La Cámara de Diputados de la Nación

RESUELVE:

Solicitar al Poder Ejecutivo que, a través del Ministerio de Salud de la Nación, en el marco del Programa de Asistencia Primaria de Salud Mental (APSM) creado mediante la Ley 25421, ponga en práctica medidas preventivas y asistenciales destinadas a los sectores poblacionales más vulnerables y proclives al suicidio.

Señor presidente:

El suicidio en los últimos siglos fue objeto de estudios científicos y dejó de ser causa de condena social y de ser castigado con sanciones judiciales o religiosas. Clásicamente se han enfrentado dos tipos de concepciones interpretativas, a saber:

1. Las teorías sociológicas cuya máxima expresión se encuentra en las obras de Emil Durkheim (Le suicide, 1897) y Halbwachs (Les causes du suicide, 1930), se apoyan en las estadísticas y las cifras de la epidemiología, que se han ido acumulando a partir del siglo XVIII.

2. Las teorías psicopatológicas, que se remontan a la psiquiatría del siglo XIX, con Esquirol (Sur la monomanie suicide, 1827) ocuparon a los especialistas a lo largo de la historia. Inicialmente, los psiquiatras se basaron en observaciones individuales y series de casos como argumentos pero, más recientemente, se proveyeron de métodos estadísticos y realizaron estudios epidemiológicos detallados.

Hoy en día existe una corriente "neodurkheimiana", sostenida incluso por algunos especialistas en psiquiatría, en particular para dar cuenta de los suicidios adolescentes. Esta última corriente plantea una óptica que tiende a desconocer y evitar la raíz propiamente psiquiátrica del problema.

De acuerdo a informes de la Organización Mundial de la Salud (OMS), al menos el 95% de los suicidios corresponden a sujetos con una perturbación mental que hubieran podido verse beneficiados con un oportuno tratamiento psiquiátrico. En realidad, y para ser más precisos, uniendo los aspectos psicopatológicos individuales con ciertos acontecimientos sociales altamente estresantes, se debe entender que el suicidio es determinado por un conjunto de causas sociales que ponen en evidencia a los sujetos más vulnerables, con graves problemas afectivos y más susceptibles a la influencia de las drogas.

Actualmente se producen más de un millón de suicidios al año en todo el mundo. Pese a esta circunstancia, las sociedades no toman conciencia de este drama, lo que es particularmente trágico porque puede prevenirse.

En nuestro país se estima que el 25% de los suicidios ocurre entre los 15 y los 25 años. Uno de los pocos estudios científicos disponibles en Argentina demostró que este complejo comportamiento, que provoca una muerte cada tres horas, gravita sobre un 10 a 11% de los adolescentes argentinos que pensó o intentó suicidarse.

De los análisis realizados por especialistas del Ministerio de Justicia de la Nación, encargados de preparar las muestras de los datos estadísticos, se establece que los suicidios deben compararse con otras muertes no naturales como los homicidios y los homicidios culposos ocurridos especialmente en accidentes de tránsito. Así, los suicidios representan más del 30% de las muertes no naturales, en tanto que los fallecimientos en accidentes de tránsito representan casi el 40%.

Lamentablemente, día a día se registra en diversos medios del país alguna noticia vinculada a este desgraciado hecho. Si bien la tasa de mortalidad por suicidios en Argentina podría considerarse baja, ya que se ubica en 8,2 cada 100 mil habitantes, los especialistas creen que podría reducirse si se implementan las políticas de Estado apropiadas y se apoya a las organizaciones que trabajan en el tema estableciendo un Plan Nacional de Prevención del Suicidio.

En el año 2004, el director de la Asociación Argentina de Prevención del Suicidio (AAPS), Dr. Carlos Martínez expresó:..."En algunos lugares del país, determinadas franjas etarias están en algunas provincias muy por encima de la tasa nacional. Creo que eso es lo que habría que atender. Comúnmente uno podría pensar que la tasa nacional no es tan elevada a nivel mundial, pero cuando se dan las epidemias en el interior del país, hay un impacto muy grande en la sociedad. Sobre todo teniendo en cuenta que el suicidio es una muerte evitable".

En el mismo año, según información recabada por las Estadísticas Vitales del Ministerio de Salud, 3.137 personas se quitaron la vida en Argentina: 2.482 hombres y 655 mujeres.

Si bien las cifras no explican lo que está pasando con el sufrimiento psicológico de cada una de las víctimas y de su entorno familiar, algunos especialistas se inclinan por la necesidad de incorporar en los establecimientos educacionales las políticas de prevención, y tal como lo expresara la investigadora del CONICET y la UBA, María Martina Casullo: "La escuela es el lugar ideal para hacer la prevención y detectar el sujeto en riesgo". De su investigación surge que ser mujer, hijo único, vivir en pequeños centros poblacionales, así como el bajo nivel educativo de los padres, constituyen los principales factores de riesgo de suicidio.

Puntualmente, en la provincia de Catamarca se quita la vida una persona cada 6 días. El preocupante ranking, arroja 44 víctimas en lo que va de 2008. Por ello, el flagelo del suicidio en esta provincia motivó la acción política e institucional, desde la Cámara de Diputados provincial, a través de un proyecto de ley que busca dar tratamiento prioritario al creciente índice de suicidios mediante la creación del "Programa de Prevención, Asistencia y Recuperación de las Personas en Crisis con riesgo de Suicidio y sus Familias". La esperada iniciativa persigue los objetivos de desarrollar servicios que contengan a la población en riesgo y generar material de capacitación y difusión de esta problemática para poder combatirlo en la sociedad catamarqueña.

Por las razones expuestas, señor Presidente, y por la imperiosa necesidad de impulsar desde la dirigencia política las medidas conducentes a paliar los suicidios en los sectores antes referenciados y otros que puedan ir en idéntica dirección, solicito el acompañamiento de mis pares para la aprobación de la presente iniciativa.