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PROYECTO DE TP


Expediente 2292-D-2006
Sumario: CREACION DE UNA COMISION PARLAMENTARIA DE DIFUSION TELEVISIVA Y DE UN CANAL DE TELEVISION PERMANENTE PARA TRANSMITIR LAS ACTIVIDADES DE LA H CAMARA DE DIPUTADOS DE LA NACION DURANTE LAS 24 HORAS.
Fecha: 08/05/2006
Publicado en: Trámite Parlamentario N° 45
Proyecto
La Cámara de Diputados de la Nación
RESUELVE:


1) Crear en el ámbito de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación un canal de televisión permanente que transmitirá las actividades de la Cámara durante las 24 horas. La señal se emitirá por aire, cable e Internet. Y tendrá el propósito de cubrir todo el territorio nacional.
2) Crear la Comisión Parlamentaria de Difusión Televisiva que se integrará con ocho miembros pertenecientes a los bloques con diez o más diputados. La Comisión tendrá a su cargo la gestión y el control del Canal; y garantizará el pluralismo en su funcionamiento y programación.
3) La Comisión de Difusión Televisiva reglamentará las actividades del Canal y arbitrará los medios para alcanzar gradualmente el transporte de la señal y la cobertura espacial referidos. Así mismo podrá establecer acuerdos de difusión a título oneroso o gratuito con compañías distribuidoras de la señal.
4) La programación del Canal incluirá:
a) La transmisión en directo de las sesiones de la Cámara;
b) En los días y horarios en que no hubiera sesión se difundirá la actividad de las comisiones y sus dictámenes; las actividades de los bloques parlamentarios; los de eventos políticos y culturales que se realizan en ámbitos de esta Cámara y entrevistas a los diputados sobre sus proyectos.
c) Se programará un noticiero parlamentario diario.
5) Los gastos que demande el cumplimiento de lo dispuesto en esta Resolución se atenderán con las partidas correspondientes a esta Honorable Cámara de Diputados y de los fondos eventualmente producidos por auspiciantes de la programación, según oportunamente lo disponga la Comisión.

FUNDAMENTOS

Proyecto
Señor presidente:


