La Cámara de Diputados de la Nación

RESUELVE:

"Expresar su más enérgico repudio a la feroz represión de la Policía Metropolitana contra trabajadores del Hospital Borda, pacientes, periodistas, legisladores y demás personas, dejando numerosos heridos y sin respetar los más elementales protocolos de procedimiento y respeto a los Derechos Humanos"

Señor presidente:

El viernes 26 de abril la Policía Metropolitana reprimió brutalmente a trabajadores del Hospital Borda, pacientes internados en el neuropsiquiátrico, legisladores de la Ciudad, periodistas y militantes de organizaciones sindicales y sociales y cualquier otra persona que se haya acercado al lugar en donde una empresa contratada por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires se disponía a derrumbar un taller protegido del Hospital, que estaba amparado por una medida cautelar dispuesta por la Justicia porteña.

La Policía, que desde bien temprano había montado en el Borda un operativo especial con numerosos efectivos preparados para reprimir, actuó atacando a la gente que se hizo presente en el lugar para impedir que el Gobierno de la Ciudad violara la orden judicial y el Hospital se quedara sin ese espacio clave para los tratamientos de los pacientes que no están en condiciones de hacer actividades en el exterior.

La represión fue brutal, sin cumplir con las más elementales reglas de las policías del mundo en cuanto a la actuación frente a manifestaciones sociales. Se disparó con balas de goma a corta distancia y apuntando a la parte superior de los cuerpos, en un lugar inapropiado como es un Hospital neuropsiquiátrico, se hirió a periodistas que estaban trabajando en la cobertura de los hechos y se procedió como en los peores tiempos de la dictadura militar, con un total desprecio por los derechos humanos.

El saldo de semejante accionar fue el de unos 40 heridos, algunos con riesgo ocular, y una marca de violencia indeleble para los pacientes que en pleno tratamiento debieron presenciar los hechos y hasta recibir disparos, como ocurrió con alguno de ellos.

No se puede pasar por alto que, a diferencia de otras fuerzas de seguridad, que vienen con vicios estructurales difíciles de erradicar, la Policía Metropolitana es una fuerza creada desde cero por el actual gobierno de la Ciudad, por lo que es un fiel reflejo del modelo de policía y de seguridad que se busca.

Las responsabilidades políticas del Gobierno de la Ciudad son elocuentes. Más allá de haber dado la orden de reprimir y de tener la responsabilidad política sobre la Metropolitana, lejos de condenar los hechos, éstos fueron reivindicados por los funcionarios, lo que agrava aún más la situación al dejar el terreno propicio para nuevas intervenciones violentas de este tipo.

De hecho, esta actitud de la fuerza de seguridad porteña no fue un hecho aislado. Ya habíamos visto su accionar durante los hechos en el Parque Indoamericano en el 2010, por los cuales agentes de esa fuerza están imputados por la muerte de dos personas. También los vimos actuar con desprecio por las vidas humanas en la represión a los vecinos del Parque Centenario y a los artistas de la Sala Alberdi del Teatro San Martín, hace apenas unos días.

De hecho, el Ministerio de Seguridad de la Nación confeccionó un protocolo de actuación ante manifestaciones sociales, donde se pone especial énfasis en el respeto a la integridad física de las personas que protestan. Diecinueve provincias adhirieron a ese protocolo; tres lo están evaluando (Corrientes, Córdoba y Santa Fe) y dos decidieron no firmar, la Ciudad de Buenos Aires y Neuquén. La decisión política a favor de la represión está a la vista.

A contramano de los palos y las balas que se ven en la Ciudad, el Gobierno Nacional lleva diez años de gestión sosteniendo la decisión política de no reprimir la protesta social. Habiendo asumido en un país en llamas, con numerosas protestas y con la herencia reciente de los homicidios de Kosteki y Santillán, se ha privilegiado el respeto a la protesta y la negociación política ante las balas y la violencia. El resultado es elocuente: los problemas se van superando y no se cuenta ningún herido ni mucho menos muertos.

Después de los años oscuros que le tocó vivir al país, sobre todo en tiempos de dictadura militar y después de diez años de un Gobierno que ha demostrado que se pueden resolver los problemas de manera firme pero pacífica, resulta intolerable para las instituciones democráticas como este Congreso de la Nación la represión constante de la Policía Metropolitana.

Por las razones expuestas es que les pido a mis colegas diputados que apoyen este proyecto de resolución.