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Comisión Permanente

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PROYECTO DE LEY

Expediente: 5127-D-2019

Sumario: INSTITUIR EL 2020 COMO "AÑO DEL BICENTENARIO DEL PASO A LA INMORTALIDAD DEL GENERAL MANUEL BELGRANO".

Fecha: 14/11/2019

Publicado en: Trámite Parlamentario N° 167

Proyecto
2020 - “Año del Bicentenario del Paso a la inmortalidad del General Manuel Belgrano”
El Senado y Cámara de Diputados,..
Artículo 1°: Instítuyese el año 2020 como el “"AÑO DEL BICENTENARIO DEL PASO A LA INMORTALIDAD DEL GRAL. MANUEL BELGRANO".
Artículo 2°: Dispónese que durante el año 2020, toda la papelería oficial a utilizar en la Administración Pública Nacional, centralizada y descentralizada, así como en los Entes autárquicos dependientes de ésta; en el Poder Legislativo Nacional, en el Poder Judicial de la Nación y en los organismos constitucionales y legales que actúen en sus respectivas esferas, deberá llevar en el margen superior derecho un sello, con la leyenda "2020 - AÑO DEL BICENTENARIO DEL PASO A LA INMORTALIDAD DEL GRAL. MANUEL BELGRANO".
Articulo 3°: El Correo Oficial de la República Argentina dispondrá la emisión, en el transcurso del año 2020, de sellos postales conmemorativos en alusión al Bicentenario del paso a la inmortalidad del Gral. Manuel Belgrano 1820 – 2020.
Articulo 4°: En orden a lo establecido en el artículo 1° de la presente Ley, el Gobierno Nacional auspiciará actividades, seminarios, conferencias y programas educativos que contribuyan a la difusión de la obra, vida, pensamiento y trayectoria del Gral. Manuel Belgrano, tanto en el país como en el exterior.
Articulo 5°: Invitase a las Provincias y a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires a adherir a la presente ley.
Artículo 6°: Comuníquese al Poder Ejecutivo.

FUNDAMENTOS

Proyecto
Señor presidente:


