La Cámara de Diputados de la Nación

RESUELVE:

Declarar su repudio al cruel ultraje de prisioneros ucranianos obligados a desfilar maniatados y amenazados con bayonetas caladas por la ciudad de Donetsk, que fueron colocados en un estado de indignidad inaceptable por milicianos separatistas, lo cual configura una abierta violación del derecho humanitario internacional...

Señor presidente:

Recorrió el mundo una ultrajante fotografía de cincuenta prisioneros ucranianos humillados por los milicianos separatistas al ser obligados a desfilar, cabizbajos, por las calles de la ciudad de Donetsk, con sus manos atadas y amenazados de cerca por las bayonetas de sus custodios que los vigilaban sin identificación alguna, bajo una lluvia de insultos, huevazos y botellazos de gente encolerizada.

La fotografía provocó rechazo pues documenta una condenable e innecesaria afrenta a la dignidad humana además de un innegable crimen de guerra.

El derecho humanitario internacional, aplicable también a los conflictos armados internos y a todas sus partes por igual, prohíbe expresamente ese tipo de cobardes conductas, en especial cuando con ellas se puede causar a las personas sufrimientos o penas serias, tanto psíquicos como físicos, o se ofende a la dignidad humana.

Con la deplorable y agraviante humillación a la que se sometiera al grupo de prisioneros ucranianos se violaron las normas específicas del derecho humanitario internacional, y los que fueron responsables de lo sucedido aparecieron, ante los ojos de todos, como lo que son: los autores de un ultraje lamentable.

Ocurre que ese tipo de trato vejatorio a los prisioneros de guerra ha estado prohibido desde 1863. Cuando en Siria e Irak, o en Nigeria y Medio Oriente, la brutalidad fanática e irracional es una triste constante, la comunidad internacional no puede permanecer en silencio frente a lo sucedido en Ucrania. Los responsables de haber cometido esa abominable atrocidad deberán asumir sus graves e ineludibles responsabilidades.

Este tipo de humillación tiene antecedentes. Tras la Segunda Guerra Mundial más de 50.000 prisioneros alemanes fueron obligados por Stalin a ser actores en un desfile de corte similar, marchando por las calles de Moscú, lo que se repitió luego en la ciudad de Kiev con otros 38.000 prisioneros de la misma nacionalidad. La obligación de conferir siempre trato humano a los prisioneros de guerra no puede ser ignorada impunemente, ante los ojos atónitos de todos.

Lo cierto es que hasta la guerra tiene sus leyes, que han sido el lento producto de la necesidad de evitar que en los conflictos armados el hombre se olvide de su propia naturaleza y se deshumanice hasta la brutalidad, algo antitético a nuestra condición. No toda conducta es posible y menos admisible. Todo ser humano tiene siempre una dignidad que debe ser respetada, aún durante los conflictos armados. No hacerlo ofende a civilización. A la humanidad.

Por lo expuesto, pido el acompañamiento de mis pares con su voto a fin de aprobar esta resolución.