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Comisión Permanente

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Jefe CPN. SILVA SANDRA BEATRIZ

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  • ECONOMIA

Reunión del día 02/05/2002

- ESTUDIO ES LA PLANIFICACIÓN DEL DESARROLLO ECONÓMICO

En la ciudad de Buenos Aires, a los dos días del mes de mayo de 2002, a la hora 10 y 19:
SR. PRESIDENTE CORFIELD Como ustedes saben, uno de los temas que esta comisión tiene siempre a estudio es la planificación del desarrollo económico. De acuerdo con el intercambio de opiniones que hemos tenido entre los señores diputados, la mesa de esta comisión llegó al convencimiento de que era importante efectuar una convocatoria de verdaderos estadistas en temas económicos para intercambiar ideas, opiniones y, por supuesto, de alguna manera tender a establecer un plan estratégico.

De acuerdo con la convocatoria que hemos formulado, hoy contamos con la presencia del doctor Aldo Ferrer, a quien agradecemos su presencia. Es profesor de Política Económica en la Universidad de Buenos Aires, fue ministro de Economía y de Trabajo, y a su vez uno de los estrategas y fundadores del Plan Fénix.

Diría que tenemos una gran tarea en la Comisión de Economía. Como presidente de la comisión quiero transmitir a los señores diputados que deberíamos realizar una gran convocatoria a todas las demás comisiones que tienen que ver con los factores de la producción, para que a partir del disenso de las ideas, del aporte que se pueda generar, podamos nosotros mismos trazar el rumbo que merece nuestro país.

Debemos ponernos a trabajar. Esta es una comisión que no solamente debe tratar los temas que hasta ahora viene generando por sus otras incumbencias, como son los temas de aduana, de seguros y de bancos, sino que debe comenzar a trabajar en un tema tan importante como es el desarrollo económico.

Doctor Ferrer: nuevamente quiero agradecerle su presencia. Como siempre, cuando tenemos a un invitado lo primero que hacemos es permitirle que desarrolle su exposición para luego generar un debate con los señores diputados.

Tiene la palabra el doctor Ferrer.

SR. FERRER Señor presidente: muchas gracias. En primer lugar, permítanme hacer una referencia a lo que usted acaba de decir. El Congreso es la institución fundacional de la democracia.

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Por lo tanto, es en él donde necesariamente tiene que darse el foro de discusión de los grandes temas.

La tarea que el señor presidente ha propuesto a los señores diputados me parece absolutamente pertinente, y me da mucho gusto poder contribuir con algunas reflexiones sobre la situación del país y los dilemas en que nos encontramos. De acuerdo con la mecánica de trabajo sugerida, utilizaré algunos minutos para hacer una breve síntesis sobre cómo veo a la Argentina y cuáles son, a mi juicio, los desafíos que tenemos por delante, los estados de ánimo y las perspectivas con que hay que abordar los distintos problemas.

Hay una famosa frase de un filósofo griego de la Antigüedad, Epicuro, que dice: lo que perturba a los hombres no son las cosas sino lo que piensan de ellas. En efecto, la forma en que observamos la realidad suele ser determinante de las cosas que hacemos y a veces dista mucho de lo que en verdad está ocurriendo; por lo tanto, la reflexión me parece fundamental.

A partir de esta perspectiva, sin duda el país está en una situación muy crítica, muy difícil y muy especial, incluso en lo que se refiere a su trayectoria histórica. Los tres grandes ejes sobre los que funciona una economía organizada -sistema financiero, sistema presupuestario y régimen cambiario- están profundamente desordenados. Esto los señores diputados lo conocen mejor que yo. Además, el régimen de contratos ha colapsado.

Esto lo hemos dicho en la reunión que el grupo Fénix efectuó en septiembre del año pasado, es decir, mucho antes de que se estableciera el denominado "corralito". En aquella oportunidad anticipamos que toda sociedad organizada se asienta sobre la base de contratos formales y virtuales celebrados entre actores privados y públicos -o desde luego, entre el país y el exterior-, y que dichos contratos son cumplibles en la medida en que las normas económicas sobre las cuales se sustentan lo hagan posible.

Hoy advertimos que el curso de los acontecimientos ha llevado a una situación de colapso y que desgraciadamente lo que manifestamos en aquella ocasión se cumplió al pie de la letra: se violentó el régimen de contratos, el país entró en cesación de pagos, los bancos no devuelven el dinero a sus ahorristas y se ha roto la cadena de pagos. En suma, el sistema se desordenó de manera espectacular.

Pero debe quedar en claro que no hubo una decisión explícita de que las cosas ocurrieran de este modo; esto rige incluso para la devaluación. Algunos suponen que la devaluación fue una decisión voluntaria; probablemente la situación no fue manejada con suficiente eficiencia, pero lo cierto es que los acontecimientos se precipitaron de tal manera que revelaron que el curso de acción tomado por el país en el largo plazo no era viable. Finalmente se produjo lo que todos conocemos en función de las desgraciadas consecuencias que trajo la cesación de pagos a nivel internacional.

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Este es un primer dato de la realidad que le da un dramatismo especial al tema en vista de la situación de desorden en la cual estamos inmersos. Me refiero a la desorganización de los tres grandes ejes sobre los cuales se asienta una economía moderna y, desde luego, todo el régimen de contratos, sin dejar de mencionar lo relativo a la cesación de pagos.

Otro dato de la realidad lo sintetiza esta recesión interminable que todos conocemos en profundidad y sobre la cual no vale la pena hacer hincapié. Podemos hacer notar que existe una gran masa de recursos ociosos en la economía. Lo característico de esta situación en la que se encuentra la Argentina es la existencia de una gran cantidad de recursos reales, o sea, capacidad productiva, mano de obra disponible, capacidad empresaria y organización de recursos que no están empleados. Esto se manifiesta claramente en el sector de la construcción.

Precisamente, este sector está trabajando con menos del 50 por ciento de su capacidad. A eso se suma la nula producción de cemento de parte de las empresas del sector y la mano de obra desocupada.

Este sector presenta la particularidad de que la totalidad de los elementos que emplea son de origen nacional, puesto que el componente importado de la construcción es muy bajo.

Asimismo, en el corto plazo -y por razones circunstanciales- no hay una restricción externa porque existe un superávit comercial cercano a los 12 mil millones de dólares y, en lo que respecta a las cuentas corrientes de la balanza de pagos, alcanza los 6 mil millones. Por ende, a corto plazo la situación económica se configura en un espacio económico en el cual hay capacidad productiva ociosa y no hay restricción de corto plazo, es decir que existe la posibilidad de incrementar en una fase de expansión la incorporación de importaciones. Una vez que la economía despegue comenzaremos a plantearnos la posibilidad de aumentar la capacidad de los pagos externos.

Entonces, vemos que existe, por un lado, una cierta desorganización y, por otro, recursos ociosos sin restricción externa de corto plazo. A ello debemos agregarle el clima de desconfianza que impera en el país que reaviva un problema histórico que se vincula con la pérdida del significado de la moneda nacional.

Hace unos días el señor Natalio Botana expresaba en un interesante reportaje que una economía moderna se sustenta sobre el eje de un Estado organizado y una moneda nacional. Lamentablemente, por las razones explicadas tenemos un Estado desorganizado y no contamos con una moneda nacional. Se trata de un fenómeno que no es casual y que no se circunscribe a un problema del corto plazo.

Los argentinos tuvimos, durante el siglo XX, dos récords mundiales desgraciados. Me refiero a que Argentina tuvo la más prolongada inestabilidad institucional -casi 50 años- a lo que hay que añadirle la inflación más alta con diversos brotes hiperinflacionarios.

Obviamente, estas dos circunstancias destruyeron la moneda nacional. La situación de nuestra moneda nacional se vincula con la inflación y con la inestabilidad política.

Cuando se establece la convertibilidad, ya existía una crisis de confianza y cuando se produjo la hiperinflación la moneda nacional no cumplía con el cometido que persigue una economía moderna. Por lo tanto, esta es la situación que se vuelve a reavivar. A través del establecimiento del plan de convertibilidad se creó la ficción de que podíamos abandonar la moneda nacional, dado que la convertibilidad implicaba en el fondo un alto grado de dolarización y que la economía podía funcionar en esos términos. Sin embargo, se reveló que esto no era así. Más aún cuando durante la mayor parte de ese período existía una tasa de cambio sobrevaluada.

Ahora que se ha producido todo este descalabro, ha vuelto a estallar la confianza. Tal cual lo precisó el señor ministro de Economía en una audición televisiva, aquellos que fueron previsores -los grandes- y tuvieron la información sacaron, en el curso de un año, la suma de 19 mil millones de dólares del sistema. Sin embargo, el resto del país se quedó dentro del corralito, salvo los que se fueron.

Esto generó una situación de incertidumbre e indignación de la gente, que se siente agredida, que participó de la ficción del 1 a 1 y que pensó que había depósitos en dólares cuando estos no estaban. El tema de la desconfianza es un dato a tener en cuenta y lo notamos sobre esta presión continua sobre el tipo de cambio.

