PROYECTO DE TP


Expediente 5467-D-2018
Sumario: INCLUSION DE LA TEMATICA DE LA PREVENCION EN MATERIA DE ADICCIONES EN LA LEY 26150, DE EDUCACION SEXUAL INTEGRAL.
Fecha: 04/09/2018
Publicado en: Trámite Parlamentario N° 113
Proyecto
El Senado y Cámara de Diputados...


Inclusión de la temática de la Prevención en materia de Adicciones en la ley de Educación Sexual
Artículo 1º-. Modificación. Modificar el articulado de la ley Nacional 26.150, con el objeto de atender al abordaje integral del cuidado personal y de la salud del menor en las escuelas, complementando el eje de la educación sexual con el de la prevención de adicciones.
Artículo 2º-. Para el fin establecido en el Artículo 1, establecer que se incluya en los planes institucionales, sobre el enfoque integral de la Educación Sexual Integral, la prevención de Adicciones, ya sea de manera transversal y/o a través de espacios curriculares específicos, así como en las normas que regulan la organización institucional.
Artículo 3°-. Facultase al Jefe de Gabinete de Ministros para que efectúe las adecuaciones y/o reasignaciones presupuestarias que resulten pertinentes para atender los gastos que demande la implementación de las currículas, incluyendo la autorización para solicitar financiamiento en el exterior.
Artículo 4 -. Comuníquese al Poder Ejecutivo.

FUNDAMENTOS

Proyecto
Señor presidente:


El Poder Ejecutivo decretó la Emergencia Nacional en Materia de Adicciones hasta el 31 de Diciembre de 2018 (Decreto 1249/2016 publicado en el B.O. el 07 de Diciembre de 2016) a efectos de reforzar el abordaje integral de las adicciones, teniendo como ejes principales su prevención y tratamiento, así como la inclusión social de aquellas personas que se encuentran afectadas por esta problemática.
Queda claro entonces que la República Argentina se encuentra en una situación de emergencia de adicciones, es por ello que debemos hacer hincapié en la prevención de consumo de alcohol y otras sustancias. A su vez, reforzar la educación en prevención de adicciones, automáticamente previene también embarazos no intencionales.
En efecto, en las Jornadas en San Rafael, Mendoza, realizadas entre el 31 de agosto y el 1 de septiembre de 2018, quedó clara la relación directa existente entre el alcohol y consumo problemático con los embarazos adolescentes. No hay uso de drogas sin riesgo.
En este sentido, la educación sexual debe incluir el cuidado personal, la prevención de adicciones y fundamentalmente, para atender ambas problemáticas, la educación en valores además de la contención, con el objetivo de contrarrestar el marketing del consumo, y que el adolescente pueda tomar conscientemente decisiones saludables.
No hay uso de drogas sin riesgo: la problemática de las adicciones abarca y traspasa múltiples factores: neurobiológicos, psicológicos, familiares, escolares, comunitarios y prospectivos. En consecuencia, las soluciones deben ser también multidisciplinarias e integrales. Se debe legislar con una mirada amplia, reconociendo que tanto la intersectorialidad, como la sensibilización de la comunidad, implican articulación.
Lamentablemente, todo parece reducirse a un esquema erróneamente simplificado en el cual la droga es evaluada por comparación con otras sustancias aceptadas socialmente. Hoy sabemos científicamente que no es así y las organizaciones internacionales que estudian seriamente el problema como la UNODC (Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito) alertan, por ejemplo, sobre el uso dañino de la marihuana. Esta Organización de las Naciones Unidas en su Informe Mundial sobre drogas 2011 expresa con toda claridad que cada vez más hay evidencias que indican que la intensa exposición al uso de cannabis incrementa el riesgo de desórdenes psicóticos.
Frente al cannabis, los adolescentes parecen estar en doble desventaja: son más vulnerables al uso de ella y los efectos sobre las medidas cognitivas son más pronunciadas que en la edad adulta (Arsenault y otros, 2004; Ehrenreich y otros, 1999; Pope y otros, 2003). La adolescencia es un período crítico para el desarrollo neuronal y existen poco estudios encarados en esta etapa crítica (Mathias y otros, 2010).
De esta forma, el deterioro de las funciones conductuales, las consecuencias de tener relaciones sexuales y fundamentalmente los riesgos para el niño por nacer durante el embarazo, además de su relación con la esquizofrenia y los brotes psicóticos, nos deben alertar y conducir hacia un tratamiento conjunto de la educación sexual y la prevención de adicciones.
En la práctica cotidiana, los jóvenes masculinos toman riesgos, pero en grupo, incentivados por la cultura del deseo y del consumo: esto hace que el adolescente esté más dispuesto a consumir, porque ve manipulado su deseo. Adicionalmente, quiere también aparentar frente a los otros.
