Que vería con agrado que el Poder Ejecutivo, a través de las autoridades competentes impulse, ante los inconvenientes derivados por el Cambio Climático, acciones de fomento y asistencia a la actividad productiva silvopastoril y sus prácticas culturales vinculadas por contribuir al bienestar animal, a la conservación de los suelos y a la recuperación forestal, base de nuevos y sustentables paradigmas de productividad.

Señor presidente:

En los últimos 50 años, las civilizaciones del mundo transformaron los ecosistemas para abastecer la demanda creciente de alimento, agua dulce, madera, fibra y combustible. La presión ejercida por el hombre sobre las funciones naturales de la Tierra ha sido tan desmedida que, de acuerdo con un informe de la Evaluación de los Ecosistemas del Milenio (EM), ya no se puede asegurar que puedan mantener la capacidad de sustentar a las generaciones futuras. Consecuentemente, se necesitará otro medio siglo para revertir el daño ocasionado a través de un cambio sustancial del paradigma productivo donde se podrá equilibrar el desarrollo económico con la naturaleza y demostrar que a pesar de los prejuicios, es posible ser productivo y sustentable.

Aunque el ganado vacuno se encuentra distribuido en todo el país, existen zonas claramente diferenciadas en lo que hace a densidad ganadera y a características agroecológicas para la producción de carne. Esto permite considerar en el país cinco grandes regiones ganaderas.

En tal sentido, la región ganadera por excelencia es la región pampeana (Región I) que incluye la provincia de Buenos Aires, sur de Córdoba, sur de Santa Fe, sur de Entre Ríos y este de La Pampa. Le sigue en orden de importancia el NEA o noreste argentino (Región II) que abarca la provincia de Corrientes, Misiones, Norte de Santa Fe, Norte de Entre Ríos, este de Chaco y este de Formosa.

Sin embargo, y a pesar de representar a nivel nacional un menor cupo ganadero, está el noroeste argentino o NOA (Región III) que abarca Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca, La Rioja, Santiago del Estero, norte de Córdoba, oeste de Chaco y oeste de Formosa; la Región semiárida central (Región IV) que comprende San Juan, Mendoza, San Luis y oeste de La Pampa y finalmente la Región Patagónica (Región V) desde Neuquén a Tierra del Fuego, las que poseen alrededor de 8,5 millones de cabeza de ganado solamente del tipo vacuno.

Significativamente, en zonas de mayor altitud donde la agricultura tiene escasos rendimientos, la ganadería es la principal actividad productiva gracias a los sistemas de uso múltiple como por ejemplo los silvopastoriles con planteos principalmente de rodeos de cría, evidenciándose en los últimos años un mayor interés en la realización de proyectos de cría en las provincias centrales y patagónicas.

Las zonas llanas de La Rioja y Catamarca tienen una mayor aptitud ganadera, pues el régimen hídrico limita mucho las posibilidades agrícolas.

Los sectores montañosos poseen pastizales de altura, que distribuidos de norte a sur desde Jujuy y Salta hasta el oeste de Córdoba, presentan una buena aptitud ganadera. Pese a presentar clima subtropical, la altitud causa temperaturas templadas con abundancia de pasturas tiernas conformadas por especies gramíneas y leguminosas.

En la región Chaqueña el desafío ya está planteado: lograr una producción ganadera y forestal sostenible en los ecosistemas naturales de la región. Para ello, los especialistas del INTA subrayan la necesidad de revertir los cambios en la vegetación original ocasionada como consecuencia de décadas de sobrepastoreo, exceso de fuego y sobreexplotación. Para ello, es necesario tener información clave para generar tecnologías apropiadas y reconocer las aptitudes de rebrote y hábitos de crecimiento de las especies leñosas del Chaco –especialmente las arbustivas– que están adaptadas a los disturbios debido a un importante banco de yemas basales, y su manejo requiere de técnicas de baja intensidad.

Para cada región o hábitat se plantean particularidades que requieren el manejo adecuado. Estos conocimientos se pueden obtener a través de un trabajo conjunto del INTA con la Cátedras de Microbiología Agrícola y Ecología; y de Botánica General de las Facultades de Agronomía y Agroindustrias y de Ciencias Forestales de la Universidad Nacional de Santiago del Estero.

La adopción del rolado selectivo de baja intensidad (RBI) se obtiene ventajas como el bienestar animal y el incremento en la oferta forrajera. Esta propuesta del INTA para el manejo eficiente y rentable de la producción bovina y forestal aspira a lograr la adopción de los sistemas silvopastoriles. En este sentido, el Ing. Ftal. Hugo Fassola –coordinador del Programa Nacional Forestales del INTA– ponderó dichos sistemas productivos y los consideró: “la mejor alternativa para generar un mayor confort animal y fijar carbono protegiendo el suelo, manteniendo otros servicios del bosque”, frente a un escenario en el que el cambio climático impactará cada vez con mayor fuerza.

El RBI presenta numerosas ventajas para la producción ganadera y forestal. Entre las más destacadas se encuentra el mejoramiento de la humedad del suelo y el acceso a la luz natural. Esto facilita la germinación de pastos nativos y la siembra de otras especies, lo que impacta en el incremento de la oferta forrajera. Esta práctica reduce el volumen de las leñosas arbustivas y estimula el crecimiento de las gramíneas forrajeras porque disminuye la competencia interespecífica. La oferta forrajera puede superar el 200 % en especies nativas y hasta el 500 % si se siembra Gatton panic o Green panic. La incorporación de especies cultivadas como Buffel grass en zonas áridas y Gatton Panic en zonas Sub-húmedas permitió duplicar o triplicar la carga y la productividad por hectárea. Así, se disminuye el número de hectáreas necesarias para mantener un animal, pasando de 12-15 hectáreas a 2-5, lo que aumenta la rentabilidad de los establecimientos

El RBI es una tecnología que impacta directamente sobre la oferta de alimento, la clave de la producción animal aumentando la accesibilidad al potrero lo que permite un manejo más eficiente del rodeo; y además se destaca el mínimo impacto de la tecnología sobre los árboles, permitiéndoles generar un microclima que reduce la temperatura en las horas críticas del verano, contribuyendo al bienestar animal y a la eficiencia productiva al disminuir considerablemente el estrés térmico que impacta en el consumo de alimento y se traduce en un menor aumento de peso diario.

En referencia al manejo forestal, la técnica RBI permite manejar la competencia entre los árboles más grandes y de los más pequeños con los arbustos, al tiempo que asegura la persistencia de las poblaciones forestales y facilita su recuperación, colaborando con la biodiversidad al mantener o recuperar la diversidad de hábitats para la fauna. Por ello es recomendable que en el lote queden isletas de vegetación, ya que estos lugares suelen ser abrigos para las especies animales.

Gracias al desarrollo de la aplicación SilvoINTA para dispositivos móviles, es posible reconocer la heterogeneidad del ambiente a través de un mapeo o sectorización del campo en sitios ecológicos que detalla la existencia de pendientes, tipo de suelos y vegetación existente. Para ello, es fundamental realizar recorridas que permitan recolectar información para armar un balance forrajero y un inventario forestal. De este modo, se podrá determinar con qué intensidad, severidad y frecuencia se implementará el RBI para cada lote en particular.

Por las razones expuestas, señor Presidente, solicito el acompañamiento de mis pares para la aprobación del presente proyecto.