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Parecería que este conjunto de circunstancias -el desorden de los ejes centrales, la disponibilidad de recursos sin restricción externa de corto plazo y la desconfianza- deberían ser abordados por una estrategia simultánea que permitiera restablecer el orden e incluso la normalidad de las relaciones financieras internacionales, poner la economía en marcha y detener este proceso recesivo interminable, con el agravamiento continuo de las tensiones sociales.

Este abordaje simultáneo plantea una serie de desafíos ya que tiene varios componentes. En primer lugar, el desorden, este caos, esta violación del régimen de contratos, implica una modificación de las relaciones patrimoniales entre el sector privado y el público, entre los bancos y los clientes y entre los particulares entre sí. Es una situación extremadamente delicada. La prudencia con que se maneje el costo de esta crisis, cosa que nadie saque ventaja de esto, la equidad con que se resuelva el tema del "corralito", cómo se reparte el costo entre acreedores y deudores, es un tema fundamental que requiere ser tratado con un gran criterio de equidad y razonabilidad.

Por un lado, está el manejo de las transferencias patrimoniales y, por otro, está el tema de la reactivación. Estas dos condiciones que mencioné de la situación macroeconómica, recursos ociosos y sin restricción externa de corto plazo, es una situación clásica que se dio claramente en la década del '30, cuando se vivió la crisis mundial donde pasó precisamente eso.

Frente al fracaso de la receta neoclásica, de superar la crisis buscando continuos ajustes del presupuesto -cosa que era imposible allí como aquí porque cuando cae el nivel de actividad la recaudación cae siempre más que el gasto y, por lo tanto, la continuidad del ajuste lleva a una situación insostenible- se planteó el nuevo paradigma keynessiano, en que cuando se verifican estas condiciones que estoy mencionando, es decir, hay un problema de insuficiencia de la demanda efectiva, y la forma de salir es impulsando precisamente la demanda efectiva y la liquidez a través de la política monetaria. Ésta es la receta teórica de Keyness.

El paradigma keynessiano prevaleció hasta la década del '70 y fue sin duda extremadamente exitoso, porque contribuyó a recuperar el nivel de empleo y buena parte de la actividad en la década del '30, hasta que la guerra cambió los términos del problema. Pero en los primeros años de la posguerra el mismo paradigma, en el marco del estado de bienestar, fue sin duda lo que explica el período dorado de las economías capitalistas desarrolladas, que va desde 1945 hasta la crisis del petróleo. Fue el período de más rápido crecimiento de esos países en la historia. Entonces, fue un paradigma extremadamente exitoso. Cuando se verifican esas condiciones no hay ningún misterio. La economía trabaja a niveles inferiores de su capacidad productiva por un problema de insuficiencia de demanda y liquidez.

Para poner el aparato productivo en marcha hay que expandir la demanda y la liquidez. Por ejemplo, a través de un plan de construcción de viviendas, etcétera. En el caso argentino, se plantea una situación que no se daba en esos otros países en esas circunstancias históricas, que es la crisis de confianza. Nadie se anima a liberar el "corralito" ya que existe el temor de que la gente se vaya al dólar.

Uno de los grandes dilemas es el manejo de la política cambiaria, es decir, cómo se maneja la política cambiaria una vez que se decide flotar y cómo se maneja de un modo compatible con una política de expansión de la liquidez. Este es uno de los grandes dilemas de la política. Todavía no sabemos las definiciones del actual equipo económico. El equipo anterior seguía la estrategia de tratar de detener la escalada del dólar restringiendo la liquidez y continuando el ajuste.

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Esa política era claramente recesiva, contraria a las condiciones necesarias de la recuperación. Se comprimía el gasto, había más recesión, más déficit, aumentaba el déficit fiscal. Esto fue la insensatez de aquella política del déficit cero, absolutamente incumplible por razones que la evidencia histórica mostraba de una manera palmaria: siempre en condiciones recesivas la recaudación cae más que el gasto, y aumenta el déficit.

Es por eso que en los presupuestos de los países desarrollados, en condiciones recesivas, siempre cuando se habla del déficit se alude al déficit en un sendero de crecimiento, es decir, adónde va a llegar el déficit una vez que la economía se vaya recuperando y vaya aumentado la recaudación tributaria.

Lo que quiero dejar planteado es el tema de la compatibilidad de la política cambiaria con la estrategia de reactivación. Este es un dilema que no está resuelto. Nosotros, en este grupo universitario llamado Fénix, nos inclinamos por una política agresiva de reactivación de liquidez y de demanda y de controles de cambio en la emergencia. Es decir, no hay ningún país en situación crítica, producto por ejemplo de haber salido de una guerra, que en cierto sentido es lo que nos pasó a partir de este conjunto de políticas fundamentalistas. Es muy difícil salir de situaciones de emergencia sin ciertos controles fundamentales.

Una de las cuestiones que consideramos importante es ver qué política cambiaria se precisa. Hay varias formas técnicas de analizar el tema. De alguna manera, el tipo de cambio refleja la falta de certeza y la inseguridad de la sociedad, y éste ha llegado a niveles exagerados. Esto ocurre incluso en un mercado profundamente restringido en el uso de los medios financieros por parte de la gente.

¿Cómo se diferencia ese tipo de cambio de la incertidumbre? Con un tipo de cambio necesario para que la economía sea competitiva, tanto para la sustitución de importaciones como para las exportaciones. Ciertamente, el tipo de cambio que surge del mercado está muy por arriba del otro.

Un tipo de cambio desbocado refleja la incerteza, y como en todas partes -y aquí más que en otros lados porque lo que nosotros exportamos es lo que comemos- es un determinante de los precios relativos y tiene un efecto fundamental sobre el salario real y la distribución del ingreso.

Este desorden que se ha producido en los precios por el tipo de cambio refleja esta incertidumbre, y ha llegado a un nivel que ha perforado profundamente a la economía. ¿Cómo se resuelve esto? ¿Cómo se diferencia? Este es un tema extremadamente complejo, porque la política cambiaria, precisamente por este efecto en la distribución del ingreso, es complicada en todas partes, pero aquí lo es particularmente, porque está marcada muy sectorialmente por la composición de las exportaciones.

Todo eso, por ejemplo, afecta frontalmente al sector agropecuario. Esta es una vieja polémica en la Argentina: el tipo de cambio como elemento distributivo entre el campo y la ciudad. Es tan viejo como la historia económica del país. Es un tema sumamente complejo, pero hay que encontrarle una solución razonable que permita manejar el tipo de cambio de una manera tal que transmita señales razonables al sistema de precios, y que al mismo tiempo permita una política de expansión de la liquidez. Porque si quedamos atados a la política anterior, de contener el tipo de cambio con instrumentos recesivos, seguiremos en la misma, achicaremos la economía, incrementaremos el desempleo y todo lo demás.

El otro tema que requiere un abordaje simultáneo es el de la cesación de pagos. Creo que fue un hecho desgraciado que cuando se anunció hubiera aplausos; tendríamos que habernos puesto a llorar. Realmente era una decisión inevitable. Se venía anunciando el default desde hace un tiempo, porque se sabía que Argentina estaba en una situación de sobreendeudamiento. Los indicadores de endeudamiento de Argentina son los peores de América Latina, y a su vez ésta es la región que tiene los peores indicadores de endeudamiento del mundo.

El default estaba cantado; lo decían los economistas del exterior: la Argentina va de cabeza a la cesación de pagos. Se produjo como un hecho inevitable, insisto. No es ningún motivo de alborozo y es una situación de la cual hay que salir de alguna manera.

Esta es un poco la descripción del escenario. Hay necesidad de reorganizar los tres ejes de la economía. El presupuesto no tiene salida sin el aumento de la recaudación. Como ustedes saben, el problema del déficit no es por el nivel del gasto público relativo al PBI; desde luego que hay mucho gasto público que habría que eliminar de cuajo porque no sirve, está originado en prebendas o en lo que fuere. Pero hay mucho gasto público que se debe

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hacer. En conjunto, el gasto público en relación con el producto bruto interno no es grande.

Por otra parte, fue buena la observación que el señor ministro de Economía hizo días pasados en el sentido de que no toda la culpa la tienen las provincias, porque al fin y al cabo sólo un tercio del déficit es déficit provincial. La idea fija de la perspectiva ortodoxa de que el Estado y el gasto público son los causantes de todos los males es una deformación de la realidad y llevó no sólo a continuas políticas de ajuste sino también a decir al Fondo Monetario Internacional y al resto del mundo que ése es el problema de nuestro país. Así fue como se estableció una pésima base de negociación, porque ése no es el problema.

Desde luego, las dificultades que hoy tiene la Argentina sólo tendrán solución a partir de una prudente política del gasto público, de una reactivación que permita aumentar la recaudación tributaria y de una reforma impositiva que se ha tornado impostergable. Es un error sugerir que en el actual escenario no es posible avanzar conjuntamente en la reactivación y en la formulación de una estructura tributaria más equitativa. Como es sabido, una de las características de nuestro sistema impositivo es su profunda falta de equidad. En las distintas facultades de Ciencias Económicas de las universidades públicas -incluyendo la de Buenos Aires- hay gente sumamente experta que podría armar un muy buen esquema de reforma tributaria razonable, prudente y equitativo; hago el comentario porque, como dije antes, éste es uno de los temas que no puede continuar postergándose.

