La Cámara de Diputados de la Nación

RESUELVE:

La H. Cámara de Diputados de la Nación tiene el honor de dirigirse al Sr. Ministro de Relaciones y Culto a fin de solicitarle que, en la primera oportunidad de la que disponga, considere la forma más apropiada de iniciar conversaciones con la hermana República de Bolivia, dirigidas a lograr la repatriación de la bandera argentina, llamada Bandera de Macha, actualmente en el Museo "Casa de la Libertad", en Sucre, Bolivia.

Dados los antecedentes expuestos en los fundamentos de este proyecto, que se acompañan, esta Cámara no duda que el Sr. Ministro compartirá la extraordinaria importancia histórica que tiene la referida enseña, y el valor que tendría su repatriación.

Señor presidente:

El presente proyecto tiene por objeto solicitar al Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto que considere la forma más apropiada de iniciar conversaciones con la hermana República de Bolivia, a fin de lograr la repatriación de la bandera argentina, llamada Bandera de Macha, actualmente en el Museo "Casa de la Libertad", Sucre, Bolivia.

Como se explica a continuación, la Bandera de Macha no tiene sólo el valor de hacer sido la enseña patria, creada por Manuel Belgrano, sino que simboliza el valeroso grito de Independencia, dado por el prócer cuando muchos aún temían construir una nación.

TRASCENDENCIA DE BELGRANO. Manuel Belgrano fue un visionario que, desde el Consulado de Buenos Aires, ya antes de la Revolución de Mayo, sentó las bases de lo que podría considerarse el Primer Plan de Desarrollo Económico que tuvo el país. Previó la expansión de la agricultura, la introducción de industrias, el fomento del comercio y la creación de una formidable infraestructura.

Jurista sólidamente formado en las universidades de Salamanca y Valladolid, Belgrano fue un intelectual educado en las ideas más avanzadas de su época.

Eso no le impidió ser hombre de acción, combatiendo a los ingleses en 1806 y 1807, como antesala de una carrera militar, improvisada pero brillante.

BELGRANO Y LA INDEPENDENCIA. Miembro del Primer Gobierno Patrio, Belgrano estaba destinado a asegurar la independencia del país.

Lo hizo a través de las dos más gloriosas batallas que se hayan librado en nuestro suelo, las de Salta y Tucumán, que él forzó, no obstante la imprudente orden que había recibido desde Buenos Aires: la de replegar su ejército a Córdoba. De no haber sido por aquellos triunfos de Belgrano, los realistas habrían avanzado hasta el centro de la actual República Argentina.

A veces se dice que las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma empañaron tales victorias, pero la verdad es que las consolidaron, porque al llevar la guerra al Alto Perú, Belgrano logró que las tropas criollas se afianzaran en el noroeste del actual territorio argentino, que luego sería custodiado con inteligencia y valor admirables por ese otro gran prócer que fue Martin de Güemes.

El avance de Belgrano hacia el Alto Perú fue tan importante que permitió, inclusive, acuñar en Potosí la moneda con el escudo nacional que había aprobado la Asamblea del Año XIII.

PADRES DE LA PATRIA. La trascendencia de Belgrano en nuestra Historia es tal que bien merecería que se lo considerase, junto con San Martín, Padre de la Patria.

Se lo recuerda, habitualmente, como creador del blasón. Este hecho, en realidad, va mucho más allá de la elección de colores distintivos.

SIGNIFICADO DE LA PRIMERA BANDERA. En 1812, el gobierno de Buenos Aires, con la misma timidez que le ordenaría replegar el Ejército del Norte, se resistía a declarar la Independencia. Belgrano, que libró por decisión propia las batallas de Salta y Tucumán, también creó por decisión propia los símbolos distintivos de la nación. Hizo lo que nadie se atrevía a hacer.

El 25 de mayo de 1812, en Jujuy, la bandera fue bendecida por el sacerdote Juan Ignacio Gorriti, jurada por los soldados y saludada con salvas de artillería.

