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PROYECTO DE TP


Expediente 8114-D-2014
Sumario: EXPRESAR PESAR POR EL FALLECIMIENTO DEL DOCTOR ANTONIO FRANCISCO CAFIERO, OCURRIDO EL DIA 13 DE OCTUBRE DE 2014.
Fecha: 16/10/2014
Publicado en: Trámite Parlamentario N° 146
Proyecto
La Cámara de Diputados de la Nación
DECLARA:


Nuestro más profundo pesar por el fallecimiento del compañero Antonio Cafiero, quien fuera uno de los hombres más destacados de nuestro país en la lucha por una democracia con justicia social y por su extraordinario compromiso militante con las causas populares y nacionales.

FUNDAMENTOS

Proyecto
Señor presidente:


Antonio Francisco Cafiero, discípulo y amigo personal del general Juan Domingo Perón, fue una verdadera leyenda del movimiento nacional justicialista y con su vida se despide a uno de los últimos exponentes del primer peronismo. A los 92 años, cumplidos el 12 de septiembre pasado, Cafiero atravesó la historia del peronismo en todas sus etapas y se convirtió en el dirigente justicialista con más camino recorrido: fue diputado, senador, gobernador, embajador, candidato presidencial, fue perseguido y estuvo preso, se lo vio en el poder y en la oposición. Con una familia compuesta por diez hijos, unos cuarenta nietos y biznietos, padre de los también políticos Mario Cafiero y Juan Pablo Cafiero, inmortalizó la frase "no me gorilee", cuando un periodista lo consultó sobre los incidentes en el traslado de los restos de Perón a San Vicente. Comenzaría a militar en el justicialismo desde la marcha del 17 de octubre de 1945, que dio origen al "Día de la Lealtad", aunque no obtendría un cargo de alto rango dentro del partido hasta 1962, cuando fue nombrado secretario político del Consejo Supervisor y luego coordinador del Movimiento Nacional Justicialista, en épocas donde el peronismo se encontraba con su líder a varios kilómetros de distancia.
Obtuvo cargos públicos desde el primer gobierno de Perón, cuando, siendo muy joven, entre 1948 y 1951, fue designado como consejero financiero en la Embajada argentina en Washington, para luego quedar al frente de la Cancillería hasta el Golpe de 1955, cuando fue privado de su libertad durante un año. A partir de entonces y hasta 1973 militó activamente en la "resistencia peronista" e, incluso, visitó en varias oportunidades a Perón en su exilio hasta su regreso a la Argentina. En 1973 fue nombrado Presidente de la Caja Nacional de Ahorro y Seguro; fue más tarde secretario de Comercio de la Nación, interventor federal de Mendoza entre agosto de 1974 y mayo de 1975, ministro de Economía de la Nación (1975-1976) y finalmente embajador ante la Santa Sede en 1976, cargo al que debió renunciar otra vez debido al Golpe militar, que volvió a privarlo de su libertad. En 1983, con la restauración democrática, Cafiero lideró el Movimiento Unidad, Solidaridad y Organización (MUSO); fue precandidato presidencial y en la Provincia de Buenos Aires su sector fue derrotado por Herminio Iglesias. Después de la derrota del PJ en 1983, fundó junto a otros dirigentes del peronismo, la "Renovación Peronista" y en las elecciones legislativas de 1985 encabezó la lista de Diputados Nacionales por Buenos Aires por el Frente Renovador Justicialista, por la que resultaría electo. En 1987 sería elegido gobernador bonaerense, un triunfo que fue un hito para el partido en tiempos en que la Presidencia era ocupada por el radical Raúl Alfonsín, y también fue electo presidente del Consejo Nacional del PJ.