El equilibrio fiscal sólo puede recuperarse por un sendero de crecimiento. Cuando digo que ninguno de los problemas tendrá solución fuera del sendero del crecimiento me refiero a lo siguiente. La persona que ha sido agraviada como ahorrista es un jubilado, un trabajador, un productor agrario, un empresario, un comerciante, etcétera. Esa persona también fue agraviada en el lugar que ocupa dentro de la sociedad. Al jubilado se lo agravió al rebajársele la jubilación; al trabajador, al dejarlo sin empleo; al empresario y al comerciante, al no brindarle un marco favorable para vender sus productos; al productor agrario, al no darle las herramientas para poder producir. Es muy difícil reparar al ahorrista si además no se repara al jubilado, al trabajador, al empresario, al productor agrario y al comerciante. Por eso digo que será muy difícil encontrar una solución al problema del "corralito" fuera del sendero del crecimiento.

Si se llegare a la conclusión de que, por diversas razones, no conviene permitir que la gente disponga de los ahorros pesificados que tiene en los bancos, habría que pensar en vincular la forma de postergar la devolución de los depósitos con alguna acción relativa al financiamiento de un plan de reactivación. A mi juicio, la reactivación de la economía es esencial para la resolución de todos los problemas: el del presupuesto, el del "corralito" e incluso el de la deuda. Días pasados leí en un diario que el señor ministro de Economía había dicho que si no crecemos al 4 por ciento no podremos pagar un solo peso. Entonces, si la economía no se recupera, ¿con qué vamos a pagar? ¿Se continuará hambreando a la gente? Por supuesto que esto no puede ser así.

Finalmente, creo que se deberían tomar en cuenta todas las circunstancias que acabo de señalar para poner a la economía argentina en el contexto de una estrategia de reactivación -esto lo estamos analizando en el seno del grupo que conformamos en la Universidad- y ver a partir de allí cómo podemos solucionar los distintos problemas. Tengo la impresión de que los primeros pasos del equipo económico están dirigidos a ordenar esos ejes, lo cual me parece razonable.

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Aquí existe una cuestión relacionada con el tiempo. Es decir, cómo se armonizan las medidas y cuándo entran las medidas de reactivación. Allí hay ciertos temas temporales de estrategia que son muy importantes, pero considero que sin reactivación estamos en un callejón sin salida.

Este asunto plantea directamente el enfoque sobre nuestra relación con el Fondo Monetario Internacional. Sin duda, la presencia del nuevo ministro ha introducido un cambio de lenguaje. Me refiero a esa idea que sustentaba el presidente de la Nación y sus anteriores ministros acerca de que sin el Fondo Monetario se venía el mundo abajo o esta forma aterrorizada de negociar con dicho organismo.

Creo que es una pésima forma de negociar dado que, tanto con el Fondo o en cualquier otra circunstancia, si una parte le dice a la otra "estoy en sus manos", considero que ya no hay más nada que negociar, tiene que pedir instrucciones.

Todo esto representó una espantosa pérdida de tiempo que nos hace pensar que no tenemos que volver a repetir determinadas situaciones. El hecho de que un funcionario internacional se pasee por un país como si fuera su administrador general y brinde conferencias de prensa en despachos públicos es algo lamentable que no ocurre en ninguna parte del mundo. Y esto lo digo porque tengo cierta experiencia internacional. Esto no sucede en ningún país. Me refiero al hecho de que un funcionario del Fondo se instale en la sociedad y la gente lo perciba como su administrador general. La señora que estaba al frente del organismo -en su etapa anterior- también era motivo de conversación, sobre todo respecto al modelo de ropa que usaba. Es algo fantástico.

Existen razones históricas complejas en nuestro país que llevan a la idea de la impotencia argentina, del desarrollo social y del desarrollo dependiente. Además, existe la idea equivocada de que la única forma de estar en el mundo es agachando la cabeza. Paradójicamente, ésta es la única forma de no estar en el mundo. Existe una gran cantidad de países -con menos recursos que Argentina- que han salido de situaciones como éstas en breve plazo. Todos piensan que lo han hecho bajando la cabeza y no es así. Lo han hecho integrándose, negociando pero defendiendo sus intereses nacionales, integrando su economía, defendiendo su mercado interno, defendiendo sus empresas, promoviendo la tecnología, educando a la gente, generando sinergia entre el sector privado y el público.

Es de hacer notar esta suerte de la apertura incondicional nos ha llevado a una extranjerización masiva del aparato económico y que tiene síntomas realmente

asombrosos.

Por ejemplo, en plena época de la dictadura militar -años 1978 y 1979- se emitió un aviso por televisión y por cine en el cual había cuatro sillas perteneciente a distintos países: Francia, Inglaterra, Japón y Argentina. El representante de cada país se sentaba en la silla que le correspondía y se apreciaba que sentía mucha comodidad. Sin embargo, cuando el representante argentino se sentaba y se caía al piso. Recuerdo que cuando veía ese aviso en el cine me daban ganas de tirar algo contra la pantalla.

Recientemente, en el año 1992 nuestro país les dio la Orden de Mayo a los señores Mulfford, Brady y Rhodes. Algo insólito.

Otra de las cuestiones a resolver es el tema de la indexación de la tarifa de los servicios públicos. Doy estos ejemplos para que se den cuenta cómo está arraigada la idea de la subordinación en los sectores que tienen que tomar las decisiones. Esto es incompatible con el mundo que estamos viviendo. No existe un sendero posible de reactivación y crecimiento con este tipo de default.

Todo esto debe ser analizado en el Parlamento y en el mundo académico. Es insólito que nuestros empresarios aplaudan las ideas que pregona esta gente. Debemos hacer una toma de conciencia.

La sociedad tiene que tomar conciencia de que para volver a funcionar como Nación hay que constituirse en un verdadero país. Argentina no tiene el destino para ser una sucursal, pues es un país muy grande como para ser precisamente una sucursal.

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Por su territorio, es el octavo país más grande del mundo. Entonces, no hay alternativa. Este es el gran dilema argentino, es el gran dilema histórico. Este es un gran país que tiene un destino miserable. Para ser un país importante tenemos que tener una concepción nacional, abierta al mundo, tenemos que meternos en los mercados y traer inversiones, pero de otra manera.

El caso de la inversión privada directa extranjera es muy sintomática por las diversas respuestas a la globalización. Si consideramos los países de Asia, como Corea, Taiwán, etcétera, ellos atrajeron inversiones extranjeras, las integraron al aparato productivo, establecieron el eslabonamiento con la producción nacional, atrajeron tecnología, accedieron a terceros mercados, esencialmente a través de las redes de las propias corporaciones y de ninguna manera entregaron el mercado interno. Son todas empresas superavitarias en divisas. En cambio, nosotros hicimos exactamente lo contrario.

Las inversiones extranjeras en Corea en conjunto seguramente dan superávit en divisas, venden más al exterior que lo que mandan al exterior en concepto de utilidades. Aquí sucede al revés. Hay un estudio reciente que hicieron unos economistas destacados que han hecho un análisis sobre el efecto de la inversión sobre la balanza de pagos. Hicieron lo siguiente: tomaron toda la inversión, la mayor parte de la cual está en los servicios públicos -todas cosas del mercado interno, bancos, redes comerciales, etcétera-, se plantearon cuánto exportan estas empresas, cuánto traen de divisas y cuánto gastan en el exterior, porque envían utilidades, hacen compras de tecnología, etcétera. Ellos observaron que el déficit representa dos tercios del déficit de la cuenta corriente. Esta es una pésima forma de atraer inversión extranjera.

La inversión extranjera es útil, pero en ciertas condiciones. No hay ningún país que tenga un régimen más abierto incondicionalmente en materia de financiera ni de atracción de inversión extranjera que el nuestro. Con la idea del piloto automático, se han abandonado los instrumentos de la política, dejando que la globalización nos lleve y ya vemos a dónde nos llevó. Sin embargo, el problema no es la globalización sino las pésimas respuestas que dimos a esto, como la hemos dado en materia comercial, al abrir la economía con un tipo de cambio sobrevaluado y sacrificando la competitividad de la producción argentina. En materia financiera, en un mundo extremadamente especulativo, en vez de tener la casa en orden se desfinanció el sector público con la reforma previsional y otra serie de calamidades y terminamos como terminamos.

Tengo la impresión de que estamos en una situación en que tenemos que pensar en estas cosas y ver si podemos reconstruir la idea de un país. No es fácil, porque hay, sin duda, factores muy fuertes que son los que nos llevaron a esta situación. Pero de alguna manera empiezan a generarse en la Argentina elementos de reacción frente a este enfoque porque, además, en el propio sistema internacional, el debate sobre estas cuestiones está a la orden del día, especialmente con la crítica de la volatilidad de los mercados financieros, la necesidad de regular los mercados financieros internacionales.

En la teoría del desarrollo hay un consenso que dice que el desarrollo es siempre un fenómeno esencialmente endógeno, que no se puede importar. Consiste en la modernización de la sociedad, de la educación, del Estado, el avance de la ciencia y la técnica, la evolución del sector público y privado, la acumulación de talento y de capacidad integrados al mundo, abiertos al mundo, pero como fenómeno endógeno. La idea de que el desarrollo consiste en abrirse incondicionalmente y que a uno lo llevara la corriente, nos llevó a donde estamos.

