La Cámara de Diputados de la Nación

RESUELVE:

Expresar su beneplácito por el descubrimiento de nuevas moléculas implicadas en el desarrollo de la cancrosis de los cítricos, por parte del equipo de investigación del Laboratorio de Interacciones Plantas-Microorganismos del Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario (IBR, CONICET-UNR), lo que podría ser utilizado para el control de la cancrosis y otras pestes de esos cultivos.

Señor presidente:

El equipo de investigación del Laboratorio de Interacciones Plantas-Microorganismos del Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario (IBR, CONICET-UNR) ha realizado nuevos avances en el estudio de los mecanismos de las interacciones planta- patógeno.

Este grupo posee una vasta trayectoria en el estudio de la enfermedad conocida como cancrosis de los cítricos, causada por la bacteria Xanthomonas citri subsp. Citri, que actualmente es uno de los principales problemas fitosanitarios para los citricultores argentinos.

Es de señalar que, hasta el momento, no se ha logrado desarrollar plantas que sean resistentes a esta enfermedad. Todos los cítricos, entre ellos limones, naranjas, mandarinas, quinotos y pomelos, son pasibles de ser afectados por esta patología.

En un trabajo recientemente publicado en el Journal of Experimental Botany, con la colaboración de investigadores de los Institutos Max Planck de Alemania y KAUST de Arabia Saudita, el equipo argentino de investigaciones describió sus investigaciones sobre el mecanismo que permite al Xanthomonas sobrevivir sobre la superficie de la hoja.

La infección por cancrosis comienza en el momento en que la bacteria ingresa a las plantas a través de los estomas, pequeños poros presentes en la superficie de las hojas que permiten el intercambio de gases con el medio ambiente, o también a través de alguna herida de la planta. Una vez que la bacteria ingresa al tejido vegetal, se multiplica en el espacio intercelular del tejido y finalmente produce la clásica lesión eruptiva característica de color marrón, denominada "cancro".

Las bacterias se agrupan sobre la hoja en esa protuberancia y emergen y se trasladan con la ayuda de las lluvias o los vientos. Así la infección se extiende a toda la planta y contagia a otros cítricos que se encuentren próximos. Cuando la infección es muy severa se puede producir una pérdida masiva del follaje, lo que debilita la planta y disminuye su capacidad de producir frutos.

La cancrosis no afecta el sabor de los frutos, pero al producir fisuras en el tejido de la cáscara favorece la colonización por otros patógenos y hace que se pudran más rápido.

La fruta infectada se puede comercializar en el mercado interno, pero presenta restricciones para ser comercializada en el mercado externo, limitando así las exportaciones.

Por ello resulta importante conocer los mecanismos que usa la bacteria para infectar la planta, e investigar acerca de posibles defensas, de modo de impedir tanto la entrada como la propagación del patógeno.

Por ese motivo, uno de los ejes de estudio más importantes en los que el grupo se ha focalizado es la capacidad de adherencia de la bacteria a la planta, etapa fundamental para el desarrollo futuro de la enfermedad, así como su capacidad de asociarse con otras células de la misma bacteria y formar una comunidad denominada biofilm, lo que permite a la bacteria sobrevivir mejor aún en medio de condiciones ambientales adversas y mantenerse por más tiempo sobre la superficie vegetal, lo que aumenta su capacidad infectiva y prolonga la infección.

Así, el equipo del IBR ha podido verificar que el patógeno en estudio produce un azúcar, llamado trealosa, substancia osmoprotectora especialmente significativa para el desarrollo de la cancrosis de los cítricos, ya que coadyuva para que las bacterias sobrevivan a las situaciones de estrés ambiental a las que están expuestas en la superficie del vegetal.

A través de estudios metabólicos y de proteómica, se pudo probar que la trealosa producida por la bacteria modifica la fisiología del tejido vegetal, favoreciendo el crecimiento del patógeno y promoviendo el desarrollo de la enfermedad.

Sin embargo, este azúcar puede llegar a ser un arma de doble filo, ya que a través de su evolución, las plantas cítricas han ido desarrollando la capacidad de detectar esta molécula y gatillar respuestas de defensa para contrarrestar el ataque del patógeno y así limitar el establecimiento de la enfermedad.

Es de señalar que en este trabajo se ha caracterizado por primera vez el rol dual de la trealosa en la interacción planta-patógeno. El reconocimiento de que esta molécula es capaz de despertar las respuestas de defensa de las plantas cítricas, permite pensar que pueda ser utilizada para el control de la cancrosis y otras enfermedades de los cítricos.

Por lo expuesto, y dada la importancia del logro referido, solicito a mis pares que adhieran a esta iniciativa.