La Cámara de Diputados de la Nación

RESUELVE:

Expresar su homenaje al Dr. René Gerónimo Favaloro al cumplirse el 9º aniversario de su fallecimiento el próximo 29 de julio de 2009.

Señor presidente:

"Todos somos culpables, pero si hubiera que repartir responsabilidades, las mayores caerían sobre las clases dirigentes. ¡Si resurgiera San Martín caparía a lo paisano varias generaciones de mandantes!"

"Recuerdos de un médico rural", Enero de 1980

René Gerónimo Favaloro, nacido el 14 de julio del año 1923 en La Plata, Argentina, no necesita presentación.

El país entero, y porqué no el mundo, conocen su trayectoria y saben cuál ha sido el trabajo fundamental de su carrera, la creación de la cirugía de revascularización miocardia, técnica conocida como "by pass".

Tanto este acontecimiento como toda su labor lo llevaron a cambiar radicalmente la historia de la enfermedad coronaria así como también a recibir innumerables distinciones internacionales. Entre ellas podemos destacar el Premio John Scott 1979, otorgado por la ciudad de Filadelfia, EE.UU; la creación de la Cátedra de Cirugía Cardiovascular "Dr René G. Favaloro" (Universidad de Tel Aviv, Israel, 1980); la distinción de la Fundación Conchita Rábago de Giménez Díaz (Madrid, España, 1982); el premio Maestro de la Medicina Argentina (1986); el premio Distinguished Alumnus Award de la Cleveland Clinic Foundation (1987); The Gairdner Foundation International Award, otorgado por la Gairdner Foundation (Toronto, Canadá, 1987); el Premio René Leriche 1989, otorgado por la Sociedad Internacional de Cirugía; el Gifted Teacher Award, otorgado por el Colegio Americano de Cardiología (1992); el Golden Plate Award de la American Academy of Achievement (1993); el Premio Príncipe Mahidol, otorgado por Su Majestad el Rey de Tailandia (Bangkok, Tailandia, 1999).

Sin embargo todos estos reconocimientos, más que meritorios, no han sido los acontecimientos de mayor relevancia en la vida del doctor Favaloro, ni su mayor logro.

Es que nadie puede negar su vocación de servicio, no sólo propia de la profesión médica, sino propia de su humanismo y de sus principios sólidamente sostenidos durante toda su vida en su accionar honesto, justo y ético.

Para Favaloro la prioridad nunca fue el reconocimiento a su mérito personal. Por un lado, siempre sostuvo que sus logros no eran consecuencia de un trabajo individual, sino de un proceso grupal de colaboración mutua. Y, todavía más importante, siempre afirmó que su objetivo fue utilizar su profesión en pos del bienestar de la sociedad.

Varios son los ejemplos que pueden darse. Uno de ellos es su labor en Jacinto Aráuz, un pequeño pueblo de 3.500 habitantes en la zona desértica de La Pampa, al que llegó en mayo de 1950 a pedido de su tío y en reemplazo temporal del doctor Dardo Rachou Vega, único médico que atendía la población.

Allí, René Favaloro pasó 12 años de su vida y, junto a su hermano y con la ayuda del pueblo entero, consiguió que el centro asistencial que había fundado, creciera y tuviera una labor excepcional, logrando que casi desapareciera la mortalidad infantil de la zona, que se redujesen las infecciones en los partos y la desnutrición, creando un banco de sangre viviente con donantes que estaban disponibles cada vez que los necesitaban y organizando charlas comunitarias en las que brindaban pautas para el cuidado de la salud.

Algunos años antes, en año 1936 y después de un riguroso examen, René Favaloro había ingresado a la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de La Platal a estudiar Medicina. Nada puede decirse sobre sus calificaciones, que fueron excelentes durante toda su vida universitaria. Sin embargo, lo más significativo de su paso por la universidad, estuvo ligado a su participación en movimientos universitarios que lucharon por mantener una línea democrática, de libertad y justicia. Ese compromiso perduró en toda su vida, y se expresó en los cuestionamientos a la censura dictatorial, o en su incorporación al Consejo para la Consolidación de la Democracia, el órgano asesor del ex presidente Alfonsín, creado en 1985 y disuelto en 1989, en el que participó junto a Guillermo Estévez Boero, con el objetivo de sustentar la fortaleza de la restituida democracia.

