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PROYECTO DE TP


Expediente 9972-D-2014
Sumario: PEDIDO DE INFORMES AL PODER EJECUTIVO SOBRE DIVERSAS CUESTIONES RELACIONADAS CON LOS CASOS DE DESNUTRICION Y MORTALIDAD INFANTIL EN EL TERRITORIO NACIONAL.
Fecha: 18/02/2015
Publicado en: Trámite Parlamentario N° 196
Proyecto
La Cámara de Diputados de la Nación
RESUELVE:


Dirigirse al Poder Ejecutivo Nacional en los términos del art. 100 inciso 11 de la C.N. para que por intermedio del Ministerio de Salud; Ministerio de Desarrollo Social; Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) y demás organismos competentes en la materia, informen a esta H. Cámara de Diputados respecto de las siguientes cuestiones vinculadas a los casos de desnutrición y mortalidad infantil en el territorio nacional.
1.- Elaborar un prolijo informe acerca de la situación de la patente crisis nutricional que se verifica en el territorio nacional, con precisión de las estadísticas nacionales, provinciales, universitarias o de instituciones privadas que sean asequibles para ilustrar la respuesta a este interrogante.
2.- Justipreciar el déficit alimentario que poseen en la Provincia de Salta alrededor de 1.900 niños menores de 5 años y explicitar cuáles son las decisiones políticas y medidas sanitarias que se han adoptado en la contingencia descripta.
3.- Determinar de qué manera se asiste alimentariamente a los niños menores de edad de todas las comunidades indígenas existentes en el territorio de la República (qom, wichi, mocoví, etc).
4.- Evaluar la pertinencia de las estimaciones en 2 millones 700 mil niños y adolescentes que integran la extendida franja de carencia extrema y considerar si en caso de no recibir ayuda externa, su supervivencia biológica elemental estaría comprometida.
5.- Indicar un detalle de los casos de tuberculosis pulmonar (TBC) y mal de Chagas-Mazza que se han contabilizado desde 2007 a la actualidad, discriminándolos por franjas etarias y provincias, puntualizando la cantidad de decesos acaecidos como consecuencia de dichas patologías.
6.- Esgrimir las razones argüidas en 2009, para haber decidido mutar la forma de clasificar la desnutrición en el país y pasar de llamar desnutridos leves a quienes estaban por debajo de la línea normal de crecimiento a denominales" en riesgo de bajo peso"; a los desnutridos moderados se los llama ahora "con bajo peso"; y a los graves, "con muy bajo peso", valorando si este cambio favorece el ocultamiento de la desnutrición y hace que no tengamos cifras sobre su magnitud.
7.- Referir si existe en el sistema de salud una orden o directiva escrita o verbal de no consignar las causas específicas del fallecimiento por desnutrición o enfermedades endémicas, que indican atraso social y desatención, como la tuberculosis o el mal de Chagas-Mazza.
8.- Evaluar los resultados de la adopción en octubre de 2007, por parte del Ministerio de Salud, de las nuevas curvas de crecimiento infantil de la OMS para el seguimiento y la atención, individual y poblacional, de los niños entre el nacimiento y los 5 años de edad, en reemplazo de las anteriores.
9.- Explicar con sustento documental pertinente, de qué manera se articula, ejecuta y controla el Plan Operativo para la Reducción de la Mortalidad Infantil.
10.- Acreditar con estadísticas fiables la cantidad de hogares argentinos que poseen agua potable, agua corriente de red, cloacas y servicios sanitarios y a cuánto asciende el déficit de tales rubros.
11.- Especificar la metodología aplicada y resultados a los que se arribaron en relación a la evolución de la Tasa de Mortalidad Infantil (TMI) entre los años 2003 a 2014, inclusive.

FUNDAMENTOS

Proyecto
Señor presidente:


El ministro de la Primera Infancia salteño, Carlos Abeleira, minimizó la crisis nutricional en Salta, donde murieron siete niños por desnutrición en los últimos meses, y advirtió que "buscar culpables es no entender el problema".
El funcionario salteño hizo esta afirmación luego de que el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, y los ministros de Desarrollo Social y Salud, Alicia Kirchner y Juan Manzur, fueron imputados por el fiscal federal Dr Jorge Di Lello por la muerte por desnutrición en Chaco de un niño qom de 7 años. "Buscar culpables es no entender el problema, no entender la concepción de que esto es una realidad histórica. Es una realidad que entre todos tenemos que solucionarla", sostuvo.
Abeleira rechazó que haya una crisis nutricional en la provincial, pese a las muertes por desnutrición y al déficit alimentario que tienen 1900 niños menores de 5 años. "Los valores que se manejan son similares a años anteriores. No hubo crisis en 2011 y en el 2015. Nosotros no queremos entrar en la polémica de por qué fallece un chico, cuál es la situación o el diagnóstico puntual, ese no es el esquema", dijo en declaraciones que reporta el diario El Tribuno.