Un año después fue precandidato a Presidente por el PJ en una fórmula con José Manuel de La Sota, aunque en las internas resultó derrotada por la de Carlos Menem y Eduardo Duhalde: ocupó entonces la Presidencia del Consejo Provincial del PJ bonaerense y también nacional hasta su designación como embajador en Chile, cargo que desempeñó hasta 1993, cuando asumió una banca en el Senado Nacional hasta 2001. Durante el breve gobierno de Eduardo Camaño fue designado jefe de Gabinete, aunque el 2 de enero de 2002 volvió a ejercer como senador, cargo que desempeñó hasta diciembre de 2005, cuando asumió la Presidencia de la Conferencia Permanente de los Partidos Políticos de América Latina y el Caribe (COPPPAL). El 2 de abril de 2009, en ocasión del sepelio del ex presidente Alfonsín, su adversario político durante los años 80, pronunció un discurso donde afirmó: "Yo tuve dos maestros en la vida, que me enseñaron todo lo que sé o mal sé. Uno se llamó Juan Domingo Perón, el otro Raúl Alfonsín". Cafiero también estuvo en octubre de 2010 en la despedida del ex - presidente Néstor Kirchner, a quien recordó entonces como un "amigo": "El paso de él por la vida argentina no ha sido en vano. Es un hombre que ha dejado sus huellas imborrables en la historia argentina. Nos ha dado un ejemplo de lo que debe ser el político que es fiel a sus convicciones", sostuvo.
En relación a Evita, Antonio Cafiero manifestó que el peronismo no sería fácil de explicar sin ella. Asimismo dijo que a casi cincuenta y ocho años de su muerte, todos seguimos reconociendo que en ella y desde ella, el movimiento liderado por Juan Perón expresó sus "sagradas rebeldías" ante las injusticias y reivindicaciones vitales del pueblo trabajador, a cuyos integrantes ella llamaba "mis descamisados" o "mis queridos grasitas", desde un amor sin fronteras. Sostuvo que Evita fue la pasión y la sensibilidad pero también las ideas y la racionalidad de transformaciones profundas que el peronismo produjo en nuestra sociedad. La ampliación de la participación política, con la consagración del sufragio femenino y la consiguiente profundización de la democracia argentina fue una de sus mejores banderas, que generaciones posteriores, como ella quería llevaron a la victoria no ya de una causa partidaria, sino de una causa de todas y cada una de las mujeres de esta tierra. Tuvo el privilegio de conocerla y de tratarla. Recordó que la primera vez que la tuvo enfrente fue el 3 de febrero de 1947 en el Concejo deliberante, donde ella ocupaba una oficina para atender a quien tuviera una necesidad. "...Los universitarios peronistas fuimos a plantearle la nuestra: queríamos llevar la revolución justicialista a los claustros...." Dijo que Ella supo escucharnos cuando no era fácil hacerlo, ya que en el ámbito de la universidad y el peronismo y Perón eran una mala palabra y nadie quería librar ese combate.
Manifestó que la recuerda con sus ojos centelleantes, mirando fijamente al auditorio y cerrando el encuentro con un mensaje que tranquilizó nuestra ansiedad: "...las palabras que acaba de decir el Compañero Cafiero estarán de inmediato en conocimiento del general Perón". Y así fue. Ese día la llamó "la dama de la esperanza", porque ella irradiaba eso: la sensación de que el tiempo que vivíamos era un ancho espacio de caminos a recorrer y de promesas a cumplir. Por eso para Antonio resultaba difícil pensar qué hubiera sido el peronismo sin ella.
También resulta significativo recordar la construcción del espacio político denominado "Renovación Peronista" de la que fue su líder y artífice. Su ideario puede resumirse en las siguientes palabras. En su génesis, el peronismo nació a la vida política y social con la misión de construir una Nueva Argentina, moderna a industrial. Una democracia plena de Justicia Social y una sociedad solidaria apta para facilitar la realización integral del hombre argentino. Estos objetivos implicaron autonomía conceptual frente a las ideologías dominantes en el mundo, ruptura con el pasado inmediato, autodeterminación en las decisiones trascendentes, protagonismo popular, participación orgánica de los sectores sociales y presencia activa y eficaz del Estado.
