchas veces nos enseñó la historia, la energía puesta en prohibir, reprimir y debilitar ciertas prácticas y discursos suele tener su efecto contrario, y es en marcos más hostiles donde surgen las más bellas expresiones. No fue el Rock el único estilo musical en el que se manifestaba la bronca por la mentira organizada; no obstante, la novedad de sus ritmos y su estética también rompió moldes y reforzó su identidad contestataria.
Así lo describe Silvia Kurlat Ares en su trabajo “El lenguaje de la tribu: los códigos del rock nacional entre Charly García y Marcelo Cohen” tomando como ejemplo el caso de Sui Géneris, “la operación inicial del rock que Sui Generis ilustra con tanta claridad no es tanto la de generar una agenda político-ideológica (que eventualmente puede surgir o no), sino la de constituir un lenguaje que le dé materia a lo que es, en principio, sólo la percepción del descontento social y/o cultural. En este sentido, si algo tematiza la producción de Sui Generis es la transformación de los códigos en material estético, y de este material, en una praxis política no tradicional. En Sui Generis se construyeron los códigos necesarios para que el rock pueda ser un programa, es decir, un devenir.”. De esta manera, el proceso de construcción de códigos “nuevos” iba de la mano de un proceso opuesto: el proceso de deconstrucción de códigos que hacían referencia a lo vetusto, conservador, antiguo y tradicional.
Si bien en un principio las letras se compusieron en inglés, rápidamente fue ganando terreno el castellano y con él, las cualidades poéticas y rítmicas de un estilo genuino. Los Gatos, Almendra y Manal fueron los grupos considerados “fundadores” de lo que hoy conocemos como rock nacional argentino, formados en un contexto nacional e internacional novedoso. En el marco de la Guerra Fría, nuevas manifestaciones políticas, culturales, estudiantiles irrumpieron la escena y penetraron en las estructuras sociales conservadoras. Es la época del Mayo Francés, del movimiento hippie, del “flower power”. Aquí, en Argentina, la dictadura de Onganía y su creciente represión no hacían más que alimentar este tipo de manifestaciones alternativas. La censura en las producciones artísticas – entre ellas las discográficas – era moneda corriente, motivando la creatividad en las poesías.
Entonces, desde sus inicios el Rock Nacional ha funcionado como un vehículo contracultural de identificación juvenil que se muestra rebelde, se entiende contestatario, y que sienta sus bases en la provocación y en la trasgresión. Este proceso fue generado como reacción colectiva, sin un pensamiento político partidario definido, sino como expresión una expresión social espontánea y hasta auto-inconsciente. “Si bien lo que aparecía en las letras de las canciones de rock eran elementos en tensión dentro del campo social, esas tensiones no ofrecían de por sí una praxis política, sino que esa praxis surgió como una decodificación colectiva, casi como una práctica de consenso, ya que en sí mismas las letras no presentaban más que una descripción del disgusto de los jóvenes con las reglas y tradiciones del ámbito social y/ o cultural.” Esto es un elemento decisivo a la hora de definir al Rock Nacional como patrimonio cultural inmaterial ya que establece su carácter propio en el sentido de expresión cultural auténtica.
Esto no significa que el Rock Nacional reniegue de otras músicas populares hasta ese momento prevalecientes en el país. Si bien aparece como expresión propia de los jóvenes que buscaban diferenciarse de sus padres y abuelos, nuestro rock lejos estuvo de erigirse como estilo competidor del tango o del folklore. Es más, no podemos explicar pasado y presente del rock nacional sin hacer referencia a los estilos musicales tradicionales de nuestro país, porque de ellos tomó - desde sus inicios - ritmos, arreglos, instrumentos y lírica. Y si queremos ir más allá, podemos citar ejemplos vivos de la interacción y de la relación del Rock con otros estilos musicales que son parte de la historia y de la cultura de nuestro País: tal es el caso de Andres Calamaro, con sus discos “El Cantante” y “Tinta Roja”, por ejemplo, en los que canta tangos de autores como Roberto Goyeneche y Carlos Gardel. Por otro lado, podemos citar el álbum “Rock & Tekis” lanzado por el grupo Los Tekis y que fusiona la chacarera y el rock en “Seguir viviendo sin tu amor” de Luis Alberto Spinetta.
La creciente violencia política e institucional de los años ´70 fue el contexto en el cual se consolidó el rock como manifestación de una juventud necesitada de espacios de expresión y encuentro. Cantado en castellano y con letras que los identificaban como jóvenes situados en una Argentina hostil, el rock era considerado parte de la subversión. El “terrorismo de Estado” llevado adelante por la última dictadura militar puso el foco en manifestaciones de distinta índole, y una de ellas fue el rock. Su contracara fue la permanente aparición de artistas y grupos, y la proliferación de obras que hoy son parte del cancionero popular, y que significaron formas de resistir el régimen impuesto. Basta pensar en Inconsciente Colectivo, de Charly García, o en Sólo le pido a Dios, de León Gieco.
Este movimiento también comenzó a tomar trascendencia desde los lugares de encuentro con la re-significación de los recitales de rock, inaugurado en forma masiva y como expresión política con los recitales del Luna Park, que despidieron al grupo Sui Generis. “La práctica ritual de los recitales operó sobre los asistentes una suerte de catarsis que permitió hacer estallar el sistema de valores y creencias (que, de otro modo estaban silenciados en el espacio social) al convertir los códigos del rock en lenguaje de oposición.”