"La Provincia de Salta tiene una tasa de [mortalidad infantil] 13.9 por mil que ha bajado. Pero insisto, esa no es la discusión. No tenemos que entrar en polémicas que no llevan absolutamente a nada", agregó. El funcionario salteño aseguró que las autoridades provinciales "visualizan la realidad" y se quejó de que hoy se conozcan "los datos de Salta y no los de otras provincias".
El jueves, la secretaria de Nutrición salteña, Gladys Pernas, reconoció dos nuevas muertes de niños aborígenes por desnutrición en jurisdicción del municipio de Rivadavia Banda Norte. Pernas reemplazó en el cargo a Cristina Lobo, quien renunció a raíz de la polémica que se generó después de que dijo que el "ministerio de Salud no es un obituario". Con estos dos nuevos decesos, ya son cuatro los casos mortales de niños en Salta por déficit nutricional en lo que va del año 2015 y siete desde agosto de 2014.
En este marco, el Jefe de Gabinete de Ministros contador Jorge Milton Capitanich desligó a la Casa Rosada de toda responsabilidad en la manipulación de los datos sobre desnutrición después de que el presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social y obispo de la diócesis de Gualeguaychú, monseñor Jorge Lozano, advirtió en declaraciones a DyN que se ocultan los datos oficiales para no hacerse cargo de este flagelo (Fuentes: La Nación, DYN, diario Hoy).
"Las estadísticas en materia nutricional tienen que ver con la elaboración de las mismas por parte de cada una de las provincias", dijo en este sentido. Lozano, en tanto, atribuyó el ocultamiento de la "muy dura realidad" de la desnutrición infantil a la "indiferencia" y la "corrupción" de las autoridades tanto provinciales como nacionales, expresiones que hacemos propias por ser objetivamente acertadas y acordes al contexto económico social del país, en especial de las áreas más desventajadas y con necesidades básicas insatisfechas.
Tres de cada diez niños argentinos viven bajo el nivel de indigencia: no reciben las calorías necesarias para realizar "movimientos moderados". La situación descripta es mucho más grave en las provincias de Chaco, Corrientes, Formosa y Salta, en las que los chicos menores de 15 años que viven bajo el nivel de indigencia son más del 40 por ciento. Ese es el caso de un niño chaqueño de 12 años que suele dormirse del hambre en las veredas del pueblo de San Bernardo: no regresa a su casa porque, según cuenta, si lo hace sin haber conseguido pan para sus diez hermanos, sus padres lo golpean. Es el caso de la niña, hija de una familia igualmente numerosa que a los tres años pesa varios kilos bajo el peso normal, y como consecuencia de la desnutrición que padece, no camina: se arrastra. Tampoco habla. Son más de dos millones setecientos mil niños los que integran esa enorme franja de carencia extrema. "De no recibir ayuda externa, su supervivencia biológica elemental está comprometida.
No es sólo la pobreza la que ha arrasado el país, llegando a sumergir en la miseria a la mitad de la población. Los hogares pobres son aquellos que sus ingresos son insuficientes para adquirir la canasta básica de alimentos más algunos gastos del hogar, transporte y vestimenta. Los hogares en situación de "indigencia" son los que no ganan ni siquiera para pagar una canasta básica de alimentos "necesarios para satisfacer los requerimientos mínimos de los miembros del hogar, que le suministren las calorías necesarias para realizar los movimientos moderados", según el concepto de la OMS. Queda claro entonces, que teniendo en cuenta que el 27,7 por ciento de los niños menores de 15 años integra el universo de indigencia, el hambre arrasa.
Si uno de cada tres chicos no come lo mínimo para poder vivir - según los especialistas llegan a comer cada tres días- los pobres suman en total el 58,1 por ciento de los diez millones de chicos que hay en el país. De ellos, casi seis millones (5.727.806) son pobres. Y de estos casi tres millones (2.734.071) sobreviven bajo la línea de indigencia.
La Organización Mundial de la Salud en un reciente informe de su Programa de Nutrición explica que el retraso en el crecimiento de los niños afectados por la indigencia, y la "mal nutrición proteico- energética"- es simplemente una manifestación más de un síndrome de afectación general del desarrollo físico y mental. El retardo en el crecimiento se produce en los primeros tres años de vida y permanece la vida entera. "Estos niños tienen afectado su desarrollo cognoscitivo, con trastornos del lenguaje y del desarrollo motor, de la coordinación, bajo rendimiento escolar", sostiene la OMS.
Los más afectados por el hambre terminan padeciendo lo que los especialistas llaman el "marasmo", un cuadro caracterizado por "la pérdida de grasa subcutánea, intensa atrofia muscular y de otros órganos. Tienen la cara triste y arrugada, como la de una persona mayor".
