La Cámara de Diputados de la Nación

RESUELVE:

Expresar su beneplácito y felicitar por su actuación a todos los deportistas argentinos que tomaron parte de los Juegos Olímpicos de Beijing 2008. En especial a aquellos que superaron sus marcas personales; a los que obtuvieron diplomas de honor y a los que alcanzaron medallas: Juan Esteban Curuchet/Walter Pérez (oro en ciclismo- madison); Selección masculina Sub 23 (oro en fútbol); Paula Pareto (bronce en judo-48 kg);Santiago R. Lange/Carlos Espínola (bronce en vela-tornado); Selección Nacional femenina (bronce en hockey sobre césped); Selección Nacional masculina (bronce en básquetbol).

Señor presidente:

Cuando acaban de finalizar los Juegos de la XXIX Olimpíada, celebrados en Beijing y otras subsedes en China, se hace necesario reconocer el esfuerzo de los atletas argentinos que tomaron parte de los mismos.

El país estuvo representado, a través de su Comité Olímpico, en 20 de las 28 disciplinas disputadas, con una delegación que totalizó 138 competidores. Hombres y mujeres que debieron obtener -y lo lograron- sus respectivas clasificaciones o marcas habilitantes en procesos eliminatorios que, en algunos casos, se extendieron a lo largo de los dos últimos años.

En virtud de ello, el sólo hecho de participar ya encierra un triunfo, más allá del resultado alcanzado luego en los Juegos. Sin embargo, fueron numerosos los que consiguieron sus mejores rendimientos en las distintas pruebas; varios los que obtuvieron diplomas por alcanzar un lugar entre el cuarto y el octavo puesto; y un selecto grupo de elegidos que se alzaron con medallas.

Algunos son profesionales cotizados en sus respectivas disciplinas, pero tuvieron la humildad y la entrega como para resignar ingresos o mantener enfrentamientos con sus respectivos clubes contratantes para poder integrar la delegación olímpica y compartir la vida en la Villa sin marcar diferencias. Otros son amateurs, que con apoyo del Estado Nacional, excepcionalmente del de alguna Provincia o de algunos auspiciantes privados y de sus propias familias enfrentaron el desafío superando limitaciones.

Todos mostraron su talento, capacidad técnica y enjundia para intentar estar entre los mejores, respetando los ideales olímpicos, las reglas de competencia y de fair play de manera absoluta.

La magia vocacional y el fervor competitivo, que cada vez le son más reconocidos a los atletas argentinos en el mundo, se agregaron como plus valioso en actuaciones descollantes, y esto nada menos que en el marco de la mayor cita deportiva mundial. Allí donde se encontraron 204 delegaciones de otros tantos países, más que los 195 que integran la Organización de las Naciones Unidas. Oportunidad maravillosa que permite confraternizar a rusos y georgianos; a coreanos de ambas latitudes; a palestinos con israelíes; a estadounidenses con iraníes y a hombres de todas las razas y religiones, asegurando así, que allí estarán los mejores porque ninguno será excluído por razones extradeportivas.

En ese marco la delegación nacional debió enfrentarse con ellos en un plano desigual en casi todos los deportes, porque Argentina no tiene las condiciones económicas, ni la estructura que poseen otros países; ni pudo ofrecerle las condiciones de preparación ideales.

En tanto que el desarrollo de políticas de Estado apropiadas, permitan paulatinamente cambiar este cuadro de situación, bien vale reconocer estos esfuerzos, estos logros y estos triunfos, que, tomados como espejo de emulación, pueden y deben ayudar a que nuestros jóvenes se vuelquen a la práctica deportiva, con los beneficios de todo tipo que la misma implica.

Por todo lo expuesto solicito a mis pares me acompañen en la aprobación del presente proyecto.