La Cámara de Diputados de la Nación

DECLARA:

Su adhesión a la conmemoración del "Día de la Agricultura y del Productor Agropecuario" que se celebra el día 8 de septiembre.

Señor presidente:

Deja un momento de mirar ansioso hacia arriba, escudriñando el infinito en busca de la nube que al mezclar su líquido de tu frente ha de fecundar la tierra. De esa tierra que cuanto más fecunda más produce y cuanto más produce más te empobrece.

Esteban Piacenza, presiden- te de la Federación Agraria,

publicada por "La Tierra" en junio de 1920.

Señor Presidente:

Desde 1944, el 8 de septiembre se conmemora el Día del Productor Agropecuario, por decreto Nº 23.317. La elec- ción de la fecha se remonta a la primera empresa colonizadora, en 1856, al día en que las familias inmigrantes tomaron posesión de las tierras asignadas para dar nacimiento a la colonia Esperanza, en Santa Fe. Ese día 1.162 integrantes de 200 familias suizas, alemanas, francesas, italianas y luxemburguesas comen- zaron a plasmar una aventura, que sintetiza la importancia del agricultor en la construcción de la nacionalidad argentina, en la brega diaria por una vida dig- na.

El escudo de Esperanza reza aún hoy en su parte superior: "Subdivisión de la propiedad". Es que aquella idea democratizadora dio sentido a su nacimiento. Apenas 33 años después de aquel 8 de septiembre, Alejo Peyret resaltaba los logros: "Los latifundios, los desiertos poblados por excepción, han desaparecido para dar lugar a la subdivisión de la propiedad, y allí están millares de propietarios, soberanos cada uno en su peda- zo de tierra, libres como el pampero que viene a azotar su frente, los cuales hubiesen vegetado eternamente en el vasallaje de las sociedades europeas, porque en ellas hasta ahora los derechos del hombre y del ciudadano procla- mados por tantas revoluciones, se reducen a abstracciones, y no han penetrado en la esfera de la realidad práctica".

Cuánto tiempo ha pasado y aquel ideal sigue incumplido... Al contrario, las políticas económicas neoliberales si- guieron y siguen expulsando a los productores de sus tierras, de una u otra manera. En los 90, se llevaron a más de 100.000 pequeños y medianos produc- tores, el 25% del total. En los últimos años, con un discurso declamativamente opuesto, y a pesar de ser el período de crecimiento más extenso que recuerde el país, coincidente con los precios agrícolas más altos de la historia, las políti- cas del Gobierno no sólo no revirtieron la concentración, sino que sumaron otra fuerte caída de productores: entre 10 y 15%, según las cifras del INDEC (pese al intento de ocultarlas).

Por eso en tiempos de desencuen- tros e incomprensión, es imprescindible rescatar el respeto de la gente de la tierra, su compromiso con los valores más auténticos de un desarrollo susten- table y armónico, con la producción y el cuidado de los recursos, la pertenencia y el amor al suelo, señales que pueden alumbrar el mejor camino para todo. Los homenajes no pueden ocluir el hecho de que hoy ser agricultor es casi una empresa para Quijotes, en una Argentina y en un mundo globalizado en el que el valor supremo es la rentabilidad, y donde la prepotencia del poderoso pre- tende arrasar con todo en aras del tributo a ese dios. Sostener la voluntad de seguir produciendo, apegado a la tierra en un pequeño rincón del mundo, tiene un mérito especial. Seguir bregando por que la sociedad comprenda esto y re- tome las utopías que dieron origen a aquel lema, tan íntimamente vinculado a este aniversario, es el desafío que queremos revitalizar en este Día.

Por todo lo reseñado, solicitamos la aprobación del presente proyecto de declaración.