El 27 por ciento de niños indigentes resulta de promediar los índices de las provincias más ricas y las más pobres, las del norte y las del sur. En la Patagonia, por ejemplo, el 14 por ciento de los niños no llegan a recibir la alimentación diaria mínima. En Santa Cruz la cifra del horror baja al 7,1. En Tierra del Fuego al 7,5. En la ciudad de Buenos Aires, padecen la indigencia el 8,1 por ciento de los chicos.
Pero en el otro extremo las provincias más pobres sufren el impacto del quiebre económico hasta límites nunca antes registrados en el país. Así el 45,7 por ciento de los chicos del Chaco, el 44,9 de los correntinos, el 40,4 de los salteños, el 39,1 de los entrerrianos están privados de un crecimiento normal. El record en toda la Argentina se lo lleva la ciudad de Concordia donde el 53 por ciento de los menores de 15 años viven sin las calorías mínimas.
"Un chico que no está bien alimentado no sólo está impedido de enfrentar su educación en condiciones normales, sino que tiene afectada cualquier actividad vinculada con la vida. Si debe estar pendiente de si tendrá comida o no, el efecto sobre su subjetividad es desastroso", expresó Raúl Ageno, psicólogo especializado en niños. La consecuencia inmediata de esa inseguridad es bien palpable: una angustia permanente que les impide concentrarse en sus actividades escolares y condiciona el desarrollo de su vida cotidiana.
Para Ageno, "el chico es cuerpo y psiquismo, y esos dos aspectos se influyen mutuamente. Un cuerpo sin alimentación adecuada afecta el desarrollo psíquico y subjetivo de un niño". Y aclaró que el efecto es más nocivo cuanto más pequeño. "En el caso de los niños en pleno desarrollo, las lesiones que provoca la desnutrición pueden ser permanentes porque pueden afectar su desarrollo orgánico", agregó.
Para hablar del efecto sobre la subjetividad, Ageno ejemplifica que " la vida intelectual y emocional de los niños sufren efectos permanentes, que pueden traducirse en depresión, falta de interés o de concentración, y decaimiento tanto psíquico como orgánico".
Sin entrar en el aprendizaje de lengua o matemática, para un chico que no tiene qué comer, la afección es general. "No es sólo orgánica, es psíquica. Toda su subjetividad queda afectada, porque una persona que no alcanza a cubrir las necesidades mínimas para su subsistencia mal puede desarrollar su vida en forma normal".
La carencia genera "una angustia permanente", provocada por la incertidumbre. "No saber que va a pasar al día siguiente, si va a tener algo para comer o no, puede dar lugar a la violencia, lo vemos en la sociedad, aunque la relación no es directa. Puede dar lugar a cualquier tipo de actividad para encontrar ese sustento, hasta el robo en los adultos", opinó Ageno, quien alertó: "Cuando el límite entre la muerte y la vida ha desaparecido, qué importa morir de hambre o delinquiendo.
El caso de Néstor Femenía, un niño qom de 7 años, fallecido el 6 de enero de 2015 en el Chaco a raíz de un cuadro de desnutrición y tuberculosis tuvo gran difusión. Para el Gobierno, se trató de "un caso aislado, en un contexto determinado", según señaló Jorge Capitanich, Jefe de Gabinete y gobernador del Chaco en uso temporal de licencia. Lamentablemente no es un caso aislado, pero muchos toman contacto recién ahora con esta realidad, a raíz de la muerte del pequeño qom.
La desnutrición es frecuente y la tuberculosis también en muchas personas niñas o adultas de nuestro país, especialmente en las más pobres, a quienes les falta alimento, vivienda, acceso a servicios de salud y tantas otras necesidades consideradas así como "Necesidades Básicas Insatisfechas" (NBI). Son estas mismas personas que vemos viviendo en la calle en Buenos Aires y el conurbano, pero también son los muchos argentinos que, en localidades del interior del país, viven en casas precarias o en taperas, comen salteado y están escuálidos, moviéndose como sombras.
En esta década, no se habló de desnutrición, casi ni se la mencionó, aunque se hicieron dos encuestas nutricionales, una en 2007 y otra en 2012. Sí supimos que había muchas personas, incluidos niños, con sobrepeso, aunque es sabido que algunos de esos "gorditos" tienen faltantes de vitaminas y otros elementos básicos para el crecimiento y desarrollo corporal. Es decir, están malnutridos.
En el año 2009, se cambió la forma de clasificar la desnutrición en el país. Pasamos de llamar desnutridos leves a quienes estaban por debajo de la línea normal de crecimiento a decirles" en riesgo de bajo peso"; a los desnutridos moderados se los llama ahora "con bajo peso"; y a los graves, "con muy bajo peso". Este cambio favorece el ocultamiento de la desnutrición y hace que no tengamos cifras sobre su magnitud.
