La Cámara de Diputados de la Nación

DECLARA:

Que vería con agrado que el Poder Ejecutivo, por intermedio de la autoridad correspondiente, implemente las acciones conducentes al estudio del impacto y transferencia de los niveles de arsénico en el agua de consumo y sus efectos en la producción agropecuaria y la seguridad alimentaria.

Señor presidente:

El agua es un recurso esencial para la vida y el desarrollo de los seres humanos. La utilidad de este recurso es función directa de su calidad y de su accesibilidad, y constituye el nutriente más requerido en cantidad para las actividades agropecuarias.

La presencia de sales, elementos traza orgánicos e inorgánicos y/o microorganismos, condicionan en algunos casos su utilización para la producción ganadera, pudiendo producir alteraciones sanitarias en los animales, disminución de la producción o alteraciones en la calidad del producto obtenido.

Desde hace muchos años los países desarrollados han instado a reducir severamente los contenidos de elementos tóxico-nocivos en las aguas destinadas al consumo humano en todo el mundo. Se ha entendido, por fin, que la provisión de agua segura es la mejor política sanitaria en la profilaxis de patologías de origen hídrico cuyo tratamiento médico a la larga resulta efectivamente muy costoso.

Sin embargo, esta simple ecuación ha sido de muy difícil cumplimiento en algunos países emergentes tales como el nuestro, ya que se ha dado la particularidad de que, por un lado, las aguas subterráneas presentan contaminantes naturales, como el arsénico, en concentraciones iniciales varios cientos de veces superiores a los máximos sugeridos, mientras que por otro, se carece de tecnologías de tratamiento que permitan disminuir los tenores a costos razonables, sin contar con la dificultad que implica acceder a métodos de análisis que permitan detectar niveles de contaminantes naturales tan bajos.

Hacia comienzos del presente siglo, en el país el límite de arsénico permitido era de 50 mg./l en aguas de bebida, similar a las normas establecidas por la US Public Health Service, por lo que la utilización de los recursos hídricos subterráneos para consumo humano en el país se ve ya seriamente comprometida. Pero si se redujera el límite actual, tal como propone la EPA Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA por sus siglas en inglés) a 10 mg./l, las posibilidades de consumo de agua subterránea serían nulas si no tienen un previo tratamiento.

El arsénico se constituye en un contaminante de origen natural del agua subterránea y de amplia distribución en nuestro territorio, especialmente en la llanura chaco pampeana. Asimismo, está presente en gran parte de las provincias de Córdoba, Santa Fe, Santiago del Estero, Chaco, Buenos Aires, noreste de La Pampa y sectores de Río Negro, San Luis, Mendoza, San Juan, La Rioja, Catamarca, Tucumán, Jujuy y Salta, coincidiendo con el área de distribución de importantes depósitos eólicos. Es posible asegurar además que, mientras en el sur del país, el Cuaternario se caracterizó por procesos de glaciación y deglaciación con imposición de ciclos fluviales, en la región central y norte fueron períodos de extrema aridez, en donde los ciclos eólicos tuvieron mayor expresión.

Las máximas concentraciones de arsénico natural se encuentran en Bell Ville (2.800 mg./l) Córdoba y en San Antonio de los Cobres (Salta), con más de 100 mg./l y, en menor medida, en la cuenca del Río Tercero en Córdoba y norte de la provincia de Santa Fe, aunque en cualquier caso superan la norma de 50 mg./l.

En un elemento extremadamente tóxico para el ser humano, siendo uno de los efectos más característicos las lesiones dermatológicas, cáncer de hígado, vejiga y riñón. La enfermedad producida por la ingesta de dosis variables de arsénico durante períodos prolongados se conoce actualmente como Hidroarsenicismo Crónico Regional Endémico (HACRE).

Lamentablemente, aún en Argentina no hay estadísticas reales acerca de índices de mortalidad por enfermedades de origen hídrico, ya que las patologías asociadas bien podrían tener otro diagnóstico debido a que los decesos no se producen de modo traumático, pero, sin dudas, las cifras resultantes serían más que alarmantes si se pudiesen establecer con criterio y rigor científico. De hecho, poseemos una amplia franja poblacional susceptible a las enfermedades de origen hídrico y, en el caso de arsenicismo, individuos con deficiencias en vitamina C o con algún grado de desnutrición son los blancos preferidos, por lo que esta enfermedad constituye una patología de carácter social.

El hidroarsenicismo es una endemia regional generada por un agente del medio natural no controlado por la autoridad sanitaria, con enfermedades asociadas se conocen desde hace más de 40 años. Se conocen unos pocos ejemplos de emprendimientos municipales y privados en las provincias de Buenos Aires y Santa Fe que llevaron adelante medidas paliativas.

La contaminación con arsénico puede ser provocada por las actividades humanas. Se han detectado casos de muerte de familias enteras por envenenamiento debido a la infiltración hacia los acuíferos de productos arsenicales orgánicos solubilizados, intensamente utilizados como agroquímicos en cultivos de cítricos e ingeridos con agua de pozo, en la zona agrícola del valle del río San Francisco, cercana a San Pedro de Jujuy. En otros casos, las actividades industriales y mineras no fiscalizadas también se constituyen en focos de contaminación a poblaciones expuestas.

También es necesario considerar que la presencia de contaminantes en alimentos implica diversos riesgos para la salud humana. La cadena agroalimentaria ha sido identificada como un factor relevante en la exposición humana a elementos tóxicos y debe ser tenida en cuenta a la hora de evaluar los riesgos para la salud. Allí, los contaminantes que han sido identificados son generalmente de naturaleza microbiológica y asociados usualmente con el manejo inadecuado de materias primas, el uso incorrecto de medicamentos veterinarios o biocidas.

Es necesario generar información que permita predecir con exactitud la transferencia de arsénico hacia los alimentos de origen animal y vegetal. Ello permitirá analizar la posible incidencia de los contaminantes en matrices ambientales y su impacto sobre la producción agropecuaria; aportar al conocimiento de la transferencia de arsénico a os productos de consumo de origen animal (p.ej. producción bovina y piscicultura), y formular recomendaciones de utilidad a los productores acerca de tecnologías y formas de manejo que minimicen la transferencia a la cadena agroalimentaria

Señor Presidente, por todo lo expuesto, solicito el acompañamiento de mis pares en el tratamiento de la presente iniciativa.