La Cámara de Diputados de la Nación

DECLARA:

Expresar su más enérgico repudio y rechazo a la baja de los reintegros por exportación a la producción de frutas y frutos, cortezas de agrios y cítricos, plasmado en el decreto 767 de 2018, medida que ubica en una situación crítica a la producción de peras y manzanas del Alto Valle de Rio Negro y Neuquén.

Señor presidente:

Una de las derivaciones esenciales de las potestades de este Congreso de la Nación, consiste en proteger y potenciar el desarrollo de las economías regionales, en el marco de propender al desarrollo armónico de la Nación (art. 75 inc. 19 CN). Este proyecto se inspira en dicho principio, si bien se sustenta en las facultades derivadas del art. 75 inc. 12 -por tratarse de una materia comercial-, es necesario advertir que la Nación debe dictar normas tendientes a equilibrar las partes en las relaciones comerciales y no en perjuicio de las economías regionales.

En lo que respecta a la producción de peras y manzanas se reduce del 8,5% al 4,75% los reintegros por exportación, una cifra que impacta en toda la cadena de producción. Estamos hablando de alrededor de 15 millones de dólares que representan 450 millones de pesos.

En la zona de Río Negro y Neuquén, la fruticultura regional se orienta fuertemente a los mercados externos, tiene antecedentes que datan de casi 100 años de historia.

La actividad frutícola regional se caracteriza por la existencia de un significativo número de chacras en manos de pequeños productores (52% de los productores). En ellas predomina el trabajo del productor y su familia y la contratación de mano de obra temporaria para tareas específicas. En el otro extremo, está el segmento de "productores grandes" que representa sólo el 6% del total. Esta característica de la región demuestra que, a nivel social, la actividad productiva de los grandes valles se encuentra en gran parte apoyada en la figura del "productor pequeño".

Caída de precios, suba de costos en dólares, baja de exportaciones, cantidad y calidad de la fruta cosechada y falta de financiamiento, son algunas de las problemáticas que arrastra la actividad desde hace tiempo y que, lejos de resolverse, se agravan año tras año.

Para dimensionar el problema, en cinco años se perdieron 4.000 hectáreas de superficie plantada (se estima además que hay otras 15 mil en estado de abandono), se perdieron 2 millones de jornales, las exportaciones cayeron 36%, la producción se retrajo 42%, y se estima que el sector se descapitalizó en más de US$ 787 millones. Con estos números, se posiciona con un fuerte déficit en capital de trabajo y sin recursos para invertir en tecnología.

Toda esta crisis ocurre en un contexto de incremento en la demanda mundial de peras y manzanas, que a diferencia de la Argentina, está permitiendo que países como Chile y Sudáfrica ganen mercados desplazando al productor local.

La fruticultura es la principal ocupación económica en el Alto Valle de Río Negro y una de las más importantes también para la provincia de Neuquén. El aumento de los costos en dólares ha sido muy fuerte, y se suma a la caída de los precios, poniendo al sector en jaque. A todo este panorama ahora le sumamos la baja en los reintegros por exportación.

Una vez más solicitamos al Poder Ejecutivo que revea estas medidas que perjudican seriamente a las economías regionales, provocando mayor desocupación, mayor pobreza y empeorando cada vez más la calidad de vida de los argentinos.

Por todo lo expuesto, solicito a mis pares que me acompañen en este proyecto.