La Cámara de Diputados de la Nación

RESUELVE:

Dirigirse al Poder Ejecutivo para que a través de los Organismos correspondientes, se disponga la reglamentación y el cumplimiento de la Ley 23.420, sancionada el día 15 de Octubre de 1986 y promulgada el 4 de Noviembre del mismo año, que fuese elaborada con los fines de la erección de un monumento al Comandante Andrés Guacurarí, en su reminiscencia.

Señor presidente:

La Ley 23.420 nos habla sobre la erección de un monumento a la memoria del Comandante Andrés Guacurarí, en la plazoleta delimitada por las Avenidas De Mayo y Nueve de Julio, Rivadavia y Bernardo de Irigoyen, nominada como Plazoleta Provincia de Misiones.

La falta de reglamentación de la presente Ley, la cual también se manifiesta sobre la difusión de su historia y de los servicios prestados a la Nación, afecta directamente al reconocimiento de quién es muy valorado en tierras misioneras, lleva el desconocimiento total del Comandante Andrés Guacurarí, al resto del país.

Andrés fue un indio guaraní, nacido en Santo Tomé o San Borja, probablemente el 30 de noviembre de 1778, vivió junto a su madre en Santo Tomé, fue educado por el cura de su pueblo y su nombre como él lo escribía era Andrés Guacurarí. José Artigas fue su padrino, quien en 1811 lo adoptó, y a partir de ese momento pasó a llamarse Andrés Guacurarí y Artigas o Andrés Artigas.

Andresito fue designado por Artigas, comandante general de Misiones en 1815, quién inmediatamente organizó una fuerza de caballería e infantería de 500 hombres reclutados entre los indígenas y recuperó los pueblos de Candelaria, Santa Ana, San Ignacio Miní, Loreto y Corpus, que habían sido ocupados por la invasión de las tropas paraguayas ordenada por el dictador Gaspar Rodríguez de Francia.

No se ha destacado debidamente el papel fundamental que cumplió Andrés Guacurarí en la consolidación de la soberanía de la Argentina en la región del noreste. Debe reivindicarse este pasado y asimismo la figura de Gervasio Artigas, y a quien rara vez se lo relaciona con la defensa de la provincia de Misiones, frente a las incursiones de los bandeirantes provenientes de Brasil. Artigas alentaba también ideales de integración continental, preconizadas por Bolívar y San Martín, los mismos que hoy han dado nacimiento a la Unión Sudamericana.

Durante su gobierno, que tuvo su sede en Candelaria, procedió con rectitud y justicia de acuerdo a la orientación política artiguista. Los cabildos indios volvieron a funcionar regularmente y se encargaron de administrar las estancias y yerbatales y comerciar con las demás provincias, donde fueron instaladas, una fábrica de pólvora en Concepción y rústicos hornos para fabricación de diversos productos.

En 1816 comienza la primera campaña del río Uruguay contra la invasión lusobrasileña, Andrés inicia la marcha con 1.000 hombres desde Santo Tomé y obtiene un triunfo en São João Vello y más tarde en Rincón de la Cruz. Los portugueses vuelven a atacar en 1817 y saquearon e incendiaron los pueblos de Yapeyú, La Cruz, Santo Tomé, Santa María y Mártires, como saqueos en Apóstoles, San José y San Carlos. Finalmente fueron derrotados por Andresito en Apóstoles y San Carlos.

Posteriormente Andresito recibió las órdenes de Artigas de marchar sobre Corrientes para restablecer la autoridad federal, resistida por un golpe militar dirigido por el capitán José F. Vedoya adherido al centralismo porteño. Sus tropas triunfan en 1818 en Caa-Tatí y en Saladas. A partir de entonces y hasta abril de 1819 ejerció la gobernación de Corrientes. Ningún pueblo en esta ocasión dejó de tener autoridad constituida. En una sociedad profundamente dividida entre el patriciado de las ciudades y las masas rurales, donde se trabajaba por la comida diaria, se abocó a la tarea de liberar indios y esclavos, realizando repartos de tierras a los que la necesitaban para trabajarlas

Hacia 1819 el ejército de Artigas no contaba con suficientes medios ni hombres para resistir la invasión portuguesa. Solamente Andresito volvió a la lucha contra fuerzas muy superiores, abatió guarniciones enemigas, tomó posición de los pueblos de las misiones orientales y se instaló en San Nicolás. Después de varias alternativas y de un fallido intento de contactarse con Artigas marchando hacia el sur, fue derrotado por poderosas fuerzas brasileñas en Itá-Curuví en julio de 1819.

En su retirada fue tomado prisionero y confinado primero en Porto Alegre, luego en un pontón de Río de Janeiro y finalmente en la isla Das Cobras. A partir de 1821, se pierden los rastros del comandante Andresito, no sabiéndose a ciencia cierta si murió en Montevideo, si volvió a Misiones o si fue envenenado en prisión, de acuerdo con las versiones de diversos investigadores.

Lo que si ha quedado claro es que con su prisión, Misiones perdió uno de sus mejores hombres, que con su acción permitió a la provincia ser parte de nuestra Argentina En 1995 y a partir de una resolución de la Cámara de Representantes de Misiones se crea la Comisión Pro Repatriación del comandante Andresito. Está presidida por Juan Manuel Sureda y se la denomina también proyecto Flor del Desierto. En mérito a su accionar permanente y eficaz, en octubre de 2004, la mencionada Cámara la declaró de interés provincial.

Se están realizando permanentes contactos con historiadores nacionales y extranjeros e incluso con las autoridades de Brasil, especialmente a partir de la asunción a la presidencia de Lula da Silva, con miras a obtener un esclarecimiento del que fue gobernador de Misiones, quien al momento de su desaparición se desempeñaba como capitán de Blandengues del general José Gervasio de Artigas por las Provincias Unidas del Río de la Plata.

Señor Presidente, no se ha destacado debidamente el papel fundamental que cumplió Andrés Guacurarí en la consolidación de la soberanía de la Argentina en la región del noreste. Debe reivindicarse este pasado a quien se lo relaciona con la defensa de la provincia de Misiones, frente a las incursiones de los bandeirantes provenientes de Brasil.

De acuerdo con estas consideraciones, solicitamos la aprobación del presente proyecto de Resolución, al considerarse que todas las leyes deben cumplirse y, después de tantos años en que la Ley 23.420 fuese promulgada, merece su reglamentación y cumplimiento por tratarse de la reivindicación de un héroe injustamente olvidado, participante en forma activa en la epopeya de la conformación de nuestra patria y merecedor de un justo reconocimiento histórico.