Tengo la impresión de que estas son cosas que hay que tener presentes cuando se trata de resolver los problemas puntuales que estamos viendo. Hay algunos signos alentadores en los comportamientos del actual ministro de Economía respecto del Fondo Monetario. No comparto esta cosa del terror y de la urgencia o de hacer leyes porque las pide el Fondo. Las leyes hay que hacerlas porque son buenas para el país y en la medida en que satisfagan una inquietud internacional bienvenidas sean. Disculpen que me meta en un terreno que no es el mío porque sé que estoy frente a legisladores, pero esto lo digo como economista, las leyes son buenas porque el país las necesita. A veces, hay que modernizarlas, pero no porque lo pidan desde afuera.

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Presenté un trabajo en la última reunión del grupo Fénix con este título: "Cada País Tiene el Fondo Monetario Internacional que se Merece." Ello porque nosotros tenemos la mala costumbre de sentarnos a negociar con el Fondo poniendo de nuestro lado de la mesa a gente que tiene ideas más retrógradas que las del Fondo, y muchas veces el Fondo ha sido un instrumento de los sectores más retrógrados de la Argentina.

Entonces, tenemos que negociar con el Fondo con realismo, sin prepotencia, pero desde una perspectiva nacional. Entonces, el ámbito de discusión es más amplio. En esta circunstancia, creo que la política de reactivación y reordenamiento es esencialmente una responsabilidad argentina. Hay que conversar con el Fondo para ver cómo arreglamos esta desgraciada situación de la cesación de pagos.

Pero eso implica un cambio total de actitud. De alguna manera ayer el ministro lo anticipó. Si bien hablaba muy bajo, yo entendí que dijo que por ahora no quería que viniese la misión del Fondo. "No hay ningún apuro. Vamos a hablar con el Fondo pero no estamos muertos porque venga el Fondo." Vamos a hablar y vamos a ver de qué hablamos.

SR. CARBONETTO Dijo: "Yo no adhiero a la idea de que vengan acá a hablar...". Que se queden allá y trabajen.

SR. FERRER Este es un cambio de actitud fruto de la sensatez de una persona con experiencia. En definitiva, estas son las reflexiones que me merece todo esto.

SR. PRESIDENTE CORFIELD Tiene la palabra el señor diputado Allende.

SR. ALLENDE Me da la impresión de que la idea central configurada por nuestro amigo acá presente es que tenemos que redactar, configurar un programa general, algunas líneas fuerza, básicas, y posteriormente a eso -que debemos por supuesto hacerlo rápidamente- sentarnos a conversar con el Fondo.

SR. FERRER Esa es la idea, lo cual no implica interrumpir las negociaciones. Podemos conversar todo el tiempo, pero no perder la oportunidad de dejar de hacer lo que debemos hacer.

SR. ALLENDE Que es lo que se está haciendo.

SR. PRESIDENTE CORFIELD Tiene la palabra el señor diputado Vivo.

SR. VIVO Me emociona el pensamiento nacionalque ha expuesto; me retrotrajo veinte años. Pero estas políticas fueron votadas por el pueblo reiteradamente. Es verdad que el pueblo no votaba a los ministros, pero éstos tuvieron acceso al poder, junto a sus equipos. Esta política que yo sintetizo diciendo que fue la claudicación de los argentinos, fue reiteradamente votada para elegir presidente de la Nación y para elegir legisladores, porque las políticas económicas se votaron cada dos años.

A esta claudicación -le decía a Posse recién- me parece dificilísima remontarla, porque además está la influencia de los medios de comunicación. Aparecen fotografías desde el 51, y la gente lee lo que escriben los periodistas; ahora quizás no compra tanto el diario porque no puede, y esto a lo mejor le hace bien. Los grandes diarios de la Argentina hacen la política. Legislan los diarios de la Argentina; legislan de tal manera que influyen sobre los legisladores propiamente dichos. Esto es lo que quería decir. Le agradezco, doctor Ferrer, que haya venido.

SR. PRESIDENTE CORFIELD Tiene la palabra el señor diputado Posse.

SR. POSSE Señor presidente: yo pienso exactamente lo mismo, a lo mejor por formación. De todo lo conversado, para mí lo más importante es que haya un ministro nuevo de Economía que en sus primeros pasos muestra que no es más de lo mismo. Esto nos lleva a creer que hay que verlo caminar, hay que verlo andar, pero el solo hecho de no transformarse en un nuevo empleado del Fondo Monetario le permite crear las condiciones para una etapa nacional de crecimiento.

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Esto nos tenía enormemente preocupados. Pasaron tres o cuatro meses; se habló de una alianza con la producción, pero lo único que se hizo fue esperar a ver qué exigía el Fondo en cada circunstancia.

Soy de aquellos que desde su formación partidaria están dispuestos a apoyar todas las medidas que ayuden a sacar al país de esta situación. No me importa quién las lleve adelante o qué funcionario es el ministro de Economía. Lo único que digo es que debemos concretar esas medidas pero no dependiendo del Fondo Monetario Internacional; bajo ningún concepto, porque si lo hacemos, en medio de esta campaña de destrucción de la política y de los políticos, los legisladores seremos los responsables de que el indio esté todos los días dando instrucciones sin que nosotros podamos generar una actitud nacional.

Luego, cuando contemos con la versión taquigráfica, podremos analizar en profundidad cuáles son los puntos en los que existe acuerdo y en qué temas necesitamos adoptar una actitud diferente.

Creo que es saludable que la Comisión de Economía haya propiciado esta reunión. Todos los sectores políticos tienen actitud nacional, ya que la totalidad de los legisladores nacieron en ideas nacionales. Lo que ocurre es que desde hace un largo tiempo ello se ha perdido por este ataque sistemático contra los políticos, que somos considerados responsables de los errores cometidos cuando han sido los economistas quienes siguieron una línea que en forma permanente nos llevó a la destrucción del país.

La forma de rehabilitarnos es modernizar la política, cambiando sobre todo los objetivos. Es preciso que cambiemos los objetivos y volvamos al proyecto nacional, a la idea de país, terminando con los comunicadores que nos quisieron hacer creer que no existen los países sino las regiones.

SR. PRESIDENTE CORFIELD Tiene la palabra el señor diputado Castellani.

SR. CASTELLANI Señor presidente: ante todo quiero agradecer a la Comisión de Economía por haber invitado a una personalidad como Aldo Ferrer.

Esta comisión está compuesta por representantes de diferentes partidos políticos y, por lo tanto, por distintos pensamientos. La idea de lo nacional y el deseo de que las cosas se encarrilen la tenemos todos, pero desde distintos puntos de vista. El problema no es quién quiere que al país le vaya bien porque eso lo queremos todos; el problema es ver cuál es la mejor manera de encarar la cuestión.

En primer lugar, me gustaría preguntar al doctor Ferrer si no cree que lo que nos está pasando se debe a que durante décadas el Estado argentino estuvo mal administrado. Si bien varios presidentes han dicho que la Argentina está fundida, creo que debemos distinguir entre la actividad privada y la pública, porque en realidad los que están fundidos son el Estado nacional y los estados provinciales y municipales. Gastan mucho más de lo que pueden, y esto es lo que nos pone ante el Fondo en una situación donde pareciera ser que ése es el tema principal. Analizamos si las políticas propuestas son correctas o no, pero yo creo que ni siquiera nos están obligando a hacer algo. El problema está en que nosotros, desde hace mucho tiempo, no hacemos lo que debemos hacer.

Veo que a veces el Estado toma de la actividad privada mucho más de lo que le corresponde. Esto lo vemos en el campo. Si hay un sector que en esta Argentina fracasada puede decir que tiene éxito es el del campo; sin embargo, cuando logra alguna rentabilidad, ahí está el Estado apropiándose de ella.

En consecuencia, me parece que la falla principal, más allá de los sistemas que se adopten, es que el Estado ha sido generador de empleo porque asfixió a la actividad privada.

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Generar empleo desde el Estado es pan para hoy y hambre para mañana. Simplemente, quería transmitirles esta sensación.

SR. FERRER Creo que se están tocando los temas fundamentales. Me refiero a aquello del "deme dos" o la idea de un tipo de cambio sobrevaluado que nos hizo creer que teníamos poder adquisitivo en el resto del mundo. Mucha gente viajó en esa época, lo cual provocó una especie de deslumbramiento.

Existe un problema cultural. Se trata de un país ciclotímico, capaz de tener las manifestaciones más extremas del nacionalismo hasta llegar a lo contrario. En esto podemos mencionar el caso de YPF. Quiero decir que todos sabemos que YPF fue el símbolo de la soberanía nacional y representaba todo un instrumento, con todo lo que había que modificar. Sin embargo, países como México y Brasil nunca renunciaron al control del petróleo. Chile nunca renunció al control del cobre.

Hace algún tiempo existía un dibujo de Gardel que decía así: "Si no cargo YPF, Carlitos llora". Era magnífico porque estaba arraigado en la cultura. De pronto, se vendió YPF y nadie se enteró.