Aunque original en su propuesta, el peronismo se reconoció siempre a sí mismo como la expresión contemporánea del movimiento nacional popular, social y federal que arranca desde el inicio de nuestra historia y que se nutrió con la suerte, a veces triunfante, a veces trágica, de los héroes de la Independencia, los caudillos federales, los líderes del voto popular y los defensores históricos de la causa nacional.
Más allá de las distintas lecturas, nadie puede negar que el peronismo inauguró en el país una nueva época. La historia de los argentinos empieza a transitar otros caminos a partir de 1945. El genio de Perón y el verbo de Evita venían ahora a escribir su página tal vez más gloriosa. Desde el movimiento nacional, encarnado por el peronismo, se plantea y se inicia una transformación sustancial en la organización y relación entre el Estado y la sociedad, en las relaciones sociales (capital-trabajo) y en la economía sustentada ahora en profundas reformas estructurales. Frente a la democracia restringida y fraudulenta impuesta por el régimen liberal-oligárquico se eligió una democracia económica y social, basada en un criterio de justicia. Frente a la economía primaria y periférica se edificó una estructura industrial con una gran capacidad de crecimiento económico y equidad distributiva. Frente a la secular dependencia financiera externa se generó un proceso interno de acumulación nacional que hizo posible el desarrollo autónomo.
Señalaba que por todo esto no somos un país sin historia, poseedor de una crónica confusa que enfrentó a democráticos y autoritarios (éste es apenas el esquema de aquellos que se demuestran incapaces de explicar y resolver los conflictos centrales de la Nación). La rica experiencia de las luchas populares y nacionales no puede ser reducida a la historia de la lucha de las mentalidades. En esa etapa histórica sostenía que para los peronistas todavía continúan irresueltos aspectos centrales de nuestra identidad: la construcción de la Nación y su autonomía, el drama de la injusticia y la necesidad de refundar una personalidad que permita reconocernos como latinoamericanos y pisar con firmeza los umbrales del nuevo milenio.
Decía que después del '55, el nostálgico regreso a la Argentina preindustrial se sumó a la violencia y la arbitrariedad. La oligarquía fomentó años de intolerancia, desencuentros, proscripciones, y humilló consecuentemente el espíritu nacional y popular. Aun los partidos con base popular trataron de vivir de los retazos del poder que cedió el privilegio para terminar para siempre con el peronismo. La respuesta violenta se fue generando entre los argentinos, en un mundo convulsionado que parecía anunciar conmociones revolucionarias de magnitud desconocida.
El regreso de Perón al país se produjo en un clima tumultuoso y una época signada por desencuentros, que el General intentó clausurar convocando a la pacificación, a la reconstrucción y la edificación de un sistema democrático estable y participativo. Para ello, fue el primero en desmontar antiguos odios, no exigió miradas vengativas, no reclamó revancha. Convocó a construir una nueva cultura política. Su muerte no sólo cerró un capítulo de la historia del peronismo; también significó el fin de una época. No porque los problemas del país se hubiesen resuelto, sino porque desaparecía la figura sobre la cual se exacerbaron a favor o en contra las pasiones políticas de los argentinos. Los peronistas no pudimos desde el gobierno institucionalizar su legado, y esa deficiencia, acrecentada por el acoso de los enemigos de adentro y de afuera, conformó el prólogo del horror vivido durante los años de la dictadura.
Recordó como durante la dictadura fueron los más castigados y también los que protagonizamos los hechos que conmovieron el dispositivo dictatorial. Sin embargo, a la hora de la decisión en las urnas, la mayoría del pueblo no nos eligió. Es cierto que no habían sido capaces de hacerse cargo de los errores cometidos, ni de asumir los cambios operados en la sociedad, pero fue la "solución" decretada para la sociedad industrial generada por el peronismo (y dificultosamente sostenida a lo largo de casi tres décadas), el marco estructural que signó nuestra derrota electoral.