Las fiestas, con pensada utilización de luces y sonidos, modifican las neurotransmisiones: el cerebro no distingue entre la virtualidad y realidad y
las sensaciones que se provocan son las mismas que ante hechos reales. Por ello los videojuegos tienen tanto éxito y también crean adicción: la lógica del juego modifica el cerebro y la realidad cognoscible circundante.
Cabe remarcar que el cerebro se termina de desarrollar a los 24 años, por ello no podemos exponer al adolescente a estos incentivos en completa soledad.
Falta el acompañamiento y la voz del adulto, su reflexión junto a los hijos.
Hoy nuestros jóvenes no pueden tomar decisiones saludables, porque la cultura estimula decisiones no saludables. Esa misma cultura del consumo es la que busca naturalizar la marihuana. Ya lo logró con el alcohol, cuya venta es lícita y terminó convirtiendo a dicha sustancia en el primer gran problema de adicción de nuestros jóvenes.
De esta manera, por más que se les haya informado que algo es malo, no pueden postergar la decisión del consumo. Les faltan herramientas, límites ciertos y contención afectiva.
Del mismo modo, los adultos se convirtieron en “meros testigos-proveedores”: los llevan, los traen, pero, ¿les ponen límites?, ¿les enseñan la tolerancia a la frustración?, ¿buscan entender realmente qué les pasa?
La Doctora Diana Gomez, especialista en Hebiatria , miembro de la Sociedad Argentina de Ginecología Infanto Juvenil, explicó en el 3° Congreso Provincial sobre Seguridad, Narcotráfico y Adicciones en San Rafael, la sustancia del cigarrillo de marihuana perdura 15 días en el cuerpo, y durante ese lapso se mantiene el estado canábico. Por su parte, el alcohol dura dos horas.
La ingesta de alcohol resulta un bombazo para el cerebro del adolescente, mientras que en un adicto el lóbulo frontal desaparece. En este sentido, la etimología de la palabra “adicción” nos indica la ausencia de dicción, esto es, la persona no puede poner en palabras lo que siente.
Un ejemplo ilustrador puede observarse en las relaciones sexuales: si un masculino está consumiendo y mantiene relaciones con una mujer embarazada, la sustancia pasa a la placenta. El 100% de la sustancia pasa por la leche materna, y se concentra en la leche de la grasa materna
Por ello es trascendental transmitir a los adolescentes que no deben ni pueden consumir durante el embarazo y durante la lactancia.
Estas situaciones clarifican la intrínseca relación entre consumo y relaciones sexuales. Ante esto, es menester comprender la gravedad de la situación y propender a un accionar conjunto.
Tampoco debe dejarse de lado la perspectiva de los padres. Así, pensar talleres para una paternidad responsable, al igual que una maternidad responsable, es fundamental. El hombre puede dar los mismos estímulos que la mamá en cuanto a afecto y contención.
En este orden de ideas, la comunicación intrafamiliar es tan efectiva como multiplicadores sus efectos, ya que conjuntamente con el diálogo progenitores-hijos, debe averiguarse si el entorno de amistades/allegados es saludable.
Por otro lado, nuestro país debe lograr efectivizar los derechos básicos, garantizados por la Constitución Nacional tras el reconocimiento de los pactos y las convenciones internacionales. Así, el artículo 25 de la Declaración Universal de Derechos Humanos determina: "Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios". O la Convención sobre los Derechos del Niño, ratificada por ley nacional n° 23849 (1990) y con jerarquía constitucional al incorporarse al artículo 75, inciso 22 de la Carta Magna.
Ante la declaración de emergencia, y la ratificación por parte del Congreso de la Nación de la validez de los Derechos Humanos desde su concepción, la educación en materia de prevención resulta trascendental. Debemos desarrollar, implementar y auditar políticas concretas y efectivas para dar cumplimiento a tantos derechos constitucionales postergados, que tienen clara incidencia en la problemática y en el desarrollo de nuestros jóvenes.
En definitiva, resulta el momento propicio para buscar desarrollar e implementar una currícula en las escuelas que establezca lineamientos claros para un efectivo tratamiento del cuidado personal y la prevención de adicciones: en primer lugar que informe sobre efectos y consecuencias físicas y psíquicas; en segundo lugar que establezca responsabilidades frente a terceros; y en tercer lugar que forme en valores y respeto al otro.