Con la recuperación de la democracia en 1983 aparecieron nuevos valores que alimentaron tiempos de libertad y optimismo, donde las líricas reconocen modos de ver y sentir social que mutan y que destacan argumentos críticos, vinculados con desigualdades y complejidades propias de un país en reconstrucción. En los inicios de esta década surgieron Virus, Soda Stereo, los renovados Abuelos de la Nada y tantas otras bandas que, influenciadas por nuevas olas de rock “bailable”, darán aire fresco a una movida rockera ya afianzada.
La libertad, como concepto dinámico y provocador, se erige como uno de los vehículos de sentido más abordados por parte de este rock argentino. El lirismo postulado por estas manifestaciones de la cultura rock argentina recrean, revelan y entrelazan discursos sociales vinculados contextualmente en trámite con lo decible y no decible en dicho marco de la época. Precisamente, las enunciaciones planteadas en las líricas proporcionan nociones de libertad y profundizan la creación de espacios de libertad, que, si bien habían sido aludidos o nombrados en décadas anteriores, se hacen efectivos durante la naciente democracia. Se comprende así que el principal propósito buscado en esta instancia de reconstrucción democrática se relaciona con el rechazo del horror dictatorial, la reinstauración de principios básicos de constitucionalidad y las nuevas conceptualizaciones en torno al concepto de democracia como valor universal e imprescindible para la configuración social de la política.
La crisis política y social que sufrió nuestro País hacia fines de la década de 1990 y principios del 2000 también generó un escenario propicio para la aparición y el surgimiento de nuevas bandas de Rock que generaron un vínculo muy fuerte e interesante con seguidores jóvenes que no encontraban “su lugar” en una sociedad que los expulsaba de un sistema cruel que no tardó en explotar en ese fatídico diciembre de 2001. Lo interesante y notable de ese vínculo es que las bandas estaban formadas por hombres y mujeres jóvenes que vivían y sufrían lo mismo. La lírica de esta nueva oleada de bandas de Rock Nacional interpelaba a la sociedad en búsqueda de que los “excluidos” puedan ingresar a un sistema que garantice y respete los derechos de las minorías, de los jóvenes, de las personas que vivían y aún viven en la marginalidad, de las mujeres, etc. Es en este sentido que, por ejemplo, el grupo Callejeros ya en el año 2001 hablaba del derecho al aborto para todas las mujeres de nuestro País y criticaba, al mismo tiempo, la concentración y el monopolio de los medios de comunicación, que muchas veces atentaban contra la posibilidad de difusión de sus trabajos.
En la actualidad, la mayoría de los artistas y las bandas que constituyen la cultura Rock de nuestro País se han volcado masivamente al apoyo y la defensa del movimiento feminista y la cuestión de género, tanto en sus espectáculos como en la vida cotidiana, expresándose a través de las redes sociales y las nuevas formas multimedia de interacción con el público en general. Un ejemplo claro de todo esto sucedió en las semanas previas y posteriores a la votación del proyecto de ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo que buscaba el reconocimiento legal del derecho al aborto legal, seguro y gratuito. Es así que el Rock Nacional, generación tras generación de músicos y artistas, sigue dispuesto a enfrentar con su música y su arte a todos aquellos intentos conservadores que buscan coartar la libertad en todas sus formas y mantener un antiguo y tradicional “orden establecido”.
Ya pasaron más de cinco décadas desde aquellos años “irreverentes” en los que nacía el rock en Argentina. Hoy es parte esencial de nuestra cultura, de nuestra identidad. Nos reconocen en Latinoamérica por ser cuna de un rock genuino, que hizo camino al andar a partir de sus próceres: Almendra, Los Gatos, Manal, Vox Dei, Sui Generis, por nombrar a los grupos pioneros, y a Charly, Spinetta, Fito Páez, Gustavo Cerati y Andres Calamaro como máximos representantes. Como fenómeno cultural complejo, el rock argentino representa un compendio de experiencias que exceden lo meramente musical y lírico, y que hoy lo ubica como un bien cultural inmaterial de necesaria protección y promoción por parte del Estado Nacional.
Una de las polémicas que ha generado el rock argentino es su pertenencia o no a la cultura y música nacional. El rock, al igual que otras expresiones de la música popular y masiva, es un producto musical que se influencia por ritmos tanto nacionales como extranjeros, manteniendo con estos últimas una relación que va de la copia, a la consolidación de un estilo propio. Esa música, comenzó a darles a los sectores juveniles un lenguaje no estandarizado, capaz de producir un sentido acorde con las nuevas experiencias sociales que ellos sentían y vivían. Esta expresión social ha sido protagonista de nuestra historia a partir de la segunda mitad del SXX y, en base a todo lo anteriormente expuesto, representa un bien social nacional que ha promovido la construcción democrática y de la libertad en nuestro país.
Es por esto que pido a mis pares que me acompañen en la firma de este proyecto de ley.
Proyecto
Firmantes
Firmante Distrito Bloque
RODENAS, ALEJANDRA SANTA FE NUEVO ESPACIO SANTAFESINO
DE PONTI, LUCILA MARIA SANTA FE PERONISMO PARA LA VICTORIA
FILMUS, DANIEL CIUDAD de BUENOS AIRES FRENTE PARA LA VICTORIA - PJ
ALUME SBODIO, KARIM AUGUSTO SAN LUIS UNIDAD JUSTICIALISTA
Giro a comisiones en Diputados
Comisión
CULTURA (Primera Competencia)
PRESUPUESTO Y HACIENDA
Trámite en comisión (Cámara de Diputados)
Fecha Movimiento Resultado
06/11/2018 ANÁLISIS DE PROYECTOS DE COMPETENCIA MIXTA Aprobado por unanimidad en la parte de su competencia sin modificaciones