Los especialistas siguen usando la vieja nomenclatura, como se hace en el resto del mundo, pero no tienen datos de todo el país, sino de los grupos que ellos estudian.
En los certificados de defunción, esto implica que, como en el caso de Néstor Femenía, la causa de muerte consignada sea "enfermedad", lo que impide conocer la situación sanitaria en nuestro país. Hace más de tres décadas la Organización Mundial de la Salud -OMS- invirtió grandes esfuerzos en todos los países, incluido el nuestro, insistiendo en que se consignara, especialmente en los niños, la causa básica de muerte. Esto permitió medir el impacto de la desnutrición en los niños en todos los países y desarrollar programas de complementación alimentaria que salvaron muchas vidas.
"Hay en el sistema de salud una orden no escrita de no consignar el fallecimiento por desnutrición o enfermedades endémicas". Rolando Núñez, coordinador del Centro Nelson Mandela, afirmó que la muerte de Néstor Femenía es "un caso extremo, pero no aislado". Para Nuñez, "hay en el sistema de salud una orden no escrita, pero que todos acatan, de no consignar las causas específicas de fallecimiento por desnutrición. Lo mismo sucede con enfermedades endémicas que indican atraso social y desatención, como la tuberculosis o el mal de Chagas". Resultado de esto es que no sabemos qué pasa con estos dos problemas de salud en el país.
En las consultas de niños en los primeros años de vida se toman las medidas de peso, talla y perímetro craneal y se clasifica el desarrollo o estado del niño, considerando desnutrición cuando es menor al parámetro normal. Los datos existen pero no se registran ni analizan, por eso no tenemos cifras confiables de desnutrición en Argentina. Algo tan básico se dejó sin embargo de hacer e ignoramos la realidad. Las encuestas son formas mucho más caras de medición y que se realizan cada tanto, pero anualmente debemos usar los datos de registros de los programas regulares como el de "control de niño sano". Por lo tanto, dejamos de hacer lo regular y hacemos lo raro y costoso.
Aún con cifras que esconden la realidad, el Ministerio de Salud de la Nación registró en el 2013 que por día murieron 2,4 personas por desnutrición. Por tanto la desnutrición es frecuente en nuestro país y no algo raro. Se asocia fundamentalmente a la pobreza, por eso en poblaciones con carencias se debe trabajar activamente en su detección. Su tratamiento elemental es la alimentación. Para eso están los planes de complementación alimentaria: leche y otros alimentos que, desde hace décadas, se han implementado en el mundo y en nuestro país. Si bien la mayor cantidad de desnutridos vive en el Gran Buenos Aires y en algunos cordones suburbanos pobres, los bolsones de pobreza extrema y desnutrición más persistentes se encuentran en el NEA y NOA, en particular en las zonas sin agua potable, cloacas o buena higiene ambiental.
La tuberculosis se asocia a la desnutrición y es un problema de salud que ha crecido. Según datos del Ministerio de Salud de la Nación, las muertes por tuberculosis en niños hasta los 14 años aumentaron alrededor de un 40 % entre 2004 y 2013. La tuberculosis tiene tratamiento pero debe ser controlado, o sea que no basta con indicarlo sino que personal sanitario debe visitar a las personas en tratamiento para verificar que lo reciba, porque muchas veces las personas, sobre todo los casos graves, no toman la medicación. En el país no se hace más ese control domiciliario.
Por tanto, muertes como la de Nestor Femenía, Martín Delgado, Marcos Solís, Alan Villena, Mauricio Lucas, Samuel Jaimez, Sabrina Jurado no son sólo casos aislados, sino parte de un grave problema social que no debemos ocultar, sino tratarlo y disminuirlo. La salud de los niños es el capital humano futuro del país. Los niños desnutridos con tuberculosis, si llegan a ser adultos, serán pobres toda su vida por la enfermedad del hambre, la pobreza y la falta de atención (Fuente: Mabel Bianco, Infobae).
Por cobardía, malicia o desaprensión no sabemos cuál es hoy la magnitud de la desnutrición en la Argentina. El gobierno del relato y de la "terquedad empecinada en brindar alegría" (Cristina F. de Kirchner 14/02/2015), omite las cifras que no son positivas o agradables. Una auténtica bajeza. Una categórica indecencia.
Cada vez que se conoce la muerte de un niño por desnutrición, el tema no solo estremece a toda la sociedad, sino que se instala como una letanía que parece no encontrar la solución. Parece que en la Argentina hace falta que sobre algunos temas se refiera Marcelo Tinelli para darle la amplificación que se merecen. Y esta semana Tinelli declaró: "En un país que puede alimentar a 400 millones de personas, no puede haber desnutrición".