En cuanto al marco regulatorio en materia de adicciones, la ley 25.586 estableció en el 2009 el Programa Nacional de Educación y Prevención sobre las Adicciones y el Consumo Indebido de Drogas. La reglamentación de la ley 26.934 -Plan Integral para el Abordaje de los Consumos Problemáticos (Plan IACOP)-, brinda sólidos cimientos para sustentar una política pública federal, con fuerte énfasis en atender el problema de las adicciones en los contextos de mayor pobreza y exclusión social. Desde 1997 existe una ley nacional que prohíbe en todo el territorio nacional el expendio a menores de 18 años de todo tipo de bebidas alcohólicas. Con el decreto 149/2009, la ley 24.788 de lucha contra el alcoholismo quedó debidamente reglamentada. Su articulado es muy valioso en cuanto a propuestas de control en general, e incluso avanza en ciertos parámetros de regulación de los mensajes publicitarios. Del mismo modo, la ley 23.737 de estupefacientes, mantiene parte de su articulado que quedó en desuso tras el fallo Arriola. Otros han sido puestos en tela de juicio o bien anulados por la entrada en vigencia (pero no por la efectiva aplicación) de la ley 26.657 de salud mental. La realidad es que hoy se dejó sin herramientas a miles de familias que buscan recuperar a sus hijos de las adicciones, y deben deambular sin respuestas. En este sentido, lograr conectar la educación sexual con la prevención de adicciones, poniendo en agenda la ley de Plan Integral para el Abordaje de los Consumos Problemáticos, implicaría un puntapié inicial en la implementación de políticas públicas relacionadas al derecho del cuidado. Y en especial, garantizaría una presencia efectiva en los barrios de mayor vulnerabilidad, intentando que los menores atrasen la iniciación del consumo del alcohol y el inicio de su actividad sexual. Por otra parte, a casi doce años de la sanción de la Ley 26.150 que creó el Programa Nacional de Educación Sexual Integral y a casi diez años del dictado de la Resolución 43/2008 del Consejo Federal de Educación, que aprobó los Lineamientos Curriculares para la Educación Sexual Integral, es necesario analizar honestamente cuales han sido los resultados. Y debe empezarse reconociendo que dicha normativa no ha tenido efectiva aplicación.
Como corolario, se debe transmitir conocimientos actualizados, confiables y precisos, con el fin de mejorar las habilidades de los estudiantes en cuanto a la construcción de relaciones interpersonales sanas y respetuosas, la comprensión de las normas culturales y sociales, la importancia de la igualdad de género, no discriminación, violencia y violencia de género, consentimiento, abuso sexual e integridad corporal, prácticas nocivas, entre otras dimensiones.
Se torna imperioso abordar las dimensiones físicas, psicológicas, emocionales y sociales de la salud sexual y reproductiva, informando y orientando a los niños, niñas y adolescentes respecto a la transición de la infancia a la edad adulta y los cambios que esta conlleva, el embarazo adolescente, los diversos métodos anticonceptivos, la prevención y detección de las enfermedades de transmisión sexual, la construcción de hábitos y comportamientos sexuales responsables y saludables.
Si ya hemos logrado crear conciencia antitabaco y ciudades libre de humo, ¿por qué ahora ser más permisivos con otras sustancias adictivas?
En nuestro país, las dos primeras sustancias que generan adicción y vuelven “dependientes” a los argentinos, son de circulación legal, con gran tolerancia social, y cuyo consumo ha sido naturalizado: el alcohol y el tabaco. En esta línea, la OMS considera al alcohol como la droga más destructiva del sujeto, sus relaciones y el tejido social. La Fundación Favaloro calcula en tres millones y medio los argentinos dependientes del alcohol.
En otro orden de ideas, el titular del SEDRONAR, Roberto Moro, aseguró que “el alcohol es la primera droga que prueban los más jóvenes" y actualmente constituye “la droga social más aceptada”. En 2017 se conoció un nuevo ranking estadístico que ubica a la Argentina en tercer lugar en toda América en cuanto a consumo de alcohol: 9,1 litros per cápita. Aunque no se está consumiendo más que antes (9,3 en el último informe) otros países de la región han reducido el consumo más que nosotros.
Según el informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que recopila estadísticas con sus 194 Estados Miembros, la Argentina se colocó detrás de Canadá (10 litros) y los Estados Unidos, con 9,3 litros, en el continente americano, y superó por primera vez a Chile (9 litros), que en el informe anterior (2014) estaba por delante. Le siguen Perú y Brasil (ambos con 8,9 litros), Venezuela (7,1), Uruguay (6,8), Paraguay (6,3), Bolivia (5,9) y Ecuador, con 5,1.
Ahora bien, históricamente los hombres han sido los principales consumidores de alcohol y los que han sufrido más consecuencias inducidas por el alcohol. Sin embargo, las mujeres beben cada vez más y con mayor frecuencia, alcanzando en muchos países el mismo nivel de consumo que los hombres. El aumento del consumo de alcohol entre las mujeres es preocupante ya que las mujeres tienden a padecer más problemas con un consumo igual o incluso inferior al de los hombres.