Asimismo, se desmantelaron los laboratorios de investigación. Por el contrario, PENNEX y PETROBAS han armado polos tecnológicos de excelencia. Brasil se encuentra en la frontera tecnológica de la explotación off-shore, sin dejar de mencionar la construcción de plataformas. El caso de México es similar. Sin embargo, nosotros ejercimos un proceso de desmantelamiento.

Estando quien habla al frente de la Comisión Nacional de Energía Atómica nos invitaron desde la empresa Repsol a realizar una visita. Entonces, se nos apersonó el jefe de Investigación y Desarrollo -de nacionalidad francesa- quien nos expresó que toda la investigación petroquímica se iba a llevar a cabo en la casa matriz. O sea, al perder el control de los recursos se pierde el control de la tecnología y de los medios. Esto pasó desapercibido en nuestro país.

Algunos me dicen que soy recurrente con el tema de la condecoración a los acreedores internacionales. Lo digo porque me parece una cosa extraordinaria sobre la cual nadie mencionó una sola palabra. Existe el concepto de que la formación de la Argentina moderna, después de la organización nacional, fue un modelo asociado a la gran potencia hegemónica de la época. Quizás esto haya quedado en la memoria colectiva.

Lo cierto es que si no reconstruimos la sensatez del sentido de lo nacional, no tendremos posibilidad de desarrollo. Se supone que la globalización borró las fronteras. Eso no es así, pues fue al revés. La globalización del mundo moderno aumentó los desafíos que plantea el contexto externo. Pero las respuestas válidas son las que cada sociedad construye; no se puede construir desde afuera. Creo que debemos aprender de estas experiencias. La idea es construir un pensamiento propio, personal y realista que nos permita tener otro tipo de respuestas frente a la globalización. Sin embargo, lo que dijo el señor diputado es cierto: esta política ha tenido respaldo electoral.

En esto los medios tienen una gran injerencia. Por ejemplo, cuando en Corea se produjo la última crisis financiera, la respuesta nacionalista fue extraordinaria. La gente dejó de comprar cosas importadas y había señoras que incluso donaban sus joyas. Existía un espíritu nacional que nosotros hemos perdido. De algún modo, los medios reflejan ese estado de cosas.

SR. VIVO Quisiera saber cuántos argentinos escuchan ese pensamiento que usted ha descrito. ¿Cuántos millones de personas lo escuchan? Se necesita que millones de personas tengan ese convencimiento. Por ejemplo, el pueblo cubano tiene el convencimiento necesario y por eso puede pelear contra todas las adversidades.

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Hoy el pueblo está convencido de que tiene que irse el poder institucional actual, de que tienen que irse todos, y el mensaje es apoyado desde la mañana temprano por los medios de comunicación más importantes. Entonces, no entro a discutir si tienen o no razón. Mis compatriotas estarían muy contentos si desapareciera el orden institucional actual. Este es mi convencimiento, porque cuando YPF cayó no hubo ninguna manifestación de ningún sector de la sociedad, ni los ricos ni los medianos ni los pobres ni los marginados. Nadie salió a cortar una ruta. Nadie se puso en la avenida Santa Fe y Callao a protestar. Cuando señalo la ruta y Callao y Santa Fe está claro a qué me refiero. Cuando un pueblo ha perdido la capacidad de pelear, cuando ha perdido las utopías -yo tengo 70 años y no creo que pueda volver a pensar como cuando tenía 40- se siente que está frente a la caída de agua sobre el país del tamaño de las cataratas del Iguazú.

SR. FERRER Todos los procesos históricos reflejan cambios...

SR. VIVO Llevamos diez años de claudicaciones.

SR. FERRER De todos modos, no quedan más alternativas. Creo que desde el campo de la política, de la academia, de donde sea, tenemos una preocupación por lo público. Si llegamos a la conclusión de que el camino de la subordinación no es la salida, entonces lo único que nos queda es trabajar por el país.

Yo advierto que este tipo de ideas que vengo profesando desde hace muchísimos años a veces están de moda y a veces desactualizadas. Eso de vivir con lo nuestro data de hace 20 o 30 años y era una respuesta a la crisis de la época. En este momento de crisis pongamos la casa en orden e insertémonos en el mundo a partir de nuestra capacidad. No hay ningún lugar donde hable que alguien no me saque el tema. Tenemos que trabajar sobre eso. Hasta en los medios empiezan a verse expresiones del pensamiento alternativo.

Yo creo que es nuestra responsabilidad. Así se construye la democracia, con los errores, con los aciertos, sin perder las esperanzas. Creo que la realidad es tan angustiosa que las alternativas que tenemos son: o imaginamos un escenario catastrófico o tratamos de construir otra vía que para ser viable tiene que pasar por una recomposición del espacio nacional, espacio en el cual la dimensión regional tiene mucha importancia. El tema de la relación con Brasil y el Mercosur es una cosa muy importante, es decir, concebir al país en este escenario global a partir de la recomposición de la identidad argentina.

Es cierto que en el campo de la economía hemos hecho tantos desatinos, pero en el campo de la cultura la Argentina es un país que tiene mucha. Cuando uno viaja se encuentra en las librerías que Borges aparece por todos lados, también pasa con el tango, las cosas de la cultura argentina. Es el único país de América latina que tiene tres premios Nobel de ciencia. Es decir, este país tan contradictorio, confuso y complicado tiene todavía elementos para recomponer una idea como proyecto. Creo que esa es la actitud que debemos asumir.

Coincido con lo que dice el diputado Castellani respecto del tema de Estado. Yo creo, sin duda, que el Estado fue destruido desde adentro, por la corrupción y por el mal manejo. A veces se los destruyó deliberadamente, ya que las empresas públicas eran administradas por los enemigos del sector público.

Esto fue muy claro al final la dictadura. Cuando la tablita se venía en banda y la fuga de capitales era incontenible, se endeudó masivamente a YPF y a otras empresas públicas, se tomaba deuda en el exterior a cambio de títulos con garantía internacional y el dinero entraba al Banco Central por un lado y por otra ventanilla el dinero salía.

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Cuando se produjo la devaluación las empresas quedaron endeudadas en dólares y en quiebra. Fue uno de los factores que determinó la supuesta inviabilidad de la situación. Entonces, el Estado fue destruido. Ahora sabemos, y hasta lo dice el Banco Mundial, que las sociedades modernas democráticas necesitan del Estado.

No se puede construir ninguna experiencia de desarrollo sin él. Y claramente, los países asiáticos que han sido exitosos han tenido una presencia del sector público muy importante. ¿Qué tipo de Estado? No el Estado corrupto, gigantesco, sino un Estado organizado, eficiente, promotor, orientador, que promueva la solidaridad. Sin Estado no podemos funcionar.

Entonces, tenemos que construir un Estado viable, sobre bases financieras sólidas.

SR. PRESIDENTE CORFIELD Tiene la palabra el señor diputado Tanoni.

SR. TANONI Quería destacar un aspecto que al doctor Ferrer le llevó poco tiempo desarrollarlo. Es la primera vez en casi treinta años que escucho a economistas, opinadores, periodistas, políticos y dirigentes hablar de esta temática.

Durante treinta años nos han hecho revisar, de adentro y de afuera, la página de las erogaciones, del gasto público, y pretenden -en esto creo que coincidimos todos- hacer creer que la tragedia que vive la Nación es producto del Estado y de la página de los gastos.

Creo que como el doctor Ferrer es un hombre escuchado, debería tratar de que la gente mire la otra página, donde a mi criterio está la madre del borrego. No digo con esto, y coincido con el doctor Ferrer, en que no debamos seguir revisando la página del gasto público, porque realmente hay cosas espantosas que tenemos que ajustar.

Si esta sociedad no mira la página de la izquierda, del ingreso público, esto seguirá siendo algo trágico para la Argentina. A la Nación, a las provincias y a los municipios argentinos les faltó exactamente entre diez y quince mil millones de dólares por año, que es lo que decían que el Estado gastaba de más. Esto me lo enseñaron cuando yo era chico. Y nadie dijo por qué ingresó de menos.

Hay cuatro o cinco fraudes fiscales escandalosos, tolerados por el conjunto social, y de esto -coincido con el doctor Posee- la prensa no habla nada. No lo comenta ni lo critica, ni lo analiza. Los instrumentadores del gran fraude fiscal argentino nos dan clase de ética y moral por la pantalla de televisión. Nos enseñan ética y moral política. Pero nadie señala esta página.

Todos quieren que miremos la página de las erogaciones y que sigamos ajustando a la seguridad social, a la salud y a la educación. A usted le llevó un minuto, doctor, decir que si no hay una reforma fiscal importante, seria y responsable en la Argentina, no solamente quebrará la economía privada nacional sino toda la economía pública. Y esto sí implicará la alteración de la paz social.

Sobre esa reforma fiscal y no sobre el recorte sangriento del gasto público los países progresaron después de las guerras o de la crisis del 30.

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Después de la crisis del 30, en los Estados Unidos los norteamericanos consideraron que la evasión era una traición a la Patria y que quien la cometiera debía recibir una sanción penal; en otras palabras, que tenía que ir preso.