En este tiempo, en la Argentina, la desnutrición es una de las causas más dramáticas e inconcebibles de mortalidad infantil. Y lo más complejo es que no existe de un solo tipo. Hay varias formas de desnutrición infantil que avanzan y se instalan en poblaciones vulnerables y rodeadas de extrema pobreza como un mal silencioso. Allí se suma la confusión con las estadísticas y la dificultad de construir en el caso argentino un mapa de la desnutrición infantil para atacar este flagelo para siempre.
La desnutrición severa o aguda, esa que fulmina y provoca la muerte de un niño en edad temprana de su vida, antes de los dos años, al decir de los especialistas es la punta del iceberg de un tema que pone en primer plano los derechos humanos de las personas y a la vez evidencia un problema endémico mayor: estas otras formas de desnutrición, más solapadas y crónicas, que comprometen el capital social de un país. Se trata de millones de chicos que se están desarrollando en condiciones por debajo de las esenciales y que les aseguran un futuro finito, precario y limitado.
O como le gusta graficar al insigne médico pediatra Abel Albino, precursor de la lucha contra la desnutrición en la Argentina, para dar contundencia al mensaje: la imagen del interior de una nuez frondosa y llena simula el cerebro de un chico bien nutrido y una nuez seca el de uno desnutrido; sin futuro, seco.
La mortalidad infantil y materna son el reflejo de una multiplicidad de causas, condiciones ambientales y socioeconómicas; abarca la calidad de la atención sanitaria y el proceso reproductivo que son indicadores del desarrollo social de una nación.
La mayor paradoja para trazar el mapa de la desnutrición en la Argentina aparece cuando se revisan las estadísticas vigentes como la que surge de la ENNYS (Encuesta Nacional de Nutrición y Salud) y Encuestas Nacionales de Lactancia Materna realizada en el año 2005 y publicada como documento de resultados en el año 2007 realizada por la dirección Nacional de Maternidad e Infancia del ministerio de Salud de la Nación.
Ese documento original de la ENNYS sumado a otros posteriores que lo actualizaron señalan que la desnutrición aguda en la Argentina existe y que la Tasa de Mortalidad infantil (TMI) ha descendido entre el 2003 y 2013. Que los casos se concentran en las zonas de extrema pobreza en el NOA y NEA, incluidos los asentamientos de pueblos originarios. Y lo más evidente es la amplia brecha que aún hoy existe entre el Norte y el Sur del país a la hora de cuantificar la Tasa de Mortalidad infantil (TMI).
La desnutrición en realidad no es un tema que vuelve en la Argentina, sino que nunca se ha ido. Es decir que un recién nacido o una mujer embarazada tienen mayores probabilidades de vivir en la Región Patagónica o en la Ciudad de Buenos Aires que en las regiones del Noroeste Argentino (NOA) y Noreste Argentino (NEA). Por ejemplo en la provincia de Neuquén, la mortalidad neonatal es la mitad de la tasa nacional, mientras que en otras provincias triplican esos números.
El comienzo del 2015 golpeó fuerte con casos de desnutrición aguda que ahora parecen visibilizarse y reinstalan el tema con fuerza ante la sociedad y también lo reaviva entre los eslabones que trabajan por la desnutrición y mortalidad infantil en la Argentina.
La provincia de Salta se lleva la peor parte: Mauricio Lucas, un niño wichi de 2 años de la localidad de La Puntana, falleció en el hospital de Santa Victoria. Otro chiquito víctima del hambre en Salta fue Samuel Jaimez (3), también aborígen, de la localidad de Pozo El Bravo.
Más casos recientes se suceden: La muerte de Néstor Femenía, un niño de 7 años de la comunidad Quom en el Chaco fallecido el 6 de enero pasado de un cuadro "de desnutrición y tuberculosis".
Alan Villena, un bebé de 9 meses, murió este mes tras ser llevado por sus padres al hospital de Colonia Santa Rosa, Salta. El parte médico precisó que la causa del fallecimiento se produjo por "diarrea y deshidratación por desnutrición". También en Salta, el caso de Marcos Solís, un niño de 23 meses que integraba la comunidad Wichi de Morillo y falleció hace días en el mismo hospital de Orán que despidió al bebé Villena, tras padecer un cuadro de "desnutrición severa".
El segundo semestre del 2014 había acumulado otros casos que no habían sido publicados en los medios nacionales: la muerte de Martincito Delgado, de 8 meses, que murió con signos de desnutrición en Pichanal, Salta. En agosto, la autopsia realizada a una beba de once meses que había nacido prematura -Sabrina Jurado- reveló que su muerte se debió a un cuadro de "desnutrición grado 2".