El mundo contemporáneo se ha definido como "sociedad de la información", por la adquisición de medios tecnológicos que facilitan la comunicación y la transmisión de datos en tiempo real; merced a ello son numerosas las transformaciones que se están verificando en todos los órdenes de la vida social; aunque también se describen efectos paradojales. La expansión y la profusión de los medios de comunicación se constituyen, tal vez, en un exceso de estímulos que dificultan la comprensión de los hechos. Por eso es que se puede hablar de fragmentación en un contexto cada vez más integrado; y de banalización cuando -nunca como ahora- estuvimos al alcance de los instrumentos para profundizar casi cualquier conocimiento. Numerosos pensadores discuten sobre las consecuencias que ello tendrá en el futuro de la humanidad, así como sobre las nuevas "geografías" sociales e incluso sobre el debilitamiento de las bases tradicionales de la identidad social.
La creciente complejidad de la sociedad altera las condiciones de la representación política, porque diversifica la imagen de los representados y cuestiona la propia estructura de la representación, cuyo origen histórico se sitúa en contextos más simples y con clases sociales más claramente diferenciadas.
Los asuntos públicos, objeto de la representación política, se distanciaron progresivamente del consentimiento activo del ciudadano. La tecnificación de la gestión gubernamental y la multiforme aceleración de las cuestiones de gobierno, conspiran contra la comprensión de quienes no se especializan ni se interesan por estos temas. El encuentro de la técnica con la política era inevitable y no podía menos que traducirse en una penetración del poder por parte de exigencias técnicas; de allí, entre otros factores, el fortalecimiento de las distintas ramas de la burocracia pública, atrincheradas en la especificidad de sus saberes. Además, la multiplicidad de los estímulos a que se ve sometido el adulto medio contemporáneo, dificulta la ponderación intelectual de los asuntos y favorece la aparición de conductas superficiales e indiferentes.
La comunicación y la información constituyen los cambios más importantes del nuevo milenio. Pero así como la comunicación- visual por excelencia- nos acerca a los acontecimientos y sus protagonistas, también nos aleja de ellos, reforzando nuestra pasividad. La idea de Sennet, sobre la relación diádica que existe entre la apariencia del político es decir, la calidad de la máscara y el interés del televidente, aclara la creciente insubstancialidad del vínculo. (Sennett, Richard; El Declive del Hombre Público; Ed. Península, Barcelona, 1978). El político, entendido como actor o como simple inventor de apariencias, nos permite tomar nota del hecho de que la forma y la calidad de la imagen, son aún más importantes que su contenido.
Isidoro Cheresky, en "La ciudadanía, la opinión pública y los medios", luego de pasar revista a una serie de factores que evidencian profundos cambios sociales a partir de la comunicación y del sistema político, se pone como problema la audiencia de los medios y la centralidad de la opinión pública; y nos dice que "...la opinión pública mass mediática tiene también un acceso inédito a la información política y es audiencia del espectáculo político interpretado por dirigentes expuestos como nunca a la prueba de verosimilitud que conlleva esa extraordinaria visibilidad que da la televisión. Estas son por cierto bases nuevas para la libertad política, ¿pero pueden acaso desarrollarse sin un marco de existencia ciudadana más amplia y participativa?" (Revista de Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Quilmes, febrero 2000).
Por la credibilidad cada vez mayor que se le otorga en particular a la radio y a la televisión, el mismo Cheresky afirma que "los medios de comunicación son cada vez más el lugar de convergencia de la vida pública". Pasaron casi cincuenta años desde que el canadiense McLuhan pronunciara su famosa frase relativa a que el medio es el mensaje. Sea como fuere, hoy la imagen reina indiscutida; pero a su vez está asociada a la degradación de la palabra y del concepto. El politólogo Giovanni Sartori, explica en su "Homo Videns" (Ed. Taurus Bs. As., 1997) que existe un empobrecimiento de la capacidad de entender; porque "la televisión produce imágenes y anula los conceptos y de este modo atrofia nuestra capacidad de abstracción y con ella toda nuestra capacidad de entender" (op. Cit., pp.51)
Aún prestando oídos a las incontables voces de advertencia sobre las consecuencias negativas que tiene sobre las sociedades el modo en que usamos los medios tecnológicos a nuestro alcance, la importancia de la televisión -en algunos de los cambios sociales observados durante las últimas décadas- es incuestionable. Hasta fuimos espectadores de guerras televisadas, convertidas en imágenes de alto impacto. Las cámaras se transformaron de objetos pesados e inmóviles, en invasoras omnipresentes. Entraron a la vida privada.
La idea de la vida cotidiana convertida en imagen de televisión no nos es ajena. La televisión está en los hospitales, en las comisarías, en las calles, en las transacciones criminales, en los atentados e incluso, en los dormitorios. Pero todavía no está suficientemente en la Cámara de Diputados para exhibir a la mirada pública la labor de los representantes del pueblo. Es por eso que muchos pueden decir -incluso periodistas a los que se supone informados o al menos, bien intencionados- que los diputados no hacen nada o que hacen bien poco, juicio en extremo genérico e injusto.
La opacidad de las labores legislativas permite incluso que se busquen sistemas de mediciones formales de la actividad legislativa -pretendidamente objetivos- basados en cantidades de proyectos presentados; algunos hacen "rankings", como si conviviéramos con las primeras etapas del fordismo productivo o como si fuese equivalente discutir los problemas del país a fabricar cualquier objeto en serie. Naturalmente es mejor trabajar en proyectos que no hacerlo, pero ¿cuántos proyectos son pocos y cuántos son demasiados?. La calidad del trabajo de muchos legisladores, su participación en los debates y en las labores de comisiones; así como el enriquecimiento colectivo de las iniciativas, sin embargo, permanecen inobservados.