Nos decía que en ese entonces comenzó así a gestarse en el peronismo la conciencia de la Renovación como capacidad para entender las nuevas demandas del país. La ausencia de liderazgo ponía en marcha una etapa distinta en su historia: la transición hacia formas organizativas e institucionales nuevas. Esto constituía un tremendo desafío y una gran responsabilidad. Por un lado, evitar la disgregación del que fuera el más grande movimiento de masas de América Latina; por otro, neutralizar las visiones deformadoras que traicionan la naturaleza revolucionaria del peronismo.
En síntesis, un recorrido que debe vincular con fidelidad histórica y porvenir, una coyuntura donde el pasado y el futuro son parte de un mismo compromiso con las aspiraciones populares. Este fue el primer atributo de la Renovación: ratificar la vocación por la construcción autónoma de la Nación y generar en el marco de la democracia los cambios que la sociedad en su conjunto continúa reclamando. Pensar que el peronismo pueda transitar una etapa de integración a políticas antinacionales en lo económico y antipopulares en lo social, sin sufrir un colapso, es olvidarse o negar su condición.
La renovación no convocaba solamente a participar de la "revolución de las formas". No es sólo un estilo democrático el que nos reconciliará con la mayoría perdida. El estilo democrático, la transparencia en las decisiones y el protagonismo de los peronistas constituyen mecanismos que deben sustentar y complementar nuestra vocación de cambio para así convertirnos en alternativa de poder creíble. Nosotros no miramos al país desde un lugar aséptico o descomprometido con los sectores sociales. Eran tributarios, en primer lugar de los sectores más desfavorecidos de la sociedad y, desde allí, desde un sujeto complejo pero real, nos planteamos articular el movimiento nacional. La sociedad no es una abstracción en la cual el marco democrático disuelve intereses, creencias, pasiones y esperanzas. La democracia no excluye conflicto y confrontación, y el camino continúa siendo concertar con aquellos que se sienten convocados a refundar una política que nos devuelva en plenitud el sentido de la justicia y la libertad. Trabajadores sindicalizados y no sindicalizados, empresarios comprometidos con la producción, mujeres, profesionales, intelectuales y jóvenes que no quieren que mueran sus sueños de vivir en una sociedad mejor, deben recuperar el protagonismo perdido.
Decía que no eran peronistas vergonzantes que tenemos que dar cuenta crítica de nuestra propia historia. Encarnamos un movimiento popular que, como es común al destino de las fuerzas progresistas de Latinoamérica, recorrió un camino difícil, sembrando grandes aciertos y cometiendo, también, graves errores. Omitir nuestro pasado sería admitir la derrota del porvenir; consagrar la fatalidad de un futuro vacío. Tan hipócrita es pretender jugar con la amnesia colectiva como que los peronistas eludamos nuestros errores pasados. La autocrítica es patrimonio de los movimientos transformadores, pero debe incluir el saldo positivo de la propia experiencia, sin ceder a las presiones de quienes no fueron precisamente los arcángeles o los custodios de la voluntad popular. Renovarse no es renunciar a las esencias, acceder a las falsas memorias o desnudar un estilo culposo de lo que fuimos y lo que queremos ser. Aceptamos que las visiones sobre la década '45-'55 puedan ser distintas y estén todavía bifurcadas por dicotomías irreconciliables.
Pero ningún argentino bien intencionado puede desconocer que allí se fundaron las bases de una Argentina moderna. La justicia, la participación, la revolución productiva, la movilización social y la incorporación activa de una clase obrera de signo nacional fueron atributos de una modernización que nos permitieron responder a los desafíos de la época. No somos aplacadores de rebeldías, no vamos a clausurar las ilusiones, no podemos ignorar el sentido trascendente de la historia. Tampoco vamos a convalidar que se nos proponga la resignación como razón última de la democracia. No apelamos al interés del ciudadano virtuoso sino al reencuentro con un ideal colectivo, a la certeza de que es posible avivar la pasión por un orden más justo. La Argentina no puede reducirse a ser el escenario de una competencia tramposa entre réprobos y elegidos. Vivimos el drama de una Nación inconclusa en un continente irrealizado.
