La Cámara de Diputados de la Nación

DECLARA:

Evocar "La Reconquista de Jujuy", la feliz recuperación de la Patria Chica, a la que se había tenido que abandonar en dramáticas circunstancias reconociéndolo un hecho político de fuerte implicancia en la conquista de la independencia de nuestra Patria.

Señor presidente:

Luego de la emigración del pueblo jujeño y de las batallas de Tucumán y Salta, en marzo de 1813 los jujeños recuperan el terruño que había estado bajo la dominación realista desde el 24 de agosto de 1812. Se trata de un episodio no muy conocido que para algunos historiadores y resulta más trascendente que el mismo Éxodo; sin embargo, se dejó de recordar y conmemorar desde hace décadas y su revalorización data de hace unos pocos años.

Durante seis meses, la plaza y el cabildo de Jujuy habían sido convertidos en una fortaleza, con una atalaya de artillería en el medio.

Enterados que la legión virreinal se repliega hacia el Alto Perú luego de ser derrotada en Salta, los emigrados jujeños dejan el ejército, continúan la marcha y ya en la ciudad de Jujuy atacan a los realistas entre los ríos Grande y Xibi Xibi "envolviendo a la ciudad por las calles que cercan a la plaza". El 25 de febrero pueden por fin festejar la victoria; restablecen el nuevo gobierno patriota, designándose teniente de gobernador al coronel José Bolaños, mientras que las autoridades civiles y municipales que se habían ido cuando el Éxodo, vuelven a ocupar sus puestos.

Recuperar el terruño no había sido una empresa fácil. Ya en octubre de 1812, a poco del triunfo de Tucumán, lo habían intentado tropas comandadas por el capitán Cornelio Zelaya, las que fueron enérgicamente rechazadas por los realistas. En aquel intento quedaron los cadáveres de 16 patriotas y 20 realistas al pie de las trincheras. Jujuy estaba convertida en un cuartel fuertemente custodiado para guardar armamentos, municiones y caudales, inaccesible para sus hijos, por el momento.

El historiador Ricardo Rojas en el "Archivo Capitular de Jujuy" explica que "la emigración se había glorificado con dos nuevas fechas, el 24 de septiembre de 1812 y al 20 de febrero de 1813. A todas ellas debía agregarse, cerrando el ciclo, el 21 de marzo que adoptaremos como fecha oficial de Reconquista, aun cuando fueron anteriores los combates que a orillas del Xibi Xibi devolvieron los emigrados a sus hogares y al portaestandarte la ciudad sacrificada en aras de su bandera".

Joaquín Carrillo afirma que los realistas abandonaron Jujuy el 22 de febrero de 1813, por donde los combates de Jujuy y Salta habrían sido casi simultáneos; más, las actuaciones del Cabildo realista no se interrumpieron hasta el 21 de marzo, pues al pie de la primera acta patriota -en esa fecha- puso Belgrano su apostilla famosa: "Aquí concluyó el Cabildo establecido por la Tiranía que fue repulsada, arrojada, aniquilada y destruida con la célebre y memorable victoria que obtuvieron las armas de la Patria el 20 de febrero de 1813, siendo el primer soldado de ellas Manuel Belgrano".

Un dato que ilustra acerca de la destrucción que reinaba tras la ocupación goda, está en un acta del 3 de abril del Cabildo, citada por Rojas, en la que se da cuenta de la contratación de dos obreros para quitar los escombros de las trincheras, por no haber más que dos presos que hagan el trabajo. Se acercaba el tercer aniversario de la Revolución de Mayo y se quería arreglar las calles destruidas por las trincheras "que ha dejado dicho ejército", cegar el pozo situado "a espaldas de esta Casa Consistorial" y limpiar las orillas de la ciudad "de tanta podre originada del ganado que diariamente se consume en manutención del Ejército".

La Reconquista de Jujuy fue mucho más que un mero triunfo militar. Significó la feliz recuperación de la Patria Chica a la que se había tenido que abandonar en dramáticas circunstancias y un hecho político de fuerte implicancia. Durante la

ocupación de seis meses, los realistas habían intentado restablecer el orden colonial, designando a un Cabildo adicto al Rey e incluso haciendo jurar fidelidad a la Constitución política de la Monarquía Española (30 de enero de 1813) en la misma plaza en la que el 25 de mayo del año anterior, el General Belgrano había hecho jurar la bandera nacional. De ahí que, como sostiene Rojas, después de la Reconquista "Jujuy volvió a su primera dignidad patricia". Con la entrada de las tropas victoriosas y el regreso de los emigrados de agosto, el alma de la ciudad se renovó. De la ráfaga monarquista de enero no quedaba ni su recuerdo en la plaza y con los reconquistadores "entraba, en cambio, la vigorosa conciencia democrática que por aquellos días triunfaba en la Soberana Asamblea reunida en Buenos Aires".

Expresión de ese nuevo tiempo fue el otro gran hecho del año 1813: la creación y entrega de la Bandera Nacional de la Libertad Civil por el General Belgrano al pueblo jujeño, el 25 de mayo, en obsequio al valor de los hijos de Jujuy en las batallas de Tucumán y Salta.

Por lo expuesto anteriormente, solicito a los miembros de esta Honorable Cámara que apoyen que se declare de Interés Nacional el mencionado suceso evento, con el fin de reconocer la lucha incansable del pueblo jujeño en la búsqueda de la libertad de nuestro pueblo.