Desde la Hélade clásica hasta nuestros días, el oficio político sigue siendo esencialmente el oficio de la palabra. Platón afirmó que la democracia no debía extenderse más allá del lugar adonde alcanzaba la voz del heraldo, porque precisamente se trataba de las palabras que podían ser proferidas y escuchadas. La humanidad ha cambiado mucho desde entonces y lo que entendemos hoy por democracia, también; aunque no tanto como para encontrar un reemplazo de la palabra, como vehículo de nuestra comprensión del mundo y de la convivencia pacífica. Precisamente, nos ayudaría recordar la violencia, la intolerancia y el autoritarismo de nuestra historia reciente como fracasos de la palabra, de lo cual resultamos humanamente empobrecidos.
En nuestro sistema representativo, de estirpe cesarista, el Ejecutivo adquiere proporciones desmesuradas y se enseñorea de los otros poderes que o bien se someten o bien delegan sus atribuciones. Sólo por error podríamos creer que la larga crisis política argentina está resuelta. Todavía deberemos hacer muchas contribuciones al equilibrio de nuestra sociedad y entre ellas, es imprescindible reintegrar al parlamento su condición inexcusable de eje central del debate público que fue resignada más veces, aún en contradicción con las disposiciones de la Constitución.
Entre los pocos caracteres esenciales del sistema que denominamos democrático, como lo explicara Bernard Manin, se encuentra el hecho de que las decisiones se toman al cabo de un proceso de discusión. Muchos de los países con mayor grado de desarrollo político y social decidieron exhibir aquel proceso que es propiamente parlamentario a través de canales de televisión "ad hoc". Sirva como ejemplo, el caso del Congreso de los Diputados del Reino de España que transmite por cable a través de la red de Aunacable; por satélite, en abierto a través de Hispasat (frecuencia 12149,44 Mhz polaridad vertical) o a través de la plataforma Digital Plus Dial 306 (antena orientada a Hispasat); y por Internet, a través del portal de Terra-Lycos. El Canal Parlamentario español transmite en directo y en diferido las sesiones del pleno y de las comisiones.
Cuando arreciaba el desprestigio de la dirigencia política nacional -en marzo de 2001- y que hoy parecemos haber olvidado, se lanzó el Proyecto Agora, con el declarado propósito de disolver los muros entre el Congreso de la Nación y la ciudadanía argentina, utilizando Internet. En ese momento se estimaba que había en el país 2,5 millones de usuarios; pero el proyecto fracasó por la falta de interés real del Congreso y por la indiferencia justificadamente resentida de la ciudadanía (Exp. 4.188-D.-2001/Exp. 4.816-D-D.2001).
Entre otros objetivos, según el Dictamen de la Comisión Bicameral, el Proyecto Agora se proponía: "Ofrecer al ciudadano servicios de información legislativa de calidad, en tiempo real, sobre las actividades que se desarrollan en el ámbito del Congreso Nacional". Continúa siendo nuestra obligación proporcionarla.
De un modo más específico, en 1999, se había solicitado la "Creación de la Secretaría de Difusión Audiovisual de la Actividad Parlamentaria" (reproducido conforme Resolución H. Cámara de Diputados del 05/06/1996), en un Proyecto firmado por los diputados Bordenave, Abalovich, Musa y otros (Exp. 2924-D-99).
El Proyecto encabezado por la diputada Bordenave justificaba la necesidad de difusión en el principio -propio del régimen republicano- de la publicidad de todo acto de gobierno. Atribuían la falta de confianza del ciudadano entre otros, al hecho del desconocimiento "...de lo que sucede en ambas Cámaras con los proyectos presentados, los debates en las comisiones, el debate en el plenario y los motivos del veto del Poder Ejecutivo nacional en los casos en que ello ocurre. En nuestro país la sociedad se informa respecto de las leyes en trámite o de las leyes aprobadas por escuetas notas periodísticas, sin regularidad y sin un criterio que permita acompañar el debate parlamentario y sus resultados; no alcanzan a satisfacer la necesidad de publicidad -entendida como conocimiento del público- que tiene el proceso legislativo y las leyes que del mismo resultan".
Consideraban un deber de esta Honorable Cámara de Diputados, el establecer un sistema que difundiera por televisión abierta y de cable, las actividades del Parlamento. Y concluían en que "solo así, esta Cámara recuperará el prestigio que tuvo alguna vez en nuestro país en los tiempos en que el debate parlamentario ocupaba buena parte de la atención de nuestra sociedad. Solo así cada legislador podrá ser guzgado en función de su labor parlamentaria, de las posiciones asumidas en el debate y del fundamento de sus votos. En lugar de padecer los efectos, muchas veces injustos, de un descrédito que afecta al órgano legislativo en general".
Es apropiado mencionar que hubo otros proyectos con disposiciones similares: Saadi (Exp. 1378-S-04) y Roselli (Exp. 4943-D-04).
La Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, enumera en su Art. 19, bajo el epígrafe de Derecho a la Información, entre otros, los siguientes: "Toda persona tiene derecho de recibir informaciones u opiniones...; derecho a ser informado verazmente...; derecho a seleccionar los medios con los que quiere informarse..." Creemos que la decisión propuesta contribuye al cumplimiento cabal de estos derechos humanos y al imperativo constitucional de la publicidad de los actos de gobierno; así como a una mejora sustancial de la calidad y transparencia de nuestro sistema político.
Por otra parte, las trasmisiones del Canal Parlamentario no deben restringirse a la sola Internet, puesto que solo cubre a un pequeño porcentaje de la población con acceso a conexiones rápidas y nuestro propósito consiste -en cambio- en alcanzar a toda la población del país. Si además entendemos que el debate político esclarece sobre los problemas y es formativo de las conciencias en la discusión democrática, el esfuerzo se valoriza y responde mejor a un criterio de justicia. Ciudadanos son todos, los que usan Internet y también quienes no quieren o no pueden hacerlo.
Señor Presidente, como lo hemos expresado somera y suficientemente, hacer visible a la mirada pública el trabajo parlamentario es la consecuencia inevitable del signo de los tiempos.
Por todo lo expuesto es que se solicita la aprobación de este proyecto.
Proyecto
Firmantes
Firmante Distrito Bloque
MACALUSE, EDUARDO GABRIEL BUENOS AIRES ARI
GORBACZ, LEONARDO ARIEL TIERRA DEL FUEGO ARI
MAFFEI, MARTA OLINDA BUENOS AIRES ARI
RODRIGUEZ, MARCELA VIRGINIA BUENOS AIRES ARI
QUIROZ, ELSA SIRIA BUENOS AIRES ARI
LOZANO, CLAUDIO RAUL CIUDAD de BUENOS AIRES EMANCIPACION Y JUSTICIA
Giro a comisiones en Diputados
Comisión
COMUNICACIONES E INFORMATICA (Primera Competencia)
PETICIONES, PODERES Y REGLAMENTO