¿Por qué seguir rindiendo examen de democracia frente a quienes, en una actitud sectaria y contradictoria con el pluralismo, siguen pensándose como los dueños del sistema reconquistado en octubre del '83? La Renovación tenía otra visión de la democracia. No queremos ser creíbles a costa de imitar servilmente a los sistemas hegemónicos de Occidente. No aceptamos disolvernos como Nación en el nuevo universalismo de la modernidad. La modernidad, por el contrario, nos exige reconocernos en nuestra identidad, conmovernos como parte de un continente que quiere construir su propia historia y no comprarla hecha.
Decía que la democracia argentina debe ser el marco para el desarrollo de nuestra singularidad, el perfil de un país que no se diluya en los planos que trazan los poderes internacionales. Somos, aunque cueste reconocerlo, parte de los pueblos que todavía pugnan por ser escuchados. Integramos una geografía subalterna que no quiere ser condenada a configurar eternamente los arrabales de una nueva civilización.
El sustento de la democracia debe ser la Unidad Nacional, no como forma de negar el pluralismo, sino como aptitud de sabernos transitando fines compartidos. Unidad de los sectores nacionales y populares, de las fuerzas sociales, de las organizaciones intermedias que puedan concertar un proyecto, que respetando la diversidad de tendencias y orientaciones coinciden en un objetivo común.
Por eso pensó la democracia desde una perspectiva distinta de la tradicional. Enraizar su problemática en la dimensión histórica nacional y latinoamericana, "nacionalizar" los términos de su discusión y desarrollo, fortaleciendo los vínculos con las aspiraciones de los sectores populares.
Consideró inseparables los problemas de la democracia, la justicia, el crecimiento y la autonomía. Sin esos contenidos, la democracia corre riesgo de ser una flor exótica y breve, una atmósfera artificial, en la cual las cúpulas regulan sus conflictos y sucesivas apropiaciones de los bienes sociales. La democracia no es solamente un sistema de reglas, medios y condiciones que regulan la intervención de los distintos protagonistas en el proceso de toma de decisiones.
El ejercicio de las libertades tiene su correlato en la disposición y en la distribución del poder, de manera que si tal distribución no existe, o existe en medida limitada, la libertad real es una ficción o su magnitud es muy reducida. Una democracia administradora de la injusticia a indiferente a los reclamos populares también lesiona el tema de las garantías y la libertad. El crecimiento y la justicia no corresponden a otro plano del sistema sino que son parte de una única a inescindible dimensión democrática. La realidad no puede ser parcelada, ni los tiempos pueden recortar y dividir los momentos políticos de los económicos y sociales. (De lo que se trata es de la disposición del poder y los sentidos del proyecto que se ponen a prueba en el comienzo del camino.) El gobierno ya ha desnudado sus insuficiencias su visión unidimensional, su práctica neutralista y arbitral; en definitiva, su incapacidad para reconstruir una Argentina con trabajo, justicia y bienestar.
Frente a esta opción, solo el peronismo pudo diseñar una política nacional, popular, democrática y transformadora. Nuestra tradición concertadora y frentista, el reconocimiento al protagonismo social, la vocación productiva, la convicción distribucionista y el compromiso de independencia que siempre hemos asumido, conforman las notas de un proyecto alternativo, creíble y viable.
La Renovación fue un momento del desarrollo movimientista, un tiempo de cambios, de rupturas, de fidelidades creativas y de heterodoxias audaces. Renovar al peronismo fue también reencauzarlo en su senda, recuperar su insolencia, no claudicar frente a los poderosos, volver a sensibilizarnos en el amor a los humildes. Forjo una nueva mística del cambio trascendiendo el realismo esquemático y el posibilismo. Esto requiere abandonar sectarismos, abrirnos a las nuevas expectativas, ganar voluntades para continuar la tarea de la liberación.
