La Cámara de Diputados de la Nación

RESUELVE:

Expresar su repudio a los conceptos vertidos en el discurso del presidente de la Sociedad Rural Argentina Hugo Biolcati en la inauguración de la 124ª Exposición de Ganadería, Agricultura e Industria el 31 de julio de 2010.

Señor presidente:

Por medio de este proyecto queremos expresar nuestro repudio al discurso del presidente de la Sociedad Rural Argentina Hugo Biolcati en la inauguración de la Exposición de Ganadería, Agricultura e Industria, el 31 de julio de 2010.

Las referencias a la gesta de mayo de 1810 con que el presidente de la SRA inició su discurso de inauguración de la "Rural del Bicentenario" nos parecen ciertamente reveladoras. Y no por una reiteración del lugar común en la alocución pública, al cumplirse 200 años de aquella gloriosa revolución -un festejo que es de todo el pueblo argentino- sino por la peculiar manera en la que pretende hacer pasar Biolcati su rechazo sectorial a los derechos de exportación como una lucha patriótica comparable a la que llevaron adelante Belgrano, Moreno, Vieytes y otros protagonistas de aquellas jornadas.

La parábola que hace Biolcati nos parece, ante todo, una grosera banalización. En ella, se iguala alegremente la opresión del monopolio instaurado por la monarquía absolutista de España al Virreynato con las potestades constitucionales ejercidas por un gobierno elegido democráticamente. Con ello se pretende poner al mismo nivel el combate a muerte que libraron los padres de la patria por romper las cadenas que nos impedían surgir como nación, y en el contexto de ese proyecto nacional, la importancia estratégica de contar con una producción primaria vigorosa, con lo que no es más que una férrea y recalcitrante defensa de la renta agropecuaria.

No ha sido Biolcati, considerado ya como mero vocero de un conjunto de intereses sectoriales, el primero que en tiempos recientes ha apelado a este recurso emotivo a los orígenes de la patria para afirmarse en su ataque a las políticas del gobierno nacional. En Estados Unidos, el movimiento denominado "Tea Party", que toma su nombre de las protestas en Boston contra el gobierno británico a finales del siglo XVIII, también se presenta como heredero de los que, rechazando la imposición sin representación, iniciaron la lucha por la independencia nacional. Al igual que Biolcati en su discurso, los simpatizantes del "Tea Party" miran constantemente hacia atrás, expresando añoranzas por un pasado glorioso, en el que los mercados funcionaban lo suficientemente bien como para mantener al conjunto social en un sendero de crecimiento. Y al igual que Biolcati y los suyos, exigen a las autoridades federales recortes impositivos, rechazan la intervención estatal en la economía y acusan a la política social de ineficiencia, despilfarro y manejo discrecional.

También puede encontrarse en ese movimiento, que surgió a mediados de 2009 como reacción al intervencionismo propiciado por la crisis hipotecaria, una alusión permanente a los desfavorecidos, víctimas de la codicia de Wall Street y la ineptitud de Washington DC, pero no menos cierto es que sus propuestas concretas, de recortar los impuestos a los ingresos, a las ganancias de capital y a la herencia, además de su rechazo a las reformas estatizantes del sistema de salud, benefician ante todo a las grandes corporaciones y a los más ricos. De forma similar, las pomposas lágrimas que el colectivo autodenominado "campo" derrama regularmente por la triste suerte los sectores más vulnerables, en su visión, víctimas de inescrupulosos dirigentes territoriales, contrastan con el 75% de informalidad laboral, es decir de trabajo en negro, que estiman las autoridades en el sector rural argentino, en el que la remuneración promedio se ubica levemente por encima del salario mínimo y 60% debajo del promedio de la economía, y registra altos niveles de precariedad y altos índices de accidentes de trabajo (Página/12, 28 de julio de 2010).

Por otro lado, pareciera que para Biolcati no hay país fuera de los alambrados, que el destino de la República es producir alimentos y nada más. Aun si pudiera dársele crédito a esta idea, cabe preguntarse si su proyecto apunta a hacer llegar a la mesa de los habitantes de la República alimentos en cantidad y precio para satisfacer al mayor número o si más bien su pivote es eliminar todas las restricciones y regulaciones que les impiden maximizar su rentabilidad sobre la base de los niveles de precios vigentes en el mercado internacional, con el consecuente incremento de los precios del mercado interno.

Párrafo aparte merecerían los sectores de la dirigencia política que, en su afán de asestar derrotas al gobierno nacional, dejan constancia de su aquiescencia para con los conceptos de Biolcati al tiempo de proveer sostén político y legislativo a sus propuestas de eliminación de gravámenes a la renta agropecuaria. Esta explícita sumisión de la política partidaria a los apetitos económicos del sector agrícola difícilmente hace justicia a la memoria de los próceres de mayo.

Por todo lo expuesto, y por las razones que se darán en oportunidad de su tratamiento, solicito a mis pares la aprobación del presente proyecto.