Quienes tenemos conocimientos de economía, ¿no sabemos que si se resuelve la temática escandalosa de la Aduana, la subfacturación de las exportaciones y la sobrefacturación de las importaciones y la temática escandalosa del fraude fiscal de los hidrocarburos habremos resuelto el ciento por ciento del vilipendiado déficit público y la trágica deuda externa argentina? ¿Somos tan estúpidos que no sabemos que la totalidad del endeudamiento público equivale exactamente al fraude fiscal de los últimos quince o veinte años? Y el indio que nos ha visitado nos quiere hacer creer que el trágico problema de nuestro país está en la página de la derecha, es decir, en las erogaciones. ¡Por Dios! Si no hacemos una reforma fiscal, si no modificamos la ley penal tributaria y no damos el mote que corresponde, sin eufemismos, al fraude fiscal, los señores evasores nos darán cátedra al doctor Ferrer y a mí sobre ética y patriotismo. Se envuelven con la bandera nacional y le están robando todo a la Nación.

En el Congreso hemos tenido que escuchar -lo traigo a colación porque creo que es un tema al que debemos abocarnos- que se iban a bajar las retenciones a las exportaciones para disminuir el fraude fiscal. De esa manera, en vez de robarnos 800 millones de dólares por año nos robarían 400 millones. ¡Qué gran cosa! ¡Vamos a bajar las retenciones a las exportaciones para que nos roben menos!

Luego de escuchar al doctor Ferrer tengo un poquito más de esperanza. Durante su exposición nos dijo que algunos economistas argentinos expertos en la materia están en condiciones de hacer una reforma tributaria...

SR. FERRER De hacer una propuesta.

SR. TANONI ...a corto plazo que sea razonable, equitativa y aplicable. Ahí está la madre del borrego y ahí es donde tenemos que comenzar a trabajar en serio. Mientras, algunos seguirán trabajando en la otra página, porque hay estupideces en las que gastamos y que no nos podemos dar el lujo de seguir gastando.

SR. FERRER Estamos de acuerdo, señor diputado.

SR. PRESIDENTE CORFIELD Tiene la palabra el señor diputado Carbonetto.

SR. CARBONETTO Señor presidente: ésta ha sido una mañana enormemente provechosa.

En primer lugar, quiero destacar la rápida caracterización que ha hecho el doctor Ferrer sobre la naturaleza de la crisis argentina al decir que se debe a la insuficiencia de demanda. Como dijo en un momento de su exposición, esto tenemos que entenderlo de una vez por todas y dejar de intentar nuevos ajustes en el consumo privado y en el gasto público.

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Además, me preocupa el tema de la precisión. Me refiero al dilema del ahora, del muy corto plazo. Si no entendí mal, el doctor afirmó aquí que si no logramos hacer compatible la mecánica del manejo del tipo de cambio con la reactivación, estaremos cerca del desastre. Seguramente, cuando estaba pensando en la inflación, lo hacía en función del ajuste del consumo privado.

SR. FERRER Así es.

SR. CARBONETTO Creo que esto no puede salir de la mesa de Economía. Tenemos que trabajar fuertemente sobre estos temas. Espero que el Poder Ejecutivo encuentre una solución; nadie desea que no la encuentre. El dilema es complicado porque entran a jugar factores externos que ya eligieron su modalidad para el manejo del tipo de cambio. Allí es donde entramos a hablar de la negociación con el Fondo Monetario y donde ponemos el acento respecto de la capacidad que tenemos para elegir aquello que sea imprescindible en pos de la reactivación. No debemos elegir ninguna fórmula dogmática impuesta desde la falta de experiencia y conocimiento de las circunstancias que económicamente afectan a la Argentina. No debemos dejar de lado el conflicto social, los problemas laborales y la necesidad que tenemos de asegurar la conservación de la institucionalidad y de la democracia. Le agradecería al doctor Ferrer que, si tiene alguna opinión respecto de esa compatibilidad, de la búsqueda o de las alternativas a seguir, nos la haga saber.

SR. FERRER Formulé una propuesta que, técnicamente, es discutible. El manejo de la cuestión cambiaria es difícil por las razones que hemos mencionado. Es un tema muy conflictivo en la Argentina.

Hay que buscar una forma de diferenciar la paridad competitiva -donde la producción es rentable- de aquella paridad que surge de la incertidumbre. Y, mientras dure la incertidumbre, absorber esa diferencia a través de algún mecanismo. Puede haber otras fórmulas.

El Gobierno arrancó con un tipo de cambio comercial pero abandonó esa idea sin encontrar una respuesta. Considero que, técnicamente, hay distintas formas de abordar la cuestión. Si no se encuentra una política cambiaria consistente con la reactivación, entonces la concreción de la misma será muy difícil. Puede suceder que se produzca una corrida hacia el tipo de cambio y un aumento de la incertidumbre que agravaría toda la situación.

Creo que la concreción de estas alternativas depende de la firmeza en las decisiones políticas. Está también el tema de los instrumentos. Sería interesante saber cuánta capacidad de gestión conserva el sector público para administrar instrumentos conflictivos. Si el Estado no tiene capacidad de nada: entonces, ¿qué podemos hacer? Si el Estado no puede hacer nada, entonces esto no tendrá solución. Pero, esto es falso. En los últimos meses, el Estado ha demostrado poseer una capacidad extraordinaria para hacer cosas. Me refiero al hecho de haber declarado la cesación de pagos y la intervención del sistema bancario. Hay que utilizar ese poder para hacer cosas que valgan la pena.

Asimismo, debemos saber quién administrará los instrumentos. Si el instrumento crítico está en manos de aquellos que están en contra de una política de transformación, tendremos la quinta columna dentro de las propias filas, con lo cual nada podremos hacer.

La idea es saber cómo el país se las arregla para reconstruir instrumentos de política económica y puede gestionarlos desde una perspectiva honorable y nacional. Es una tarea difícil pero no imposible y sí es una condición necesaria. Sin eso no podremos cambiar el rumbo.

Estoy de acuerdo con lo que mencionó el señor diputado Tanoni respecto de la reforma tributaria. Usted mencionó el énfasis que habría que poner en el tema del gasto. Creo que en el exterior están muy mal informados. ¿Por qué? Días atrás, en un programa de televisión, escuché la disertación de un funcionario del gobierno estadounidense quien afirmaba que el 60 ó 70 por ciento del gasto se refleja en el área del personal. Seguramente, habrá tomado como referencia alguna de las provincias más atrasadas. Entonces, escala un ejemplo puntual a la dimensión nacional. Quizás todo el auditorio habrá pensado que estamos todos locos. Lamentablemente, nosotros hemos contribuido a esa mala información.

El Parlamento debe esclarecer estos temas y poner las cosas en su lugar. No debemos olvidar que el tema de la reforma previsional fue un extraordinario factor de financiamiento público. A eso hay que agregarle el tema de la recesión y las causas del déficit. La caída estrepitosa de la recaudación es consecuencia directa de la recesión.

Grandes economistas como Krugman y Sachs lo han afirmado. Al haber un problema de insuficiencia de demanda no se puede seguir ajustando.

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Y lo critican al Fondo por proponer esas políticas. Entonces, yo creo que hay una tarea de esclarecimiento indispensable. Creo que vale la pena hacerlo.

Efectivamente, estoy de acuerdo con usted, hay un problema de calidad y no de cantidad del gasto. Hay muchas cosas que hay que hacer, por lo que yo creo que en algunas cosas el gasto público tendría que subir. Los bienes públicos y sociales son una condición esencial. Hay que eliminar una serie de cosas y que es lo que caracterizan al sistema, como algunas retribuciones en algunas legislaturas y municipios que hay que eliminar. Pero el tema no es el nivel del gasto respecto del producto, sino que el problema está en mejorar la calidad del gasto y mejorar la cifra del ingreso. En eso estoy de acuerdo.

SR. PRESIDENTE CORFIELD Tiene la palabra la señora diputada Castro.

SRA. CASTRO Señor presidente: agradezco que se me permita hablar en esta reunión. Estoy "colada" en esta comisión...

SR. PRESIDENTE CORFIELD Es muy bienvenida.

SRA. CASTRO Es una buena idea invitar al doctor Ferrer a que comparta reflexiones con nosotros. Personalmente soy fanática de Ferrer. Sigo al Grupo Fénix y a veces hasta lo he sacado de la ducha con alguna pregunta intempestiva.

Me gustaría compartir con ustedes algunas reflexiones respecto de lo que hemos dicho. Producto de la crisis, yo creo que estamos en mejores condiciones de articular un pensamiento nacional. Podemos tomar un ejemplo puntual, que fue que en el año 1990 nosotros estuvimos en contra de la privatización de Aerolíneas Argentinas, pero la sociedad acompañaba ese proceso, por la propaganda del pensamiento único -que en ese momento tenía una gran pujanza, una gran penetración- que decía que aparentemente todas nuestras empresas funcionaban mal, los ferrocarriles, Aerolíneas Argentinas, aun cuando funcionaban muy bien. Ese proceso que -reitero- fue acompañado por la sociedad, tuvo una inversión muy fuerte en comunicadores y tuvo una gran fuerza el pensamiento único. Yo, en aquel momento, hice un juicio y tuve el primer per saltum y era una delegada sindical que fatigaba los distintos pisos del Congreso tratando de encontrar algún diputado que estuviera en contra de la privatización y me costaba mucho encontrarlo.

