La Cámara de Diputados de la Nación

RESUELVE:

Solicitar al Poder Ejecutivo Nacional que, por intermedio de los organismos correspondientes, disponga las medidas necesarias tendientes a promover la investigación y desarrollo en el campo de la nutrición de los denominados "alimentos funcionales".

Señor presidente:

Los seres humanos, en la medida de las posibilidades culturales, económicas y sociales, cuidamos cada vez más nuestra alimentación, nos preocupamos por hacerlo apropiadamente ya que queremos sentirnos bien y, a la vez, prevenir una amplia gama de enfermedades.

Semejantes cambios culturales se traducen en el surgimiento de nuevas clases de alimentos, más prácticos, más sanos y, en definitiva, más funcionales, es decir en una nueva generación de alimentos capaces de cumplir funciones específicas y ser, a la vez, nutritivos y sabrosos. Es decir, un alimento que permita el control del peso, sin por ello resignar el placer que implica comer algo sabroso y la tranquilidad de estar incorporando los nutrientes que el organismo necesita.

En nuestro país se acaba de lanzar la primera línea integral de "alimentos funcionales" con atributos dietéticos, la cual está compuesta por cinco variedades que se dividen entre productos dulces y salados. Todos ellos tienen la capacidad de alimentar, es decir, aportar cuotas suficientes de vitaminas, minerales, proteínas y fibras, y ofrecer, a la vez, bajísimos niveles de calorías.

Estos alimentos funcionales evolucionan en cantidad y calidad en el mundo desarrollado; sólo en los Estados Unidos crecen a razón de un 10 por ciento anual, y cada vez más personas descubren los beneficios de incorporarlos a sus hábitos. Esto es así ya que a medida que las exigencias de la vida moderna aumentan, se hace cada vez más necesario contar con estos verdaderos aliados surgidos de la más alta tecnología aplicada a la alimentación.

Como ejemplo, basta mencionar que mientras una galletita bañada común contiene entre 400 y 600 calorías, la galleta bañada funcional aporta sólo 129 calorías. Es por ello que en los últimos tiempos los alimentos funcionales se convirtieron en el sustituto ideal de una comida facilitando significativamente el control del peso corporal.

Además son muy útiles para complementar comidas ligeras y para contrarrestar aquellas situaciones en las que exigencias laborales u otras hacen que no se coma apropiadamente. En los Estados Unidos y en Europa son masivamente consumidos como productos de snacks y en los últimos tiempos muchos nutricionistas norteamericanos lo presentan como el alimento del futuro, en el presente. La razón es que contienen "un altísimo aporte nutricional, sin prácticamente sumar calorías".

Desde hace 10 años la industria alimenticia vive una verdadera explosión de productos enriquecidos con los llamados fitoquímicos, isoflavonas, fitoestrógenos y antioxidantes, compuestos que están en ciertos alimentos como frutas, vegetales y proteína de soja, los que son denominados funcionales por la FDA (organismo contralor de la calidad de los nutrientes en Estados Unidos). Esta institución considera a estos productos "potencialmente saludables, ya que confieren un beneficio fisiológico adicional que permite prevenir enfermedades y mejorar la calidad de vida".

Según los investigadores, los fitoquímicos, isoflavonas y similares, son moléculas de alta complejidad que actúan como verdaderos "secuestradores", es decir, se raptan los elementos que provocan fuerte daño al organismo como el colesterol y los peróxidos, con lo cual previenen una serie de males. Estos elementos se han demostrado potentes a la hora de prevenir la aparición y crecimiento de tumores, así como de evitar la propagación cuando ya se han producido. Además, reducen el colesterol en la sangre con lo que previenen la arterioesclerosis y taponamiento de las arterias coronarias y el consiguiente infarto cardíaco.

A la hora de evaluar los alimentos que contienen estas beneficiosas sustancias, la proteína de soja se lleva los laureles. Esto es porque además de las ventajas ya mencionadas, también juega un rol fundamental a la hora de combatir la osteoporosis en mujeres menopáusicas e incluso cuando ellas no consumen productos lácteos. Los alimentos funcionales están dispuestos a cambiar los viejos dichos populares que afirman que "todo lo rico engorda", razón por la cual la historia parece terminar siendo distinta.

En el ámbito nacional, los estudios sobre estos alimentos se proyectan con expectativas prometedoras, tanto en el ámbito de la salud como de las economías regionales. Durante un acto realizado en el mes de octubre de 2000 en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), los doctores Marcelo Tavella, director del Programa de Prevención del Infarto en la Argentina (propia), y su colega Ricardo Uauy, director del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (INTA), de Chile, firmaron un convenio de cooperación para diseñar nuevas fórmulas de alimentos funcionales: huevos, galletitas, fideos, pan o aceites a los que se les ha añadido algún componente de efecto terapéutico o cuya composición fue modificada, quitándoles total o parcialmente algún elemento nocivo o tóxico, dando de esta forma inicio al proyecto binacional de alimentos funcionales.

Desde hace años, los doctores Uauy y Tavella mantienen una estrecha relación de colaboración y amistad. "Estamos convencidos -dijo Tavella- de que la nutrición no sólo condiciona el cielo de vida de las actuales generaciones, sino que también afecta la calidad de vida de las futuras". Para Uauy "la nutrición mundial abarca dos problemas sustanciales. Por un lado, la erradicación de las deficiencias nutricionales en las sociedades que viven en la pobreza; por otro, asegurar que el balance de nutrientes promueva una salud óptima a las personas".

Gracias al convenio, los alimentos elaborados a partir de las fórmulas del Programa de Prevención del Infarto en Argentina (PROPIA) llegarán al mercado chileno. Ambos grupos, por su parte, unirán esfuerzos para obtener un nuevo aceite que tolere mejor las frituras, ya que todos los aceites conocidos sufren modificaciones que resultan tóxicas para el organismo al ser calentados.

Otros aspectos saludables que se intentan mejorar son aquellos que inciden directamente sobre la obesidad (aporte calórico), el colesterol sanguíneo (calidad de grasas), la presión arterial (contenido de sodio), la ateroesclerosis (ácidos grasos poliinsaturados n-3), el estreñimiento (fibra), la osteoporosis (calcio), la caries dental (carbohidratos de fácil fermentación) y la anemia (hierro).

Las legislaciones de los distintos países intentan controlar esta categoría de alimentos y aún con las claras divergencias existentes coinciden en que un alimento funcional es aquel alimento al que se le ha añadido o eliminado un ingrediente por medios tecnológicos o biotecnológicos, o al que se ha modificado su estructura química, su biodisponibilidad de nutrientes o una combinación de estos factores, avalando a la industria alimentaria a desarrollar métodos cada vez más sofisticados para controlar y alterar la estructura física y la composición química de los alimentos, con la intención de dar a los productos un nuevo valor agregado desde el punto de vista de la salud.

Es importante destacar que deben permanecer como alimentos ejerciendo su función al ser consumidos en una dieta normal, y no como nutriente aislado suministrado en forma de cápsulas.

Por las razones expuestas, y dada la importancia que una correcta nutrición tiene para el desarrollo de las sociedades, solicito la pronta aprobación del presente proyecto de resolución.