No convalido tirar por la borda de los objetos en desuso palabras a imágenes caras a nuestra tradición. Marcaba la necesidad de resignificar las palabras, actualizar sus contenidos programáticos, pero señalaba la necesidad de seguir creyendo que es posible reencontrarnos con la esperanza perdida. Una cosa es pensar que hay palabras y consignas desvalorizadas que no operan como señales convocantes y otra es sentir que hemos llegado al fin de una vocación. Que todo fue un mal entendido, como nos quieren hacer creer los que se sienten fundadores de un paraíso de mediocridad. En esta interpretación dejamos de "ser", mutilan nuestra militancia, aniquilan los últimos vestigios de un sueño.
El pueblo peronista quería un Movimiento y un Partido renovado y fuerte. Para ello, nos comprometimos a no iniciar una lucha despiadada por los espacios de poder. Los hombres y las candidaturas deben ser la coronación de un proyecto, una voluntad y una conducta. Un estilo diferente en la construcción de las representatividades y en la toma de decisiones. Ser esclavos de la voluntad popular, no torciendo en componendas oscuras lo que los compañeros expresan a la hora de la decisión.
La Renovación Peronista fue transparencia en los procedimientos, propuesta explícita y consensual, terminando con la política de las trastiendas y demostrando la capacidad para instalar la política allí donde el pueblo pueda enriquecerla con su participación y creatividad. Combatió las prácticas autoritarias, las visiones deformantes y a los dirigentes mediocres. Era el momento de terminar con la confusión ideológico - programática, discutiendo de cara al país y con el pueblo las propuestas que nos permitirán volver al poder.
No intentaba luchar contra el aparato "conservador" para oponerle el aparato renovador. Volver al poder requiere volver al pueblo. Un Partido que sea fiel intérprete de sus aspiraciones y necesidades. Una nueva práctica de la humildad que sea la antesala de un nuevo humanismo, sustento de una sociedad que contenga nuestros anhelos de vida.
La Renovación Peronista fue un proyecto transformador, con métodos incuestionables y hombres que encarnaron con credibilidad y decisión las nuevas tareas del movimiento popular. Levantó frente a la ideología de la resignación y el posibilismo, la ideología de la autonomía estratégica de la Nación, una voluntad de cambio y un compromiso con la justicia social. Este es el desafío y no lo defraudaremos.
Para finalizar quiero resaltar que referentes de todos los sectores políticos expresaron ayer sus condolencias por el fallecimiento de Antonio Cafiero y resaltaron la trayectoria del histórico referente peronista no sólo como dirigente partidario sino, especialmente, como hombre de la democracia. "En política sólo unos pocos como Antonio adquieren un prestigio tal que son reconocidos por propios y adversarios. En momentos difíciles de la transición democrática Cafiero supo respaldar las instituciones. Por eso, es inolvidable la imagen de él junto al presidente Ricardo Alfonsín compartiendo el balcón de Casa Rosada", dijo el gobernador bonaerense Daniel Scioli. El diputado nacional de la UCR Julio Cobos expresó: "Falleció Antonio Cafiero, actor fundamental en el proceso democrático argentino. Mi reconocimiento a su figura y condolencias a familiares".
