La Cámara de Diputados de la Nación

DECLARA:

De Interés de esta Honorable Cámara la exposición “El pan del día”, que el Museo de la Ciudad presentó en la sede Casa Altos de Elorriaga, ubicada en la calle Defensa 187.

Señor presidente:

El Museo de la Ciudad inauguró el jueves 4 de abril la muestra “El pan del día”, que refleja parte del gran patrimonio gastronómico en la sede Casa Altos de Elorriaga, ubicada en la calle Defensa 187. La presentación de la exposición que desarrolla, con objetos y recreaciones de época, los distintos aspectos en la elaboración de los panificados, estuvo a cargo del Lic. Ricardo Pinal Villanueva, director del Museo de la Ciudad.

Las salas del museo simulan una verdadera panadería de época. Una bicicleta de reparto es lo primero con lo que uno se encuentra al entrar. Unos metros más adelante, el mostrador con sus vitrinas nos hace recordar a las facturas y los panes que día a día tenemos en nuestra mesa. Siguiendo el camino que nos ofrece la muestra, podemos adentrarnos en el tradicional galpón donde se emplazan hornos, mesadas, cámaras frigoríficas y maquinarias. A un lado y al otro, palas, bolsas de harina de todo tipo, palos para amasar, moldes y tantos otros objetos que siguen haciendo historia en este fabuloso mundo.

Concebida bajo el lema Patrimonio Gastronómico Porteño, la exposición permite adentrarse en aspectos desconocidos de este sustento tan popular y sumamente arraigado. Es que la injerencia del pan atraviesa lo político, social, cultural e Incluso religioso, teniendo en cuenta el papel importante que cumple en las grandes religiones monoteístas.

Como bien explica el director del Museo de la Ciudad, el pan data desde la llegada de los españoles a la ciudad. Se recurría a los campos de lo que hoy es zona norte, y de ahí se extraía el trigo. Con las amasadoras aparecen las primeras panaderías y la distribución formal del trabajo. Un tiempo después aparecen los primeros conflictos gremiales entre los panaderos y sus trabajadores, que tenían como referentes a los anarquistas que hoy dan nombre a las facturas: libritos, vigilantes, bombas, cañones, suspiro de monja.

La industria panadera brillará en el siglo XX con La Panificación Argentina en Caballito y los bizcochos Canale en Barracas, mientras en los barrios las confiterías comienzan a ser el lugar de vinculación social. Los vecinos encuentran un espacio de encuentro en el que pueden compartir penas y alegrías casi como si fuera un segundo hogar.

“A los argentinos, y a los porteños en particular, nos puede faltar cualquier cosa, menos el pan. Venimos de generaciones de pan con manteca y dulce de leche", sostiene Pinal Villanueva quien, acertadamente, recuerda que "uno pide paz, pan y trabajo”.

Esta muestra ayuda también a contrarrestar la percepción que se quiere instalar sobre lo desaconsejable de la ingesta del pan. La ciencia lo avala e incluso lo fomenta, teniendo en cuenta que nos aporta hidratos de carbono, fibra y proteínas vegetales, lo que lo convierte en uno de los productos más completos de nuestra alimentación. Incluso la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que se consuman al día aproximadamente 250g de pan al día, lo que equivale a 40-50 gramos por comida.

Pensar el pan es pensarnos como sociedad en tanto acompaña, como ningún otro alimento, el devenir de todos los días de nuestras vidas. Este homenaje al alimento y a quienes lo preparan hace despertar grandes emociones y recuerdos, pues esta panadería recreada que estará abierta al público hasta el lunes 3 de junio, traslada rápidamente al visitante a momentos amorosos de su vida.

Teniendo en cuenta la importancia de que se siga reconociendo y revalorizando el patrimonio gastronómico ciudadano, y estando a unos días de la festividad de San Honorato, patrono de los panaderos, considero de gran importancia que me acompañen en el presente proyecto.