Para él, todo universitario debía comprometerse con la sociedad de su tiempo y fue esa máxima aquella que sostuvo toda su vida. En su última presentación a nivel internacional, en la conferencia de clausura del XIX Congreso Nacional de Cardiología organizado por la Federación Argentina de Cardiología en la Ciudad de Mendoza, el doctor Favaloro expresó "Es importante formar profesionales que además de su capacidad como cardiólogos, cirujanos, lo que sea, entiendan que el universitario como tal tiene en los países en desarrollo que participar y propender a que todas las injusticias que se ven desde el punto de vista social, mejoren. Así que es importante que los centros académicos contribuyan a esto".

Sus enseñanzas y su legado, sin embargo, no se relacionan únicamente con la medicina. Siempre consideró necesaria la ayuda al prójimo, al mismo tiempo que señaló que el hoy llamado "asistencialismo" no era la opción correcta y que "el Gobierno nada va a solucionar con la dádiva", sino que era necesario una justa distribución de los recursos, y sobre todo, una apuesta fuerte a la educación.

En efecto, creía fervientemente que la educación era el camino. Y al mismo tiempo, en concordancia con su humildad y pensamiento, sostenía que uno enseñaba y aprendía al mismo tiempo.

La jerarquía que le otorgaba a la educación no implicaba desligar al Estado de su responsabilidad. Para Favaloro todos los gobiernos tenían la obligación de proporcionarles a sus ciudadanos un salario justo, un lugar para educar a sus hijos, un hospital donde ser atendido y una jubilación justa, que le permitiese vivir cómodos y felices.

Siempre creyó que la violencia no era el medio, porque "las ideas se combaten con las ideas".

René Favaloro nunca se pensó a sí mismo como una persona "iluminada", porque no creía en las minorías iluminadas, sino en la representatividad del pueblo, su acceso al voto, y su derecho a elegir el ser realmente partícipe de la cosa pública.

Preocupado siempre por lo que sucedía en nuestro país, Favaloro escribe el libro "¿Conoce usted a San Martín?" (publicado en el mes de noviembre del año 1989), con el objetivo de recordar la vida del Libertador para obtener conclusiones que nos guíen en un camino seguro y firme para concretar, en justicia y libertad, una nueva sociedad. En el último capítulo, el doctor hace referencia a los valores sobresalientes de San Martín: Generosidad, Solidaridad Social y Modestia, a los que considera "Tres condiciones fundamentales, indispensables en la sociedad de nuestro tiempo, que todos deberíamos practicar a diario para contribuir a su mejor desarrollo". Pues bien, aquellos valores que él ve en San Martín, son los mismos que nosotros vemos en él.

Siempre sostuvo "quisiera ser recordado como docente más que como cirujano". Sin embargo, esto no va a ser posible. Es que el doctor Favaloro es y va a ser recordado como un gran ser humano que nunca traicionó sus principios, bregó por la participación ciudadana y la libertad de los individuos, por la importancia de la educación para el desarrollo de la sociedad, criticó al individualismo liberal y a la sociedad de consumo y, por sobre todas las cosas, hizo lo que dijo y dijo lo que hizo.

Como síntesis de su crítica al sistema de salud neoliberal, aseguraba: "No hay pruebas que demuestren la teoría de que el fomento de las inversiones privadas en la atención médica, producirá equidad y una mejora en la salud; es inquietante el hecho de que intereses fuertes, privados y cada vez más transnacionales estén alterando la naturaleza y hasta amenazan la existencia de sistemas públicos de atención médica de todo el mundo en desarrollo".

Creemos que no es su trágico final lo que debe primar en su memoria, sino por el contrario, el enorme ejemplo de vida que expresa su trayectoria y los valores por los que luchó. Es que, tal como sostuvo en la Conferencia "Ciencia Educación y Desarrollo", Universidad de Tel Aviv, mayo de 1995: "Siempre he creído que toda realidad futura se eleva sobre cimientos de ideales y utopías. Sin duda, soñar es tarea fecunda. Dejaría de existir si no tuviera por delante desafíos que involucren por sobre todas las cosas, contribuir dentro y fuera de mi profesión al desarrollo ético del hombre".

Por las razones expuestas, solicitamos a los diputados que acompañen este proyecto con su firma.