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PROYECTO DE TP


Expediente 8859-D-2014
Sumario: EXPRESAR BENEPLACITO POR LA CONMEMORACION EL DIA 9 DE NOVIEMBRE DE 2014, DEL 25 ANIVERSARIO DE LA CAIDA DEL MURO DE BERLIN.
Fecha: 07/11/2014
Publicado en: Trámite Parlamentario N° 162
Proyecto
La Cámara de Diputados de la Nación
RESUELVE:


Declarar su beneplácito al conmemorarse el día 9 de noviembre de 2014 el 25° aniversario de la caída del Muro de Berlín, que representó uno de los hechos cruciales del siglo 20 y significó el triunfo memorable de la libertad por sobre la opresión.

FUNDAMENTOS

Proyecto
Señor presidente:


Este fin de semana, Berlín volverá a ser una ciudad dividida. 8.000 globos dibujarán una frontera luminosa a lo largo de 15 kilómetros, un trayecto que durante la guerra fría formó parte de una de las líneas divisorias más infranqueables del mundo. Pero los que se echen a las calles el 9 de noviembre no encontrarán el muro de 3,6 metros de alto que dividió Alemania -y, en cierta medida, el mundo entero- entre 1961 y 1989.
Bajo el lema "valor para la libertad", los ciudadanos celebrarán el 25 aniversario del día en el que todo cambió. Desde entonces, cualquiera puede viajar de Dresde a Hannover tranquilamente, sin ir a la cárcel o jugarse la vida, como le ocurrió a los cuatro centenares de personas que murieron tratando de abandonar la Alemania socialista.
"Es increíble. Nunca pensamos que podríamos estar aquí", decía aquella noche imposible de olvidar un joven a unos reporteros de televisión en un vídeo hoy disponible para cualquiera que entre en Youtube. Frente a una Puerta de Brandeburgo a oscuras, los entrevistados aseguraban a quien quisiera escucharles que no tenían pensado quedarse en la parte occidental de la ciudad.
Solo querían pasar al otro lado, ver cómo era y volver a casa. 24 horas más tarde y no muy lejos de ahí, Willy Brandt pronunciaría un discurso histórico. "Nada volverá a ser como fue. Siempre supe que la separación de hormigón, alambre de espino y franja de la muerte iba contra la corriente de la historia. Lo dije en verano, sin saber que iba a pasar tan pronto: Berlín vivirá y el Muro caerá", bramó el antiguo canciller y alcalde de Berlín durante la construcción de la barrera de la vergüenza.
Ya antes de ese 9 de noviembre, algunos acontecimientos -como la elección en Polonia del primer Gobierno no comunista en 40 años o la apertura de la frontera entre Hungría y Austria- habían mostrado la descomposición del bloque soviético. Pero las imágenes de unos ciudadanos pletóricos encaramados sobre la mole de cemento que había marcado sus vidas o de ossis (la palabra con la que los alemanes se refieren coloquialmente a los del Este) con lágrimas en la cara pisando por primera vez el otro lado de su ciudad se han convertido en un icono del siglo XX. "La caída del Muro tuvo una fuerza simbólica incomparable. De una tacada, se mostraba el desgobierno de la RDA, la resistencia de las tropas soviéticas a inmiscuirse en su teórica zona de influencia y el éxito del movimiento popular que reclamaba libertad", explica el historiador Jürgen Kocka.
Muchos alemanes del Este saludaron en 1961 la construcción del muro como una oportunidad para estabilizar la RDA. Y, en cierto modo, tenían razón: sin él, el régimen socialista resistió tan solo unos meses. El éxito democristiano en las primeras elecciones libres, celebradas el 18 de marzo de 1990, allanó el camino a la integración de los cinco Estados del Este y Berlín oriental en la República Federal, que se produciría el 3 de octubre de ese mismo año.
Pasado el tiempo, parece que el fin del Muro, el desplome de la RDA y de todo el bloque soviético y la reunificación de las dos Alemanias era una secuencia inevitable. Pero en otoño del 89 nada estaba escrito. A un lado y otro de la frontera había mucha gente que no deseaba un solo país. Unos pensaban que el horror de la Segunda Guerra Mundial invalidaba la existencia de una Alemania unida y fuerte, otros temían los costes de la reunificación y en el Este muchos preferían una RDA reformada que no fuera absorbida por Occidente.
El muro de Berlín, bautizado oficialmente como "Muro de Protección Antifascista" por la República Socialista Democrática Alemana o RDA, fue erigido el 13 de agosto de 1961 por el bloque soviético presuntamente para proteger a su población de supuestos elementos fascistas que pudieran conspirar para evitar la voluntad popular de construir un estado socialista en Alemania del Este.
Pero la verdadera razón fue otra. Hasta ese día, casi tres millones de alemanes del Este habían abandonado el Estado comunista para refugiarse en la República Federal Alemana, una huida masiva que resultaba verdaderamente insoportable para los comunistas, ya que afectaba gravemente a las estructuras social y económica de la RDA por un doble motivo: por la sangría demográfica que suponía y porque, en general, quienes abandonaban el país eran los profesionales más cualificados.