Lo que dejan estas historias de vida llenas de dolor y abandono es que el tema no es nuevo, y que estos casos no hacen otra cosa que ratificar lo que ya se sabe: zonas vulnerables, en las provincias del NOA y NEA que concentran la mayoría de los casos de desnutrición aguda o severa. Es la misma foto de siempre. La desnutrición severa o aguda avanza en su forma más letal y certera; y lo que también desnudan estas historias es cómo se ha profundizado el aspecto endémico del problema, que deja niños muertos hoy y cientos de dañados de por vida, mañana.
Infobae entrevistó a uno de los principales referentes en el tema desnutrición en la Argentina, el mencionado doctor Abel Albino, fundador y director de la Fundación CONIN (Cooperadora para la Nutrición Infantil). Albino señala: "Vuelve el tema de la desnutrición porque se empieza a tener conciencia sobre la importancia real de este flagelo, cuyo daño es individual y social, nos afecta a todos, porque muchos chicos mueren, pero los que no mueren, quedan dañados de por vida".
La política y los funcionarios argentinos no reaccionaron con la humanidad que requiere el dramatismo del tema de la desnutrición y mortalidad infantil en nuestro país.
Basta con citar las declaraciones de la ex secretaria de Alimentación y Nutrición Saludable de Salta, Cristina Lobos, -ya separada de su cargo por el gobernador Urtubey- . Dijo Lobos: "El ministerio de Salud no es un obituario, para estar publicando los casos; hay que reservar la identidad de las personas", en relación a los seis niños fallecidos en Salta en los últimos cinco meses. La flamante secretaria de Nutrición salteña, Gladys Pernas, reconoció ante la prensa que había otros dos fallecimientos confirmados.
Consultado por Infobae, el subsecretario de Salud Comunitaria del ministerio de Salud de la Nación, Nicolás Kreplak, explica: "El trabajo que se hizo y se está haciendo desde el ministerio de Salud de la Nación sostiene que el tema no se niega desde la cartera, ni desde el Gobierno.
Lo que ocurre es que se trata de un tema complejísimo y que tiene una larga historia en la Argentina. Hay cifras claras: en estos últimos diez años se ha reducido la tasa de mortalidad infantil en el total del país de un 16,9 % a un 10,8%; pero como siempre ocurre en temas tan sensibles como la salud, que implica la vida de las personas, nunca es suficiente. Aún en nuestro país la tasa de mortalidad infantil se duplica entre el Norte y el Sur del país; pero hoy hemos logrado reducir esa brecha".
Agrega Kreplak: "En la actualidad, el promedio nacional global de mortalidad infantil es del 10.8%; sin embargo, las asignaturas pendientes son las provincias con zonas de pobreza y muy vulnerables. Por ejemplo Misiones está por debajo de ese promedio (del 10.8%) pero Salta y Chaco están aún por arriba del promedio nacional. La gestión en salud siempre es una tarea inconclusa porque se trata de padecimientos de seres humanos; aún hay grandes cosas que profundizar".
El documento "Mortalidad infantil en Argentina" realizado por equipos transdisciplinarios de la cartera de Salud Nacional analiza el comportamiento de la evolución de la tasa de mortalidad infantil (TMI) en el total país y en Salta, una de las provincias más afectadas. Según este documento, en el año 2013, de un total de 8174 defunciones infantiles, 21 casos fueron por desnutrición.
El doctor Albino opina sobre el caso de Salta: "En Salta por primera vez se pone el tema sobre la mesa, lo ha hecho el gobernador hace un mes y medio cuando nombró al ministro de Primera Infancia; una especie de ministro coordinador de seis ministerios: el de Salud, Educación, Economía, Trabajo, Derechos Humanos y Obras Públicas, porque van a hacer un abordaje integral de esta problemática social que le da origen a la extrema pobreza, sino vamos a seguir eternamente con este problema".
"Nosotros que cacareamos por los Derechos Humanos, ¿no será también un derecho humano vivir como un ser humano? Hay cinco centros CONIN en Salta así que nosotros respaldamos las acciones para hacer algo grande, que se mantenga en el tiempo y que sea una política de Estado en Salta", sentencia Albino.
En diálogo con Infobae, el doctor Esteban Carmuega, director del Centro de Estudios Sobre Nutrición Infantil (CESNI) explica: "La desnutrición en la Argentina abarca muchas formas. La más cruel, de curso corto y que potencia el riesgo de morir es la desnutrición aguda. Por cada chico con desnutrición aguda, hay no menos de 12 otras formas de desnutrición solapadas; que no sólo aumentan el riesgo de enfermedades no transmisibles, sino que limitan la potencialidad de una persona. Estos chicos rinden menos en la escuela, en la actividad física y se insertan peor en el mercado laboral".
Kreplak, señala: "Hoy, el ministerio de Salud utiliza como una de sus herramientas de gestión más concretas para medir y paliar la desnutrición y la mortalidad infantil el Plan operativo para la reducción de la mortalidad infantil; que se articula con las diferentes provincias para trabajar según la necesidad de cada territorio.