El 20 de Junio de 1820 fallecía, abandonado, en la ciudad de Buenos Aires, en la misma casa que lo había visto nacer, el Gral. Manuel Belgrano.
El prócer tenía cincuenta años recién cumplidos y padecía una cruda enfermedad, que en esa época no había sido debidamente diagnosticada y que, por lo tanto, no se le pudo dar un tratamiento adecuado ni eficaz.
El Gral. Manuel Belgrano fue, además de abnegado militar, un destacado abogado, político, intelectual, pensador, escritor, funcionario y estadista.
Fue uno de los pocos criollos que tuvo la oportunidad de formarse y graduarse, como abogado, en dos prestigiosas universidades europeas: Valladolid y Salamanca.
Desde su cargo de Secretario Perpetuo del Real Consulado de Buenos Aires, función en la cual fuera designado por el propio rey Carlos IV de España, Belgrano impulsó destacados avances en la entonces sociedad virreinal, promoviendo la cultura, el comercio, la navegación, la enseñanza en todas las ramas, el periodismo, la ciencia y las artes.
Con posterioridad, destacó en las Invasiones Inglesas, enrolándose, como oficial, en la flamante “Legión de Patricios Urbanos Voluntarios de Buenos Aires”; que luego sería su unidad favorita: el Regimiento N° 1: los legendarios “Patricios”. Allí adquirió sus primeros conocimientos en las armas.
Después intervendría como uno de los más destacados líderes patriotas, participando en la Revolución de Mayo, como notable vocal de la Primera Junta de Gobierno.
Los años subsiguientes encontrarían al abogado Manuel Belgrano tornado en improvisado y abnegado general, al frente de los Ejércitos Patrios, tanto en el Paraguay, como en el Paraná, en las provincias del Norte, como en el Alto Perú.
Estableció los poblados de Curuzú Cuatiá y Mandisoví y enarboló por primera vez la Enseña Celeste y Blanca en la entonces Villa del Rosario; emblema que nos identifica hasta el día de hoy.
Cumplió funciones diplomáticas en Paraguay y en Europa, así como diversas misiones que le encomendaron los distintos Gobiernos Patrios. Sufrió persecuciones y acusaciones infundadas.
Tuvo resonantes e inesperadas victorias, como Salta, Tucumán, Las Piedras y Campichuelo, y duras e ingratas derrotas, como lo fueron: Vilcapugio, Ayohúma, Paraguarí y Tacuarí.
Todo ello repercutió negativamente en su ya débil salud, ante lo agitado de su vida, y al jamás negarse a servir a su Patria, a donde sea que ésta lo llamara.
Su presencia fue determinante, en Tucumán, para que el Congreso declarara la Independencia Argentina apenas cuatro días después de que él arribara a esa provincia.
A pesar de sus dolencias, se hizo cargo igualmente de la Jefatura del Ejército del Norte, que retrocedía destrozado y derrotado desde el Alto Perú, reorganizándolo en Tucumán. Allí fue donde su salud empezó a agravarse entre 1818 y 1819. En Febrero de 1819, cumpliendo órdenes del Gobierno, salió de campaña contra los caudillos del Litoral, que desafiaban a las autoridades nacionales.
Por esa época su enfermedad estaba ya bastante avanzada. Sus amigos y su médico le aconsejaron que no fuera personalmente él con la expedición; pues bien podría enviar a otro oficial a cargo. Belgrano se negó. Intuía que, si él mismo no comandaba al ejército, éste corría el riesgo de desintegrarse; contagiando, con su accionar anárquico a las demás provincias (como efectivamente ocurrió después).
Su escasa salud se devastó por la dura travesía por intransitables senderos de tierra, sumada a las inclemencias del tiempo, por dormir en la intemperie, o en una incómoda tienda de campaña, en medio del frío y la lluvia.
Fue en esa travesía desde Tucumán hacia Córdoba en que un viajero inglés, llamado Samuel Haigh se cruzó con Belgrano y su ejército y nos dejó un claro testimonio del deplorable estado en el cual encontró a ambos: “Apenas habíamos andado dos leguas por la mañana, cuando encontramos toda la fuerza del general Belgrano, compuesta de tres mil hombres, en camino al interior. Los soldados iban en estado lastimoso, muchos descalzos y vestidos de harapos; y como el aire matinal era penetrante, pasaban tiritando de frío, como espectros vivientes… Belgrano nació en Buenos Aires, y tenía reputación de ser muy instruido, pero no fue un general afortunado. Entonces, debido a su debilidad, no podía montar a caballo sin ayuda extraña, y no parecía capaz del esfuerzo requerido para guerrear en las pampas. Su persona era grande y pesada…”. Ya se evidenciaba, un año antes del fallecimiento del prócer, que el cuerpo de Belgrano se encontraba hinchado y deformado, a raíz de su enfermedad.
Por esa época Belgrano escribe que tiene afectados el pulmón, el pecho, el muslo y la pierna derecha; lo que obliga a sus soldados a ayudarlo a montar y bajar del caballo; tareas que ya no puede realizar solo y cuenta que “su enfermedad comenzó el 23 de Abril de 1819”.