Diez años después, logramos que toda la sociedad acompañara una gran movilización de los que quisimos defender nuestra línea aérea de bandera y, lo que es raro y ejemplar, en ese sentido tuvimos éxito. Fue tal la adhesión de la sociedad que la selección de fútbol se puso las camisetas con el eslogan "Todos somos Aerolíneas", los bailarines argentinos que bailaban en el extranjero lo hacían con la camiseta de Aerolíneas, y esto forzó a los dos gobiernos a salir del escenario del chantaje y la quiebra y a moverse a una privatización virtuosa.

Esto lo uso como una pequeño ejemplo de cómo hay un espíritu de recuperación del sentido de lo nacional en la sociedad. Yo no creo que la culpa sea de los economistas, yo creo que la culpa la tenemos nosotros. Hay economistas como Ferrer y hay economistas como Cavallo, en fin..., por decir algo, o Fukuyama.

Hoy las políticas del Fondo Monetario Internacional están mucho más duramente cuestionadas en el mundo que en la Argentina. Vengo de Inglaterra -a donde fui por razones de trabajo a la Internacional del Transporte- y me hicieron un par de reportajes muy interesantes en la BBC, debido a que la Argentina es un fenómeno de curiosidad mundial, tanto en lo político, como en lo económico, lo sociológico y lo cultural. Se preguntan cómo puede ser que un país rico como la Argentina -un país cuya carne todo el mundo quiere comer, cuyos vinos todo el mundo quiere tomar, un país que tenía tecnología de punta, fabricaba aviones, con gente laboriosa, imaginativa, el país más homogéneo de Latinoamérica-, en diez años fuera llevado a la miseria. Los ingleses lo llaman la miserabilización de la Argentina.

Somos un país que es fenómeno de curiosidad internacional. Este fenómeno no es de naturaleza espontánea o mágica, sino que tiene que ver con decisiones políticas que se han tomado.

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Las decisiones económicas son siempre tomadas sobre la base de decisiones políticas. Yo no creo que Lavagna, a quien estimo muchísimo, pueda hacer magia; creo que tiene que ser acompañado de una fuerte decisión política.

Al Fondo Monetario Internacional lo critican Stiglitz y la Comisión Meltzer, que asesora al Congreso de los Estados Unidos, pero el Parlamento argentino parece estar bien dispuesto a votar la modificación de la ley de quiebras, que justamente va a permitir que las empresas norteamericanas se queden con las empresas argentinas, y la derogación de la subversión económica, que precisamente es una figura penal que castiga el vaciamiento de empresas y, en forma agravada, el de las empresas públicas, no permitiendo que prescriban los delitos. Esta ley, por ejemplo, mantiene viva la causa contra los responsables del vaciamiento de Aerolíneas Argentinas.

Solamente en la Argentina, estimados colegas, estamos en un microclima donde las propuestas del Fondo Monetario Internacional son pensables de ser seguidas sin pliegues. En el mundo entero la Argentina muestra ser la alumna modelo del Fondo Monetario; los ingleses hablan de la "star pupil". Esto es lo que nos pasó, y ya no nos queda más que mirar. La Argentina sigue siendo un país extraño en el sentido de que se pueden enquistar este tipo de pensamientos que ya no son del dominio de la corriente mundial.

Hace poco escuchaba al doctor Lavagna en la Comisión de Relaciones Exteriores y Culto hablar sobre el curso de las negociaciones que la Argentina está llevando adelante con la Unión Europea, que estaban a su cargo. Tenemos ejemplos que nos pueden poner los pelos de punta.

La Argentina tiene una cuota -por la que debe haber peleado, como pelean todos los países- para exportar a la Unión Europea de 28 mil toneladas de cordero. ¿Cuánto exportamos? Mil. Estoy hablando de cordero, no de algo demasiado sofisticado; es una mercadería que simplemente tiene que tener algunos parámetros de calidad.

¿Cómo obtiene Brasil más divisas? ¿Por las exportaciones de café? No, por las exportaciones de aviones. Eran los aviones que se fabricaban con la Argentina. Brasil y Argentina tenían un convenio; los aviones se iban a fabricar en Córdoba, pero en el año 90 los políticos, no los economistas, decidieron que el país no invirtiera los cuarenta millones de pesos, o dólares, que tenía que invertir en ese momento para seguir fabricando el avión Embrear, que es hoy la principal fuente de divisas para nuestro querido país hermano. Nosotros decidimos liquidar la industria aeronáutica, que además es un potente dinamizador del empleo.

Son cosas realmente preocupantes. Lavagna contaba cómo son de diferentes también las culturas, porque mientras la Argentina, que fue un país muy desarrollado, discute con Europa, en el intercambio comercial se toman en cuenta cuestiones de bienestar animal: por ejemplo, cómo viajan los animales que luego serán exportados.

Yo me solidaricé con este ministro tan fino, tan delicado, con estas altas cualidades diplomáticas, que estaba respaldado por esa foto espantosa y sangrienta de la Argentina, donde se acababa de caer un camión, pensando en el bienestar animal, con vacas que fueron carneadas por gente hambrienta y desesperada en el Gran Rosario, que también fue un foco industrial. Ese ministro estaba discutiendo cómo viajaban mejor las vacas en un camión.

Sin embargo, en la Argentina se van a renegociar contratos, hablando de lo que decía recién el doctor, se va a premiar a los evasores, a quienes no han invertido en la Argentina, como por ejemplo todos los concesionarios de ferrocarril. Aparentemente el Congreso va a aprobar o estaría dispuesto a aprobar... Invito a los colegas, con toda humildad, a que repensemos estas cuestiones, si vamos a renegociar los contratos con quienes han disminuido la velocidad, la calidad, las prestaciones, no han invertido, no han pagado el canon y además ni siquiera dan seguridad. Los argentinos viajan en vagones como no lo hacen en Europa, donde tenemos que negociar el comercio de vacunos.

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Debemos decidir si renegociamos los contratos de concesión de los aeropuertos con un concesionario que debe al Estado nacional 358 millones de dólares.

No tenemos que pensar en misterios ni en razones externas cuando queremos saber por qué nos va mal; nos va mal simplemente por nuestra falta de decisión a la hora de cobrar a quien tiene que pagar y de dar a quien viene a invertir.

Por otra parte, aunque todos los días a las seis y media de la mañana me enojo con los diarios tengo que reconocer que no podemos echarles la culpa de que en su momento hayan puesto de moda el riesgo país o de que ahora atiendan exclusivamente a la cotización del dólar. No podemos echarles la culpa porque es propio de los empresarios defender intereses comerciales. Y debe ser propio de los políticos defender los intereses nacionales, los intereses del pueblo que representan. Entonces, quienes tenemos que poner el tema en la agenda somos nosotros. Entiendo el enojo que los ciudadanos tienen con los legisladores, pero no creo que su intención sea tirar abajo el orden institucional.

El doctor Ferrer explicó claramente que el problema de la Argentina es de demanda y que se resolverá no por la vía del ajuste sino por la vía de la inversión y el desarrollo. Si pudiéramos legislar para que se emita a fin de invertir en obra pública, para lograr un shock redistributivo a través de un seguro de empleo, para establecer un control de precios y evitar comportamientos oligopólicos y cartelizados de parte de quienes extraen el petróleo en la Argentina, no seríamos la escribanía del Fondo Monetario Internacional y los ciudadanos estarían dándonos besitos a la salida del Congreso.

SR. PRESIDENTE CORFIELD Tiene la palabra el señor diputado Allende.

SR. ALLENDE Señor presidente: aunque no soy miembro de la Comisión de Economía me gustaría hacer una propuesta de orden práctico.

SR. PRESIDENTE CORFIELD De todas maneras es bienvenido, señor diputado.

SR. ALLENDE Gracias, señor presidente; he hecho la aclaración porque en definitiva serán los integrantes de la comisión quienes oportunamente tomen la decisión.

En el Congreso los distintos bloques nos hemos acostumbrado a invitar a técnicos economistas muy importantes, pero todos de una sola línea; de mi partido, la Unión Cívica Radical, y también de los demás partidos políticos. En mi bloque hablé de los doctores Calcagno y Ferrer, aunque tal vez olvidé mencionar al doctor Valle y a tantos otros.

Mi propuesta concreta es que los legisladores mantengamos una vinculación lo más estrecha posible con el grupo Fénix a fin de seguir el desenvolvimiento de su tarea, para lo cual podríamos tener como intermediario al ilustre economista que hoy nos acompaña.

Por otra parte, a modo de información -me parece interesante hablar del tema porque es poco conocido- quiero decir que hay un organismo llamado Sociedad Internacional para el Desarrollo cuyo titular en el orden mundial es el señor Enrique Iglesias.

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Estamos haciendo un esfuerzo desesperado por vincularnos con fundaciones e instituciones que tengan una concepción nacional similar, con la idea de promover en la opinión pública todo lo que estamos analizando.

Le vamos a solicitar al doctor Ferrer una audiencia con representantes del Grupo Fénix porque considero que podremos constituir un nexo con el Parlamento en general y esta comisión en particular.

Simplemente, quería expresar estos conceptos y me pongo a disposición de la comisión.