Según plantea el documento que vertebra el Plan lo más notable del caso argentino es que existe una desigualdad evidente entre el norte y el sur del país de acuerdo a como se distribuye la mortalidad materno infantil en la Argentina.
Detalla el doctor Carmuega de CESNI: "La desnutrición crónica afecta al 8% de la población de niños menores de seis años; niños que no han logrado crecer todo lo que han debido si se hubieran criado con las formas adecuadas de nutrición temprana. Desde CESNI hacemos hincapié en los primeros mil días de vida del niño, que serán los fundantes en su salud. En general, los niños que padecen desnutrición crónica tienen bajo peso al nacer y deficiencias de vitaminas y minerales".
La desnutrición crónica genera otro problema que se arrastra en el tiempo entre las familias más vulnerables: el costo de la salud se debe destinar al cuidado de enfermedades crónicas que no responden a la opulencia, sino a la desnutrición temprana.
Precisa Carmuega: "Muchos de los chicos que padecen desnutrición crónica, desarrollarán en su infancia y juventud sobrepeso y obesidad. De alguna manera potencian el efecto deletéreo de su condición de desnutrición temprana. Tendrán un retraso en su crecimiento y guardan un 60% más de riesgo cardiovascular y de sufrir diabetes".
El trabajo del doctor Abel Albino, fundador y presidente de la Fundación CONIN no sólo conmueve por la acción que desarrolla a nivel nacional a puro esfuerzo y palabra; sino que también conmueve cada reflexión que él aporta sobre sus vivencias alrededor de la problemática de la desnutrición infantil en la Argentina. CONIN se fundó en Mendoza hace 25 años; y lo que más evidencia es que la desnutrición nunca se ha ido de la Argentina.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) hace treinta años dice que el cincuenta por ciento de las muertes infantiles -mortalidad por debajo del año de vida- en América Latina tienen como telón de fondo la desnutrición.
Las causas de la mortalidad infantil son multifactoriales en todo aspecto: las enfermedades asociadas y las condiciones ambientales de esos niños y familias que están muy lejos de resolver sus necesidades básicas insatisfechas (alimentos, cloacas, inmunizaciones, prevención en salud, etcétera).
Los índices antropométricos son combinaciones de medidas que son fundamentales para establecer los parámetros, "el piso" de referencia de la desnutrición. A partir del uso de gráficos o tablas de referencia, se obtienen los índices básicos en niños: peso para la edad, talla para la edad, peso para la talla, índice de masa corporal para la edad y perímetro cefálico para la edad.
Si bien los métodos antropométricos son válidos, confiables, simples y de bajo costo, y por eso constituyen la mejor herramienta de tamizaje, el diagnóstico de un caso de desnutrición requiere la confirmación clínica.
Pero ante la evidencia de que el crecimiento en los primeros años no es independiente de los modelos de crianza y de alimentación; en 1994, la Asamblea de la Salud pidió al director general de la OMS que se desarrolle un nuevo patrón internacional para evaluar el crecimiento de los niños criados según las recomendaciones de alimentación y salud. Así, en octubre de 2007, el Ministerio de Salud de la República Argentina adoptó estas nuevas curvas de crecimiento de la OMS para el seguimiento y la atención, individual y poblacional, de los niños entre el nacimiento y los 5 años de edad, en reemplazo de las anteriores.
El trabajo titánico de instituciones como CONIN y del trabajo científico y metodológico de CESNI en todo el país, construyen todos los días un camino hacia la esperanza.
Dice Carmuega: "Desde CESNI le estamos pidiendo a los partidos políticos que nos cuenten y expongan sus planes y estrategias concretos sobre los primeros 1000 días críticos en la vida de un niño, que va desde la concepción hasta los dos años de edad; y también sobre la nutrición en la etapa escolar".
De nada sirve que alimentemos a un niño si lo devolvemos al ambiente hostil del que proviene. La idea es ahondar a fondo qué presupuestos van a destinar; qué equipos técnicos, especialistas y estrategias tienen pensado implementar para paliar o erradicar las desnutricion y mortalidad infantil. Este problema no sólo ocasiona una posibilidad de desarrollo, sino que fundamentalmente compromete el capital social.
Cuando a un niño le falta hasta el 15 por ciento del peso - tendría que pesar 10 kilos y pesa 8,5 kilos- se dice: 'Este chico es flaco'. Del 15 al 25 por ciento menos -es decir, de 8,500 a 7,500 kilos- es un desnutrido de primer grado. Del 25 al 40 por ciento -de 7,5 a 6 kilos- es un desnutrido de segundo grado. Y menos de 6 kilos, un desnutrido de tercer grado. Al respecto dice Albino: "Esta clasificación es muy fácil de entender para cualquiera que no sea médico. Cualquier agente sanitario lo entiende, cualquier director de escuela, cualquier enfermera lo entiende, y entonces podemos obrar en consecuencia. La principal riqueza de un país es el capital humano y si el capital humano está dañado, el país no tiene futuro".
