La Cámara de Diputados de la Nación

DECLARA:

Expresar su más enérgico repudio y preocupación por los hechos acontecidos el día 23 de agosto en las elecciones para Gobernador de la provincia de Tucumán, donde se destacan:

a) La suspensión parcial de los comicios a raíz de la quema de urnas;

b) El reparto de bolsones de comida como mecanismo para la compra de votos y el fortalecimiento del obsceno clientelismo electoral;

c) La brutal represión ejercida por el gobierno tucumano en contra de sus ciudadanos, quienes en forma pacífica manifestaron su repudio frente a los hechos de violencia e irregularidades ocurridas en los comicios.

Señor presidente:

El domingo 23 de agosto pasado, en las elecciones para Gobernador de la provincia de Tucumán, fuimos testigos de un tristísimo escenario montado por un gobierno provincial de nulas virtudes cívicas, exiguas calidades morales y pocos méritos intelectuales, salvo los requeridos para la trampa y el engaño, donde a todas luces parece desenvolverse con gran soltura.

El domingo pasado, acechando a la democracia argentina, volvieron a sobrevolar los cielos tucumanos los fantasmas del fraude, el clientelismo, la corrupción y la represión, entre otras acciones que solo tienen como finalidad la degradación institucional. Tucumán ha sido la muestra perfecta de una democracia enferma.

Hemos sido testigo de urnas llenas de votos antes de comenzar la elección, urnas quemadas, suspensión parcial de la elección y el funcionamiento del más obsceno clientelismo electoral mediante la entrega de bolsones de comida a cambio del voto, lo cual demuestra el manejo, el maltrato y el desprecio sobre el ciudadano.

Ha quedado claro que el gobernador feudal, luego de 12 años de tener sometida a la provincia de Tucumán, no logró ocultar esta vez la destreza espuria de su aceitada estructura para garantizar un triunfo en las urnas. Así las cosas, no solo salieron a la luz las irregularidades que envolvieron los comicios, sino que además se produjo la más violenta y desmedida represión policial que intentó poner fin a un gran número de personas que se acercaron a la casa de gobierno a manifestar su indignación y rechazo a lo ocurrido en dicha jornada.

Calles repletas de uniformados, la infantería lanzando gases lacrimógeno y disparando balas de goma a la multitud, la montada repartiendo palazos a quien se ponía delante y el recuerdo de los años más violentos. Era el espejo de quienes se han cansado de la traición a la democracia que, en nombre del pueblo, ejecuta cotidianamente una oligarquía cínica e insaciable.

Así, terminaba lo que debía ser la fiesta por excelencia de la democracia.

Por todo lo dicho, solicito de mis pares me acompañen en la sanción del presente proyecto.