En Buenos Aires hubo alarma. Se le reprochó a Belgrano que se tomase atribuciones que no le correspondían y se le ordenó deshacerse de esa enseña. Él no lo hizo. La guardó, y les anticipó a sus tropas que la bandera sería enarbolada el día de la victoria final, cuando el país fuera por fin independiente.

Esta actitud de Belgrano se dio cuatro años antes del Congreso de Tucumán y un año antes de la Asamblea del año XIII.

MACHA. Luego de la derrota de Ayohuma, el prócer no quiso desprenderse de la bandera que, según su vaticinio, se enarbolaría el día de nuestra definitiva Independencia. Tenía ejemplares en su poder: la que había enarbolado en Rosario y la que había enarbolado en Salta. Una estaba manchada de sangre.

Él hizo custodiar ambas banderas por la Virgen, escondiéndolas tras su imagen en la parroquia de Titiri (pequeña población cerca de Macha), departamento de Potosí.

En 1885, se decide pintar el templo. Al ser retirados cuadros, imágenes y cortinados, quedan al descubierto las dos banderas. Quien realiza el hallazgo, presbítero Primo Arrieta, en un acta levantada en Potosí el 24 de Noviembre de 1892, expone: "Con motivo de asear las capillas de ambos anexos, saqué los cuadros antiquísimos que estaban en las paredes del altar mayor respectivo, y encontré las banderas clavadas en la pared y que antes no se veían por estar tapadas con los cuadros. Ser banderas de seda, así como ocultas y estar ensangrentada una de ellas, llamó mi atención y consulté con los capilleros, indios muy ancianos"... sigue el detalle sobre sus averiguaciones sobre el origen de las banderas y sobre el destino del padre Aranívar, quien debió huir después de esconderlas. Manifiesta luego que depositó las banderas encontradas en la Municipalidad por orden del Arzobispo, y de allí, pasaron a Sucre, a la Capilla de Guadalupe.

Cierto tiempo después, un viajero de nombre Allchurch, comunicó estos acontecimientos al Dr. Adolfo F. Carranza (posteriormente fundador del Museo Histórico Nacional), quién logra en 1896, el ofrecimiento del gobierno boliviano de entregarnos las banderas.

El acta de entrega, está suscripta por el Ministro de Relaciones Exteriores de Bolivia, Dr. Emeterio Cano, y por Alberto Blanco, Encargado de Negocios de nuestro país, el que inconsultamente elige una de las banderas y cede la ensangrentada a Bolivia. El mencionado documento fue labrado en Sucre, sede entonces del gobierno, conteniendo copia de la solicitud inicial y del acta del presbítero Primo Arrieta.

La bandera, con sangre de nuestros libertadores, permaneció años en una pequeña vitrina en el Museo Geográfico de Sucre, hasta que fue trasladada a otra acorde con su importancia, que hoy está en el Museo "Casa de la Libertad", en Sucre, Bolivia.

Allí puede comprobarse, incluso, que la enseña original tenía los mismos colores pero no la misma disposición que nuestra bandera actual: la franja del medio era celeste; y la de los lados, blanca. Conmueve ver, en una vitrina de Sucre, la exacta bandera que Belgrano creó, hizo jurar y bendecir, y que finalmente puso secretamente bajo la protección de la Virgen, esperando el día de la victoria.

El gobierno de Bolivia obsequió a la provincia de Salta una réplica, pero aquella bandera original permanece en un país que -si bien nació junto con la Argentina y es, por lo tanto, literalmente hermano- ha tenido una evolución distinta, y tienen sus propios símbolos y héroes.

Los hermanos bolivianos lucen con orgullo, no sólo la historia de Antonio José de Sucre, el Gran Mariscal de Ayacucho, sino el propio nombre de su bello país, que honra al Libertador Simón Bolívar. De la misma manera, lucen con orgullo su primera bandera nacional, verde y punzó, creada en 1825, modificada en 1826 para añadirle una faja amarilla y el escudo de armas.

No dudo que habrá disposición en el gobierno de la República de Bolivia a considerar este pedido, particularmente si forma parte de un proceso de restitución recíproca de elementos de valor histórico para uno y otro país.

En virtud de lo expuesto, solicito el acompañamiento de mis pares para la sanción del presente proyecto.