El muro, uno de los símbolos más patentes de la denominada "Guerra Fría", el conflicto no declarado entre Estados Unidos y la Unión Soviética que dividió política y económica en dos grandes bloques al mundo entero, se extendió a lo largo de 45 kilómetros, dividiendo a la ciudad de Berlín en dos partes, además de 115 kilómetros que separaban a la parte occidental de la ciudad del territorio de la RDA. Su pared medía más de cinco metros de altura y estaba coronada por un tubo de 40 centímetros de diámetro que impedía aún más la posibilidad de atravesarla. Aparte de ello, existía la llamada "franja de la muerte" o tierra de nadie, un área de aproximadamente dos metros de anchura, limitada por una verja de dos metros de altura que, en algunos tramos, estaba minada y electrificada y se encontraba permanentemente vigilada por soldados armados y perros adiestrados.
En la práctica el muro, que comenzó a ser llamado "el muro de la vergüenza" por los propios alemanes, dividió a Alemania en dos partes,
separando a la RDA de la República Federal Alemana, obligando a los alemanes que quedaron en la Alemania del Este a vivir bajo un férreo y opresor sistema socialista, impidiéndoles de paso que pudieran transitar libremente hacia Occidente.
Por supuesto, desde el momento mismo de su ominosa inauguración, muchos alemanes que querían buscar la libertad en el "otro lado" intentaron sortear el muro y cruzar a la Alemania Occidental, eludiendo la dura vigilancia de los guardias fronterizos de la RDA. Y no fueron pocos los que murieron en el intento. El número exacto de víctimas todavía no está del todo claro, pero la Fiscalía de Berlín considera que el saldo total fue de 270 personas, incluyendo 33 alemanes que fallecieron como consecuencia de la detonación de minas. Estas muertes, al cabo, sólo endurecieron la radical prohibición de cruzar el muro impuesta a los oprimidos alemanes orientales.
Después de 28 años de oprobio, las políticas reformistas impulsadas desde mediados de la década de 1980 en la Unión Soviética por el líder soviético Mijail Gorbachov se tradujeron en la decisión de abrir poco a poco las fronteras de la República Democrática Alemana. El 9 de noviembre de 1989, finalmente, y después de una breve conferencia de prensa realizada por el jefe de prensa del Partido Comunista oriental, se anunció, visado mediante, la libertad para viajar hacia la otra Alemania o a cualquier parte del mundo, elecciones libres y la configuración de un Nuevo Gobierno. Ello pareció anunciar por fin el desmoronamiento de la aterradora estructura de hierro, cemento y alambre que por casi tres décadas aisló brutalmente a todo un pueblo.
Los alemanes del este reaccionaron de inmediato. Miles de berlineses, tanto del lado oriental como occidental, se aglomeraron frente al muro y sus barreras fronterizas tomando parte ese mismo día en una de las acciones político-sociales más relevantes del siglo XX: la caída del Muro de Berlín.
Muchos jóvenes alemanes orientales, con pequeñas mochilas al hombro, vacilaron antes de saltar el Muro. Una hora antes, sólo aventurarse cerca de la barrera habría significado la muerte inmediata. Pero ahora muchas manos desde el otro lado se extendieron para ayudarlos. Como tantos otros, esa larga noche del jueves 9 de noviembre, saltaron finalmente las barreras que fueron completamente inútiles, paseándose felices por las iluminadas calles de Berlín Occidental.
Otros, en tanto, con martillos e improvisadas picas en las manos, compartieron desde arriba del muro la alegría de derribarlo trozo a trozo, muy cerca de la imponente puerta de Brandenburgo. Desde lejos los sombríos policías de la ex RDA observaban recelosos, pero por el otro lado los improvisados anfitriones occidentales se fundieron en un emocionado abrazo con sus visitantes. El canciller de Alemania Federal, habiendo interrumpido abruptamente su viaje a Polonia, acompañado de Willy
Brandt y otras personalidades, se mezclaron con la multitud para dar la bienvenida a los recién llegados.
La acelerada desintegración del aparato político de la Alemania Oriental, primero a las órdenes del anciano Erich Honecker -quien se refugiaría posteriormente en Chile con su esposa e hija- y luego de Egon Kretz, sólo fue el preludio de un gigantesco desbande. Desde Leipzig hasta Dresde, más de un millón de alemanes se movilizaron exigiendo libertad de expresión y movimiento, liberalismo político, cese de discriminaciones y privilegios y el reconocimiento oficial de los representantes de los partidos políticos de oposición. El socialismo soviético había caído y, con él, su "muro de la vergüenza".
Veinticinco años han pasado desde entonces y es un tiempo lo suficientemente extenso, como para juzgar la importancia de la caída del Muro de Berlín, que para muchos pensadores significó el fin del siglo 20, a la par que trajo consigo la victoria de la libertad y la democracia, el colapso de la Unión Soviética y el fin del comunismo.
Solicito el acompañamiento de los señores diputados a fin de aprobar este proyecto, a la par que cabe hacer votos para que nunca más la ignorancia de líderes tiranos pueda ensombrecer la paz universal dentro de los Estados de Derecho.
Proyecto
Firmantes
Firmante Distrito Bloque
ASSEFF, ALBERTO BUENOS AIRES UNIR
Giro a comisiones en Diputados
Comisión
RELACIONES EXTERIORES Y CULTO (Primera Competencia)