Por su parte, Ricardo Alfonsín recordó: "La democracia le debe muchísimo a Cafiero, porque fue una pieza elemental en la transición de la década del '80. El apoyo que le dio al gobierno en momentos difíciles le trajo costos políticos hacia dentro de su partido. Por su lealtad a la democracia, nos privó a los argentinos de un gran presidente que hubiese sido". El presidente del comité nacional de la UCR, Ernesto Sanz, indicó: "Desde el radicalismo recordamos a Cafiero como uno de esos políticos que trascendieron a su partido, como un demócrata que puso al país por delante de sus ideas". Para Hermes Binner, presidente del Partido Socialista, Cafiero "fue un gran demócrata porque siempre tuvo una actitud que significaba generar un país mejor, esta enseñanza queda en mucha gente". "Nunca buscó el atajo sino que fue por el veredicto de las urnas, y esto lo enaltece porque en momentos difíciles supo llevar adelante una política de crecimiento para Argentina en su conjunto", agregó. En tanto, el ministro de Defensa Agustín Rossi expresó: "El fallecimiento de Antonio Cafiero no sólo nos entristece a los que compartimos el ideario peronista, sino que es una verdadera pérdida para todos los argentinos que creemos en la defensa de las ideas políticas de manera apasionada y, al mismo tiempo, respetuosa". "Era dueño de un pensamiento y de una actitud libre y era un demócrata. Fue quizás el último de aquellos peronistas que tenían un pensamiento propio", dijo por otra parte el ex interventor del Comfer Julio Bárbaro. "Murió un referente histórico del peronismo, que tuvo el privilegio y bendición de trabajar como el ministro más joven de Perón. Dio todas las batallas políticas en los momentos más difíciles de la Argentina y demostró con su ejemplo y lucha aquello que nos legó Perón de que para un argentino no hay nada mejor que otro argentino", aportó el titular de la Uatre Gerónimo Venegas.
Se despide uno de los principales símbolos del PJ, que vio morir a Perón y Evita, a quienes acompañó hasta el final: será ahora homenajeado por sus compañeros de todos los peronismos posibles y también de otras fuerzas que reconocen su trayectoria no sólo como estadista sino, especialmente, como hombre de la democracia. Como militante y amigo de Antonio Cafiero y en representación del bloque de diputados del Frente Renovador expresé que" ha sido un hombre de estado, un estudioso comprometido con su país y sus ideas. Investigó y aportó generosos textos a los movimientos populares" Y agregué: "Amante del debate de ideas innovadoras de imborrable cuño Peronista ha sido un demócrata que no especuló y poso en defensa de la democracia. Un hombre de familia y fuertes principios tanto como un soñador disciplinado, laborioso, organizado y con una formación política que lo distinguió siempre". Recordé a su vez que "siendo apenas un chico, estudiante de ingeniería me hizo sentir grande, me trasmitió sus ideas y su pasión y para finalizar digo que "siento orgullo el haber contado siempre con su confianza y satisfacción por haberle guardado lealtad incondicional".
Por las razones expuestas solicito a los Sres. Diputados me acompañen en la aprobación del siguiente proyecto.
Proyecto
Firmantes
Firmante Distrito Bloque
GIUSTOZZI, RUBEN DARIO BUENOS AIRES FRENTE RENOVADOR
Giro a comisiones en Diputados
Comisión
LEGISLACION GENERAL (Primera Competencia)
Trámite en comisión (Cámara de Diputados)
Fecha Movimiento Resultado
12/11/2014 DICTAMEN Aprobados con modificaciones unificados en un solo dictamen
Dictamen
Cámara Dictamen Texto Fecha
Diputados Orden del Dia 1398/2014 - DICTAMEN CONJUNTO DE LOS EXPEDIENTES 8015-D-2014, 7994-D-2014, 8021-D-2014, 8057-D-2014, 8114-D-2014 y 8286-D-2014 CON MODIFICACIONES 18/11/2014
Trámite
Cámara Movimiento Fecha Resultado
Diputados APROBACION ARTICULO 114 DEL REGLAMENTO DE LA H CAMARA DE DIPUTADOS; COMUNICADO EL 09/12/2014 CONJUNTAMENTE PARA LOS EXPEDIENTES 8015-D-2014, 7994-D-2014, 8021-D-2014, 8057-D-2014, 8114-D-2014 y 8286-D-2014 APROBADO