En este sentido, y según un informe del 2015 atribuido a la Organización Mundial de la Salud, la Argentina tiene la mayor tasa de mortalidad atribuible al consumo de alcohol en mujeres. Además, en América se registra la mayor tasa de trastornos por consumo de alcohol en mujeres.
Cabe destacar que el consumo de alcohol aumenta el riesgo en la mujer de padecer varios problemas de salud, entre otros: cáncer de mama, enfermedades cardíacas, enfermedad cerebro vascular, depresión, cirrosis hepática, dependencia al alcohol, lesiones por traumatismos derivadas de la violencia interpersonal y de los accidentes automovilísticos, complicaciones en el embarazo y trastornos mentales y físicos en el bebé.
Además, entre marzo y noviembre del año pasado, se realizaron en el país controles de alcoholemia a 21.500 conductores en 14 municipios de ocho provincias. Sus resultados demostraron que los jóvenes presentaron alcoholemias positivas en un 58% más que los adultos, lo que confirma que los jóvenes se encuentran más dispuestos a exponerse a riesgos que el resto de la población.
En el estudio cualitativo que llevó a cabo la ANSV para comprender las razones que influyen en que los jóvenes decidan realizar una conducta que puede atentar contra su propia salud, demostró que “el problema del alcohol y la conducción no aparece espontáneamente como una preocupación de los jóvenes en la Argentina. Cuando ellos hablan de las faltas en relación a la seguridad vial, el alcohol al volante casi no tiene incidencia”, explicaron.
Los resultados de este estudio exhiben una problemática: para los jóvenes tomar alcohol y conducir representa una actividad que les genera puro beneficio con un bajo costo. Ambas actividades tienen en común que generan en ellos sentimientos positivos: por un lado, manejar y consumir alcohol son percibidos como un rito de iniciación a la adultez. Y, por el otro, el consumo de alcohol constituye un “posibilitador social” que permite divertirse o interactuar con desconocidos.
La ecuación es brutal y directamente proporcional: a mayor sensación de permisibilidad sobre el consumo de alcohol y drogas, mayor consumo junto con el aumento de la incitación a actos sexuales, mayores embarazos no intencionales y de mayor riesgo.
Las políticas públicas deben orientarse, sin lugar a dudas, a desalentar el consumo de drogas. Por eso es de la mayor importancia contar con una política de Estado que promueva la educación, la prevención y la salud. Es urgente dar pasos hacia soluciones integrales.
En conclusión, necesitamos un enfoque socio-sanitario de nuestra educación, que no solo informe, sino que también eduque a los jóvenes en valores y responsabilidad. Debemos alejar al segmento joven de las campañas que focalizan en la satisfacción inmediata e individual, que busca flexibilizar los imaginarios sociales, para arremeter con el marketing del consumo y del goce ya. Por ello es fundamental acompañar, asistir y recuperar a tantos menores sometidos a sufrimiento social.
Hoy el mundo entero se enfrenta a uno de los mayores problemas que se haya registrado en la historia de la humanidad, originando el siguiente dilema: estamos fomentando conductas, y luego como remedio “simplista”, buscamos anular sus resultados (legalización del aborto).
Algo está mal en esta ecuación: permitimos que nuestros jóvenes consuman, se inicien tempranamente en relaciones sexuales, y luego ponemos el grito en el cielo y relativizamos la vida, al empujarlos a abortar. Volviendo a victimizar al joven que ya es víctima. Todo ello genera situaciones de angustia y desasosiego además del desmoronamiento de la sociedad.
Por ello es indispensable que la Sociedad toda reaccione y tome conciencia: Una Sociedad ausente es tan peligrosa como un Estado Ausente. Por ello debemos enfrentar la problemática de los embarazos no intencionales y de las adicciones, con un gran sentido de fraternidad y responsabilidad: a la noción de daño individual es necesario sumarle la de daño colectivo o social.
Necesitamos un Estado presente y activo que garantice la salud física y psicológica de toda la población. Por todo lo expuesto es que resulta imprescindible que el Poder Ejecutivo implemente una Educación de Cuidado en el ámbito escolar, que incluya la Educación Sexual y la Prevención de Adicciones. En este sentido, solicito a mis pares me acompañen en la aprobación del presente proyecto.
Proyecto
Firmantes
Firmante Distrito Bloque
SCHMIDT LIERMANN, CORNELIA CIUDAD de BUENOS AIRES PRO
Giro a comisiones en Diputados
Comisión
EDUCACION (Primera Competencia)
FAMILIA, MUJER, NIÑEZ Y ADOLESCENCIA