SR. PEREZ MARTINEZ Hace 25 años que ejerzo la abogacía y estoy interesado en temas económicos. Personalmente, tengo una gran expectativa respecto del Grupo Fénix. El señor diputado Tanoni ha realizado una disertación muy importante en lo relativo al ingreso público. Quienes estuvimos en la actividad privada y siempre aportamos al Estado vemos que existe una gran inequidad en la Argentina.

Considero que Argentina es un país para analizar. El día viernes viajé con un funcionario director del Banco de la Nación Argentina y le hacía mención de la cantidad de fondos que existían en el sistema financiero argentino. Entonces, este funcionario se comunicó -vía celular- con el Banco Central y, luego de esa breve charla, me terminó dando la razón.

Quisiera recordarles que en mi provincia -La Pampa- existen 435 millones de dólares en el sistema financiero. Repito: ese dato me lo suministró un director del Banco Nación a través de un funcionario del Banco Central de la República Argentina. El presupuesto en mi ciudad -Santa Rosa- llega a los 25 ó 26 millones de dólares, mientras que el presupuesto para la ciudad de General Pico alcanza los 15 ó 16 millones. Precisamente, en esta última ciudad hay una desocupación que alcanza el 32 por ciento.

Personalmente, creo que en nuestro país, en determinados aspectos hay que barajar y dar de vuelta. Comparto, asimismo, el pensamiento del señor diputado Vivo. Creo que es vergonzoso lo que está haciendo la prensa argentina, porque no quiere decir toda la verdad de lo que sucede en la economía de nuestro país. Dado que no tengo compromiso con nadie sino con mi conciencia, estoy dispuesto a enfrentar esta situación.

Debemos modificar varias leyes en nuestro país. Puntualmente, me refiero a la ley de sociedades anónimas. Me he encontrado con la novedad de que los grandes empresarios argentinos normalmente no tienen ningún bien a su nombre. En todos los casos se trata de sociedades anónimas uruguayas respecto de las cuales se ignora aspectos tales como su inscripción.

Quisiera saber qué opina respecto de ese dinero que se encuentra en el circuito financiero en relación con los presupuestos municipales. Asimismo, cuál es su impresión acerca de la ley de sociedades anónimas, si es que verdaderamente necesita ser modificada.

Estoy dispuesto a luchar por mi país porque me considero bien patriota pero creo que falta patriotismo. Encuentro todos los días personas que están endeudadas, tienen capacidad de pago pero parece ser que no quieren pagar. Una de las razones se vincula con la salida del bono. Creo que el doctor Ferrer tiene autoridad moral y económica para hacer una reflexión acerca de esta cuestión.

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SR. POSSE Señor presidente: quiero resaltar las reflexiones del doctor Ferrer respecto a que ninguno de los temas de la crisis argentina actual tiene solución siguiendo permanentemente lo que el Fondo Monetario nos exige en cada caso porque nada es para empujar lo que sería el comienzo del crecimiento argentino. Hubo una devaluación. Si no se impulsa rápidamente el crecimiento, el desarrollo de las fuerzas productivas, el control cambiario va a ser imposible y la recaudación fiscal va a ir detrás del gasto.

Lo único que creo es que ahora vamos a tener que votar una serie de leyes de imposición que vamos a tener que debatir en profundidad, porque estamos en nueva etapa de ruptura del trabajo de la empresa y de la producción nacional con riesgo de quedarnos sin empresas nacionales que se han endeudado durante los años de la convertibilidad.

Creo que bajo ese tema lo que el Grupo Fénix está haciendo técnicamente hay que extenderlo para que, a nivel político, cada partidario de una ideología ya sea peronista, radical, independiente o de otro partido, vaya teniendo claras las dos posibilidades que tiene la Argentina, ya que no hay una tercera, y las alternativas son seguir arrodillados diciéndole que sí a todo y no creceremos nunca, o empezar el crecimiento y, paralelamente, seguir conversando, pero esta vez en función de nuestros intereses y no de los intereses de ellos.

En esto es donde la idea de lo nacional está implícita en un proyecto que habrá que reconstruir juntando todo, los técnicos y los distintos partidos políticos nacionales, porque no creo que nadie aquí esté dispuesto a levantar la mano para defender la actitud arrogante con que el Fondo Monetario y los grupos políticos que representa Estados Unidos se está manejando con nuestro país. La única forma es un proyecto nacional y seguir conversando, y cuando crezcamos veremos cómo podemos pagar. Pero esto ahora es una definición.

Yo no creo que tanto el partido del gobierno como los partidos que somos opositores no tengamos una idea común con respecto a un proyecto nacional como para sentarnos a negociar con poder político, en cambio si lo hace un partido político solo, un dirigente político solo, lo pasan por arriba, con esto que dice el diputado Vivo que es el ataque permanente de la prensa. Si lo vamos haciendo entre todos, desde distintas posiciones, van a tener mucho cuidado al manejar esta destrucción de la política y de las instituciones que están queriendo realizar y los grandes sectores internacionales se van a cuidar de seguir despreciando a quienes tienen un pensamiento propio y nacional.

Depende de nosotros, de ustedes, a quienes felicito porque, por primera vez, salieron del individualismo. En general, yo he calificado que los economistas siempre tienen lo nacional escondido en un rincón porque trabajan de otra forma y nunca han querido participar abiertamente como lo han hecho ahora, aunque sea técnicamente. Los políticos siempre pensaron que trayendo un buen contador podían gobernar y el buen contador es un empleado de ellos y no es un empleado nuestro.

SR. PRESIDENTE CORFIELD Creo que lo que expresó el diputado Posse es el pensamiento de esta comisión, por eso queremos, a través de esta comisión, hacer toda la proyección y discusión y, quienes pertenecemos a distintos partidos políticos, sentarnos a trabajar en un plan estratégico y tomar como inicio esta reunión. No solamente vamos a tener la visita del doctor Ferrer sino también de otras personalidades en temas económicos para que podamos discutir y de esta manera llegar a lo que todos ansiamos, que es un buen desarrollo para nuestro país.

SR. FERRER Ante esta última vuelta de comentarios de los legisladores, yo destacaría dos cosas.

Hay una serie de problemas puntuales y surge la posibilidad de cooperación entre esta Comisión, el Parlamento, y grupos académicos de reflexión, como el Grupo Fénix.

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Desde luego, los puntos a tratar son estas reflexiones que hemos hecho sobre las estrategias y la inserción internacional del país, y después están los problemas muy puntuales, legislativos y demás. Por ejemplo, el caso de la reforma tributaria, que ha sido mencionado, es claro que no está específicamente en el área de esta comisión, sino más bien en la de Presupuesto y Hacienda, pero antes de esta reunión se había conversado sobre la conveniencia de vincular a las diversas áreas de la Cámara que trabajan en temas económicos. Es perfectamente factible que los expertos en materia tributaria del Grupo Fénix puedan cooperar con la comisión en la elaboración de una propuesta técnicamente sólida.

Yo voy a transmitir esta información al director del Grupo Fénix, el doctor Gak, que además es el rector del Colegio Carlos Pellegrini. Cuando la Presidencia de la comisión lo disponga, estaremos dispuestos a conversar y a tratar los problemas puntuales, estableciendo una relación operativa, más allá de conversaciones amplias como ésta. De aquí surgirán respuestas a los temas que han sido planteados. Creo que va a haber una gran disposición de las personas que forman parte del Grupo Fénix a cooperar.

Por último, quisiera hacer una observación a lo que manifestaba la señora diputada Castro. Lo que ella encontró en la experiencia de Aerolíneas Argentinas creo que también se da en otras esferas. Lo de Aerolíneas fue muy manifiesto. Hubo que pagar un precio muy alto para que se tome conciencia de la importancia de tener una aerolínea de bandera.

Tengo la impresión de que en cierto sentido ahora estamos navegando con un cierto viento a favor. Además uno lo ve en ciertas publicidades. Empieza a generarse un clima de opinión en el sentido de que somos una Nación y tenemos que construir un país. Sabemos que esta fantasía de la globalización fundamentalista ha provocado esta crisis y que no tenemos salida si no recomponemos -como decía el doctor Posse- el sentido de lo nacional.

Tengo la impresión de que hay que reconstruir la esperanza. El país está frustrado, agobiado, acosado por esta cantidad de desórdenes en los cuales estamos metidos. Habrá que encontrar soluciones. Hemos hecho un repaso amplio de los dilemas que tenemos, y es fundamental la idea de volver a recuperar la autoestima, de ser un país que camine por el mundo con la cabeza levantada, no pasando el sombrero para la limosna.

El país está esperando un mensaje de ese tipo, no prepotente ni soberbio. Hay condiciones para transmitir este mensaje. Desde mi propia experiencia, cuando hablo en diversos ámbitos encuentro que este sentido de la recuperación de la esperanza, de la autoestima y del sentido nacional está presente, y éste es el activo con el cual contamos y tenemos que trabajar.

Agradezco mucho esta oportunidad que me dieron de trabajar con ustedes.

SR. PRESIDENTE CORFIELD Muchas gracias por su presencia.

No habiendo más asuntos que tratar, queda levantada la reunión.

- Es la hora 12.