Cuando se entera de la renuncia de Juan Martín de Pueyrredón, como Director Supremo y de la elección de José Rondeau, como último mandatario de las Provincias Unidas, su salud se agrava aún más. Ahora ya no consigue conciliar el sueño. Su respiración se torna difícil, y en constante sosiego. Por la hinchazón en sus pies y piernas se le complica desplazarse; cuando antaño tenía un andar ligero y sin dificultades; pues era de caminar casi corriendo. Su desazón ante el estado institucional de la Patria complica aún más su padecer físico.
Anoticiado del estado de salud de Belgrano, el gobernador de Córdoba, Dr. Manuel Antonio de Castro le ofreció trasladarse allí, para poder tratarse. Belgrano le respondió: “La conservación del ejército pende de mi presencia; sé que estoy en peligro de muerte, pero aquí hay una capilla donde se entierran los soldados. También puede enterrarse en ella al General. Me es agradable pensar que aquí vendrán los paisanos a rezar por el descanso de mi alma”.
Sintiéndose próximo a dejar este mundo, y no dando más su salud, el enfermo general pide licencia para regresar a Tucumán; muy probablemente para conocer a su hija tucumana, Manuela Mónica, que había nacido el 4 de Mayo; y estaba a punto de cumplir 4 meses.
En su despedida, con los ojos llorosos y visiblemente emocionado, arengó a sus hombres por última vez: “Me es sensible separarme de vuestra compañía, porque estoy persuadido de que la muerte me sería menos dolorosa, auxiliado de vosotros, recibiendo los últimos adioses de la amistad”.
Cuando en Córdoba se despide de su escolta; todos sus soldados descienden de sus caballos, y sollozando, visiblemente emocionados, lo van abrazando, uno a uno, al tiempo que le dicen: “Adiós, nuestro general. Que Dios lo acompañe, le devuelva la salud y nos permita volver a verlo pronto”. Belgrano no atina a responder, y embargado por la emoción, los abraza efusivamente, sabiendo que nunca más los volvería a ver.
Su arribo a Tucumán no le resultó tan agradable como imaginaba. Pocos amigos lo pasaban a visitar. Su única alegría era recibir a su niña, a quien adoraba y llamaba su “palomita”. En Noviembre de 1819, estalló en Tucumán una sublevación y los amotinados ultrajaron al enfermo general. Este episodio convenció a Belgrano para retornar a su ciudad natal.
En Febrero de 1820 emprendió el regreso a Buenos Aires sin un peso en el bolsillo. El Estado le adeudaba sueldos por años de servicios. El dinero que se le otorgara por sus victorias de Tucumán y Salta nunca le fue abonado. Su amigo Celedonio Balbín le prestó dinero para viajar y lo acompañó él mismo, junto a su confesor, a su médico personal (el Dr. Redhead) y dos ayudantes. Así iniciaba el Creador de la Bandera su última travesía, para morir en su ciudad natal.
Allí fue donde, después de un doloroso viaje y un duro padecer, Manuel Belgrano fallecería, olvidado, el 20 de Junio de 1820, fecha en que su ciudad se sumía en la más nefasta de las anarquías: el Gobierno Nacional se había disuelto, el Ejército del Norte que él había llevado al triunfo en Tucumán y Salta se había desintegrado, y la provincia que lo había visto nacer tenía, ese mismo día, tres gobernadores diferentes.
No se le rindieron ningún tipo de honras fúnebres. El único periódico que reflejó su partida fue, meses después, el “Despertador Teofilantrópico, Místico y Político”, dirigido por Fray Francisco de Paula Castañeda; quien dedicó estas palabras al prócer: “Triste funeral, pobre y sombrío, que se hizo en una iglesia junto al rio en esta Capital al ciudadano Brigadier General Manuel Belgrano”.
Este proyecto ley pretende consagrar, mediante la sanción de una norma legal, un homenaje a uno de los más puros próceres de la argentinidad. Intentar subsanar, en parte, el desinterés y la falta de reconocimiento que tuvo el Gral. Manuel Belgrano en vida, y a su fallecimiento.
Es en homenaje a esa fecha y a tan abnegado patriota, que el Congreso de la Nación debe recordar al Creador de la Bandera y Padre de la Patria en toda la papelería oficial, así como divulgar, en todos los medios a su alcance, difusión de la obra, vida, pensamiento y trayectoria del Gral. Manuel Belgrano; en reconocimiento a quien ofrendó su vida para lograr la tan ansiada independencia de nuestro pueblo.
Por estos motivos, solicito a los demás Diputados de la Nación que me acompañen, apoyando esta iniciativa, a fin de convertirla en Ley de la República.
Proyecto
Firmantes
Firmante Distrito Bloque
AVILA, BEATRIZ LUISA TUCUMAN PARTIDO POR LA JUSTICIA SOCIAL
Giro a comisiones en Diputados
Comisión
LEGISLACION GENERAL (Primera Competencia)
CULTURA