La experiencia de la pobreza en la infancia imprime marcas de difícil reversión que condicionan el desarrollo humano y social. Existe amplio consenso en torno a que las múltiples privaciones materiales, sociales y emocionales que experimentan los niños en los primeros años de vida tienen consecuencias en el desarrollo físico y cognitivo. Esas consecuencias probablemente limiten la capacidad del niño para apropiarse de los recursos necesarios para un mejor aprovechamiento de las oportunidades.
Justamente, una de las particularidades de la pobreza infantil es su impacto estructural, y de carácter permanente, en el desarrollo de capacidades y recursos humanos y sociales. La infancia es una "ventana de oportunidad" en la que los individuos desarrollan sus capacidades psíquicas, mentales, emocionales y de aprendizaje. En esos años de vida la experiencia de la privación alimentaria, la exposición a un medio ambiente insalubre y la carencia de estímulos emocionales adecuados y diversos comprometen el desarrollo cognitivo del niño y limitan el ejercicio de otros tantos derechos humanos y sociales básicos para el desarrollo de su máximo potencial.
Más tarde, durante la adolescencia, las privaciones materiales exponen a muchos chicos a la explotación económica y/o doméstica, al fracaso escolar y al padecimiento de enfermedades y accidentes, entre otras vulnerabilidades sociales.
Al mismo tiempo que se reconoce a la infancia como una población especialmente vulnerable a las situaciones de crisis, los recortes presupuestarios en educación o en atención primaria de la salud -por mencionar algunos ejemplos-, pocas veces se evalúa de qué manera estas situaciones o decisiones tienen un impacto estructural sobre el desarrollo humano y social de la niñez.
En los enfoques económicos clásicos, el problema de la pobreza hace centralmente referencia al acceso por parte de personas y sus hogares a determinados recursos económicos, que permiten la satisfacción de necesidades básicas de subsistencia. Sin embargo, parece fundamental avanzar sobre mediciones multidimensionales y desde un enfoque de derechos, como las propuestas por Unicef/Cepal para el caso específico de la pobreza infantil, o la desarrollada por el Coneval/Unicef como una política de Estado en México.
La construcción de mediciones alternativas de la pobreza que consideren lo particular del desarrollo humano y social en la infancia y adolescencia, sin duda es un desafío prioritario para los estados que proyecten un crecimiento económico sustentable, y que avancen sobre la construcción de políticas públicas integrales para el tratamiento y la superación de la pobreza.
Si bien la mayor parte de los países de América latina experimentaron en la última década un crecimiento destacado, alcanzando con ello mejoras significativas en los niveles de vida para gran parte de la población, al mismo tiempo la pobreza estructural, la marginalidad social y la desigualdad económica siguen siendo realidades profundamente arraigadas.
En el caso de la pobreza infantil, se reconoce no sólo lo específico de su sobrerrepresentación en la población pobre, sino que de modo adicional se observa que ha sido la población menos beneficiada por el crecimiento.
En este contexto, adquiere relevancia examinar los límites del crecimiento económico para superar la pobreza y lograr un desarrollo sustentable, así como reconocer el importante papel de protección económica que desempeñan las políticas de transferencia de ingresos. También cabe señalar que esas transferencias son expresión de la persistencia y reproducción de una población excluida, sin acceso a un empleo pleno de derechos y a un sistema de protección más integral.
Las políticas de transferencia de ingresos, cuando no forman parte de un conjunto más amplio e integral de políticas concurrentes, orientadas a la creación de empleo pleno de derechos, a la educación de calidad desde temprana edad, a dar estructuras de oportunidades para la socialización y formación en el campo del deporte, las artes, y el juego en un amplio sentido, resultan insuficientes para lograr equidad en el inicio de la vida (Fuente: Ianina Tuñón, investigadora responsable de los estudios del Barómetro de la Deuda Social de la Infancia UCA)
Todos debemos asumir con responsabilidad los problemas serios que tiene nuestra patria, para que no tengamos que lamentar más fallecimientos como el de los pequeños Néstor Femenía o Samuel Jaimez. Teniendo recursos, burocracia, planes y demás, es inexcusable que sigan habiendo desnutridos y mortandad por esa evitable causa.
Por lo expuesto, solicito el acompañamiento de mis pares a fin de aprobar el presente Pedido de Informes.
Proyecto
Firmantes
Firmante Distrito Bloque
ASSEFF, ALBERTO BUENOS AIRES UNIR
Giro a comisiones en Diputados
Comisión
ACCION SOCIAL Y SALUD PUBLICA (Primera Competencia)