La Cámara de Diputados de la Nación

DECLARA:

Que vería con agrado que el Poder Ejecutivo, a través del Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto, realice gestiones de manera urgente ante las autoridades competentes del gobierno de la República de Chile, para proceder al inmediato levantamiento de las minas antipersonales con motivo del entonces conflicto del Canal de Beagle.

Señor presidente:

A raíz de una importante investigación periodística realizada por el diario El Tribuno, de la provincia de Salta, hemos tomado conocimiento recientemente de un hecho sumamente grave y preocupante que nos impone, como dirigentes, una acción inmediata y concreta para corregir esa anómala situación.

Se trata nada más y nada menos, de la denuncia hecha por calificados periodistas que pusieron de manifiesto ante la opinión pública, la existencia de campos minados en la zona cordillerana limítrofe con la república hermana de Chile.

La situación fue revelada cuando los hombres de prensa regresaban del volcán Llullaillaco, tras del famoso descubrimiento de las momias incas en marzo pasado, y fueron advertidos por tres baqueanos de Tolar Grande, lugar cordillerano del territorio salteño, de la presencia de los artefactos distribuidos en la zona.

En realidad son 14 las áreas fronterizas reconocidas oficialmente que están sembradas de 500.000 minas antipersonales. De norte a sur, encontramos la primera en la ladera sur- sudeste del volcán Lincancabur, cercana al paso Jama en Jujuy; luego en Salta en el Portal de Huaytiquina, la ladera sur del volcán Llullaillaco, la quebrada del Llullaillaco y el paso Socompa; y el resto en distintos puntos que se extienden desde el Portal de Aguas Calientes en Catamarca hasta los Andes Patagónicos.

Recientemente esta peligrosa situación fue reconocida por el gobierno chileno tras la interpelación en el Congreso del Ministro de Defensa, José F. Guzmán, que no solo afecta a nuestra frontera común sino también a la que comparte Chile con Bolivia y Perú y que contradice los denodados esfuerzos de integración que estamos realizando todos los países de este Continente.

Sabemos también que según datos de Naciones Unidas, la erradicación de los explosivos demandaría una fuerte inversión económica lo que motiva ciertas reticencias por parte de las autoridades trasandinas.

No obstante debemos señalar por nuestra parte, que ningún motivo político ni mucho menos económico, justifica la persistencia de esta situación que ya cobró incluso numerosas víctimas inocentes en estos últimos 21 años. Máxime cuando el estado actual de nuestras relaciones bilaterales alcanzaron el mayor nivel de excelencia tras la firma y aprobación por ambos Congresos del Tratado de Paz y Amistad que puso fin definitivo a las controversias limítrofes, que tanto nos separaron a lo largo de nuestra historia.

Debemos seguir trabajando por el futuro. Creemos firmemente en la hermandad de nuestros pueblos. Tenemos una historia en común. Solo la integración nos hará crecer en paz y desarrollo. Asumamos el compromiso de remover cualquier obstáculo que impida la consecución de estos nobles objetivos.